Dicen que los fiscales son "incombustibles". Al menos es el perfil que se ajusta a María Arazuri y Silvia Rojas. La primera, fiscal especialista en violencia de género; la segunda, fiscal jefe. Ambas han constituido un tándem con un objetivo claro: que se sepa qué ocurrió el 14 de marzo de 2022 en la vivienda de Parques de Ceuta en donde fue asesinada la trabajadora de los juzgados, Mª Ángeles Lozano.
“Nos regimos por la ley”, se han dirigido al Tribunal del Jurado, en un informe final que se ha extendido durante horas y ha tenido que ocupar parte de la sesión de mañana y de tarde.
Lo tienen claro, a unos metros de ellas se sienta el policía local, Alonso Miguel G.D. A unos metros de ellas se sitúa un responsable del crimen, el mismo que todavía sigue llevando la alianza de casado y que solo se ha girado en varias ocasiones durante el juicio para ver el rostro de quienes representan al Ministerio Fiscal.
El testimonio veraz de la hija
Las profesionales se aferran, principalmente, a la testifical de la hija del acusado para mantener su acusación. No solo fue “víctima” de lo ocurrido, sino que además es la “principal testigo” de todo lo que sucedió en el interior de esa cocina de reducidas dimensiones en donde entró el agente con el arma cargada y el dedo en el gatillo.
La declaración de quien por entonces era menor de edad cumple con todos los requisitos que exige el Tribunal Supremo: persistencia en la incriminación, verosimilitud y ausencia de incredibilidad subjetiva.
Para las representantes del Ministerio Fiscal ha sido persistente siempre, insistiendo en que hubo 2 disparos. El primero, el que mató a su madre que fue efectuado por su propio padre; el segundo, el que dio contra una nevera tras un forcejeo para impedir que continuara en esa acción atentatoria.
La versión de la joven es creíble, pero no solo porque lo diga la Fiscalía, sino porque, han apuntado las profesionales, está reforzada por una Policía especializada como es la Unidad de Atención a la Familia y Mujer (UFAM), cuyos agentes nunca la trataron como implicada, sino como testigo y víctima.
“Prepárate para lo que viene”, le dijo el responsable de la UFAM al agente que entrevistó a la hija nada más ocurrir el crimen, a sabiendas ya de la envergadura que tenía este caso.
Un relato “durísimo”
La joven vio “algo que no tenía que haber vivido una niña en su vida”, ha explicado la fiscal Arazuri. Pero a pesar de ello, nunca ha dudado en todas sus declaraciones en mantener que un primer disparo fue el mortal y lo provocó su propio padre.
Ha recordado que su declaración en instrucción fue “durísima”, pero aún así, pudo escenificar cómo ocurrió todo. Estuvo hasta 3 horas declarando, respondiendo a todos, pero siempre diciendo lo mismo.
El testimonio de la joven se ve reforzado además por más testificales. Son una especie de guías en un camino que ha terminado armando este miércoles el Ministerio Fiscal para conducir a una sola meta: la del crimen con su autor, el policía local Alonso Miguel.
Los policías locales que llegaron a la vivienda narraron las primeras palabras del acusado, con frases del tipo: “¿La he matado?” o expresiones como: “¡Qué he hecho tras 22 años de matrimonio!”.
Para la Fiscalía la versión de la joven además de ser creíble no esconde ningún ánimo espurio. Se le ha pretendido dibujar como una niña que sufría algún tipo de bipolaridad, algo que nadie ha constatado a lo largo de todas las sesiones de juicio oral, todo ello con el ánimo de mermar su credibilidad.
El “despropósito” de afear la declaración de la hija y el caso de la Manada
Se ha intentado también afear el comportamiento que tuvo la hija tras el crimen por parte de familiares del acusado, al indicar que estaba “contenta y feliz”, con ganas de salir, comprar o hacerse tatuajes.
Fiscalía ha tildado esas apreciaciones de auténtico “despropósito”, más aún cuando fueron vertidas por su propia tía que es psicóloga y que, por tanto, debe conocer lo que expusieron los peritos sobre el comportamiento humano cuando suceden auténticas tragedias, ya que buscan canalizar los sentimientos para dejar de sufrir, aunque lo hagan.
Como el “caso de la Manada”, ha recordado la fiscal Arazuri. Eso es lo mismo que se pretendió hacer con la joven. “La ignorancia es osada”, ha lamentado.
Frente a la hija estaba la declaración del acusado. “No ha aportado nada”. Ni ahora en el juicio ni antes, porque cuando se le detuvo se negó a declarar evitando por tanto saber cómo fue el crimen y por qué.
El relato “inverosímil” del acusado
El Ministerio Fiscal ha criticado que no haya querido responder a las demás partes, solo a su abogada, haciendo así un “relato de su versión”, porque “no tiene intención de que sepamos la verdad, es su relato. Él simplemente cuenta, pero lo que dice es irracional, inverosímil y carece de toda lógica”.
Su base está en implicar a su propia hija, habiendo existido un intento en instrucción para que se le imputara, algo que nadie aceptó. No hay nadie que respalde su versión salvo sus propios familiares, madre y hermana, que nunca antes habían declarado, y cuyas testificales están llenas de “contradicciones”.
Fiscalía insiste en que la hija nunca disparó, por mucho que hubiera restos de ADN en el arma, toda vez que pudo llegar por otras vías al producirse el escenario del disparo en un momento de conflicto, gritos y espacio reducido. No es responsable de nada, por mucho que su propio padre la haya querido implicar.
Entiende el Ministerio Público que el asesinato fue el final de unos episodios de maltrato habitual, ya que “todo lo que ha ido pasando” forma parte de ese clima.
El maltrato que nunca se denunció
Frases de “eres una zumbada”, “mal vestida” o “loca” usadas por el acusado para referirse a su mujer son propias de un escenario de violencia de género que nunca fue denunciado, pero que a juicio de la Fiscalía existió.
La víctima pasó de ser feliz cuando no estaba junto a su esposo a ser alguien triste. La mataron por ser mujer y por ser su mujer, en esa pretendida posesión que tenía sobre su pareja y que estalló al conocer, solo 11 días antes del crimen, que se iba a divorciar, que se quería separar.
No hubo denuncias. Y para esto el Ministerio Fiscal tiene motivos claros. La víctima trabajaba en el juzgado y sabía perfectamente lo complicado de iniciar un procedimiento de este tipo con denuncias, declaraciones, órdenes de alejamiento… Por eso muchas víctimas optan por separarse. Mª Ángeles Lozano no utilizó los recursos que tenía cerca a pesar de estar trabajando en el propio Palacio de Justicia donde le hubieran ayudado.
La fiscal Arazuri la ha recordado por encontrársela en algunas ocasiones en las instalaciones judiciales como una mujer que “no hablaba por no molestar”.
“Ojalá hubiera tenido esa conversación porque ustedes entonces no estarían aquí”, ha lamentado, aludiendo a que ojalá hubiera dado el paso de acudir a Violencia de Género para exponer su situación.
Muchas mujeres víctimas de violencia de género retiran incluso las denuncias en mitad del procedimiento por miedo a su agresor. Fiscalía ha presentado al acusado como impositivo, a quien nadie podía llevarle la contraria.
El divorcio que hizo estallar todo
Esa petición de divorcio fue lo que hizo estallar todo. “Si Mª Ángeles se divorcia, mi hijo se suicida”, contó su madre en el juicio para justificar que la quería. “No se suicidó, la mató”.
El asesinato cometido contra Mª Ángeles fue con alevosía, ya que no pudo defenderse, le atacó por sorpresa, topándose con un marido armado. “Él tenía la pistola, sabía manejarla y entró”.
La versión del acusado de que iba a casa porque le dolía mucho la espalda no es creíble, ya que antes tenía el propio cuartel en cuya taquilla guardaba pastillas que le hubieran aliviado. Llegó a casa para buscar a su mujer, dejó el arma cargada, inició una discusión por una cita médica, obligó a su mujer a buscarla en la basura y le disparó.
No entró en la cocina “con un boli” sino con un “arma cargada”
Ese es el relato de lo que pasó a ojos del Ministerio Fiscal. “No entró en la cocina para tener una discusión con un boli, sino con una pistola cargada. Él, como policía, sabía perfectamente que el arma estaba cargada y si entra así en una cocina e inicia una discusión es responsable de todo lo que allí pueda pasar. Eso nunca va a ser un accidente”, ha indicado, comparando la situación como el conductor de un coche que conduce de forma temeraria y en dirección contraria.
El relato del acusado, dice la Fiscalía, es “incoherente, absurdo y falso”. Además de asesinato, el Ministerio Fiscal mantiene que no cabe accidentalidad y que incurrió en un delito contra la integridad moral al ejercer un trato hostil, humillante y degradante llevando a que su propia hija fuera testigo del crimen.
Sin remordimientos, con 2 agravantes y 1 atenuante
Fiscalía ha destacado cómo el acusado no ha ofrecido remordimientos y solo entiende que cabe la existencia de una atenuante de alteración leve moderada de sus capacidades volitivas, es decir, lo que afecta a sus impulsividad.
Fiscalía reconoce sólo que está afectado por una bipolaridad que nunca ha requerido de hospitalización. No cabe hablar de trastorno paranoide de la personalidad porque se está ante un maltratador, por eso hay una agravante de género.
El acusado sabe y distingue, algo que se evidencia en el hecho de que fue capaz de ir a trabajar, coger un arma y disparar. Conocía además que era lunes y que su hija no debió estar en casa.
En el momento del incidente en la cocina, con el arma cargada, existe una intencionalidad.
El perfil del acusado es el propio de una persona manipuladora que ha teatralizado sus visitas psiquiátricas porque persigue conseguir como pena un internamiento.
Para la Fiscalía es inviable que haya una eximente completa.
Para el Ministerio Público tampoco cabe la existencia de unas dilaciones indebidas, ya que no se puede denunciar un retraso en la reacción de la administración.
Cuando todo estaba encarrilado comenzaron a presentarse recursos para buscar una ralentización que incluso, ha lamentado la Fiscalía, se ha visto en la celebración del Jurado pretendiendo suspensiones.
“Es todo un teatro” en la búsqueda de una indefensión que no ha existido.
Sin colaboración
Para las representantes del Ministerio Público, no se puede hablar de colaboración con la justicia como atenuante porque no lo hizo, y si atendió a su mujer fue porque se lo indicó su hija.
Además, en vez de estar taponando la herida llamó hasta en 2 ocasiones a la Sala cuando debía centrarse solo en su mujer. Escondió el arma debajo de la cama y ni siquiera hasta hoy ha colaborado porque sigue acusando a su hija.
La Ciudad es responsable
Para el Ministerio Fiscal, la Ciudad es responsable. Los controles que hacen están bien inicialmente, pero cuando a una persona se le retira 2 veces el arma algo está fallando.
En una de esas ocasiones se le retiró por ansiedad.
“Deberían activar protocolos mayores de control sobre esa persona. Son agentes que llevan arma y deberían haber ejercido mayor control sobre Alonso para determinar si podía seguir teniendo arma”.
El mensaje de la fiscal jefe por Mª Ángeles
La fiscal jefe, Silvia Rojas, ha pedido al Jurado que use el sentido común a la hora de dictar veredicto.
En un final de informe para rematar la profesional exposición hecha por su compañera María Arazuri, Rojas ha recordado el “silencio” de Mª Ángeles, un silencio que escondía su dolor.
“No hay mayor acto de amor que decir la verdad y mayor valentía que sacrificar lo poco que le quedaba de la familia que tuvo”, ha dicho en alusión a la hija del matrimonio que ha sido “capaz de acusar a su padre para honrar la memoria de su madre”.
Mª Ángeles “no murió en paz. Murió asesinada a manos de una persona que prometió cuidarla y respetarla”.
“Tienen en sus manos defender a Mª Ángeles. Sean racionales, no dejen que su sufrimiento quede enterrado en una mentira cobarde”, ha pedido Rojas.
“Tienen que devolver a Mª Ángeles la dignidad que no tuvo” al ser asesinada.
“Por honor a la verdad, les pido que hagan justicia en su nombre”.