Mohamed Nouchi le dijo a su mujer, embarazada, que cruzaría a nado a Ceuta para lograr un trabajo. Era una idea que tenía en su cabeza ante la imposibilidad de encontrar un sustento económico en un Marruecos sin alternativas. La joven, con la que llevaba poco tiempo casado y que le iba a dar el primer hijo en común, no se lo creyó como el resto de familiares. El sábado 27 de noviembre, la Salvamar Atria trasladaba su cadáver al muelle pesquero tras ser encontrado en las inmediaciones de Punta Leona, aferrado a una cámara neumática que le servía de flotador, con un hinchador junto a su boca con el que pensaba darle aire durante una travesía que nunca terminó como se había planteado.
Mohamed, cuyos restos descansan en la tumba 4495 del cementerio de Sidi Embarek, era electricista. Busra, su hermana, cuenta a El Faro de Ceuta que no sabía nadar. Natural de Mekinés, durante año y medio estuvo en Tánger intentando conseguir un trabajo, pero ninguna de las puertas a las que tocaba se abrían y Mohamed, formado pero sin suerte, no tenía la manera de poder mantenerse, tampoco de hacer lo propio con la familia que estaba formando.
Fueron tres los amigos que se arrojaron al mar, pero uno de ellos volvió a Marruecos
Durante tiempo salió adelante haciendo encargos, pero no conseguía un trabajo que le aportara una mínima garantía económica. Por eso, junto a sus amigos Ismail El Baabouchi y Munir, decidió arrojarse al mar intentando bordear el espigón que separa Beliones de Benzú.
Munir no pudo seguir el camino y regresó a Marruecos. Él fue quien contó a todos cómo sus dos amigos habían continuado el trayecto hacia Ceuta, ayudados de una cámara de camión que habían convertido en el salvavidas que no hizo la función esperada.
Cuando la Policía Judicial de la Guardia Civil examinó el cuerpo de Mohamed en el muelle pesquero de Ceuta, halló su documentación pero también la de Ismail. De este joven nada se sabe desde ese día. El fallecido, miembro de una familia de 7 hermanos, llevaba en su bolsa los dos documentos. Ambos iban juntos, pero solo ha sido encontrado el cadáver de Mohamed.
La familia de Ismail teme ahora lo peor. Su madre está desesperada, no tienen noticias del joven desde que marchó a nado y solo tienen constancia de que su tarjeta de identidad fue encontrada entre las pertenencias del amigo con el que quería hallar una oportunidad siguiendo juntos el mismo camino.
Mohamed e Ismail estuvieron en Tánger buscando trabajo y unidos también apostaron por bordear el espigón de la muerte, el que de tantas tragedias ha sido testigo.
La historia de estos dos amigos se rompe, se separa ese sábado 27 de noviembre cuando la Salvamar Atria halla uno de los cuerpos sin vida.
Hasta la fecha ni Marruecos ha localizado a Ismail ni las fuerzas de seguridad destacadas en Ceuta han tenido conocimiento del paradero de este joven, dado ya por desaparecido.
Continúa el culebrón del fin de semana. Bastan los culebrones de españoles, no necesitamos extranjeros. A esta gente no le debemos nada ni están invitados a venir. Basta ya de manipulación emocional programada por los medios de "información". Cuando la gente está harta provoca el efecto contrario al que se pretende (se pretende aceptación de la invasión y se produce rechazo)
Las noticias se repiten. El número de desaparecidos es enorme y apuntala la idea que se tiene de la enorme desigualdad social y económica existente en Marruecos. Cada vez que se publica una noticia de estas características demuele el discurso hegemónico de Marruecos y su propaganda sobre pactos con otros paises. La pena es que estas noticias no tengan mayor repercusión.