Once años y una tragedia en el recuerdo. 15 muertos, aunque todos se empecinan en hablar únicamente de 14 víctimas. Una cifra demoledora que marca el llamado Caso Tarajal atrapado en una maraña de procedimientos judiciales iniciados en Ceuta y cuyo último episodio, de momento, se ha detenido en el Tribunal Constitucional.
Allí, ante esa instancia, fue admitido a trámite el recurso contra el archivo del 6F promovido por la Asociación Coordinadora de Barrios para el Seguimiento de Menores y Jóvenes, la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) y la Asociación Pro Derechos Humanos de España (Apdhe).
Hace un año, uno de los supervivientes de aquella tragedia presentó una queja contra España ante el Comité contra la Tortura de la ONU. En la misma se pedía la reapertura de una nueva vía hacia la justicia.
Aún no hay una resolución sobre estos dos últimos movimientos judiciales, sí la hubo el 17 de mayo de 2022, cuando el Tribunal Supremo desestimó el recurso de casación contra el auto de sobreseimiento dictado por la Audiencia Provincial de Cádiz en Ceuta.
El máximo órgano judicial en la ciudad había resumido en un auto el 28 de julio de 2020 la desestimación de los recursos de apelación cursados por varias oenegés, que argumentaron que la actuación de la Guardia Civil no había sido proporcionada aquella madrugada del 6F.
¿Qué es lo que pasó?
Fueron más de 200 personas las que buscaron la forma de bordear el espigón del Tarajal. Ese paso fue difundido mediáticamente como algo nuevo. No era verdad, solo semanas atrás otros grupos de subsaharianos habían accedido cruzando por el arenal, tal y como recogió este periódico en varios reportajes.
No hubo nada distinto a lo de otras semanas, salvo la tragedia con la que terminó aquel acercamiento. 15 subsaharianos murieron, aunque esa víctima última, la número 15 que nunca fue identificada, se ha convertido en la olvidada no solo por medios de comunicación sino también por organizadores. Los cuerpos fueron encontrados a uno y otro lado de la frontera.
El Caso Tarajal evidenció además una nefasta gestión política del asunto. Hubo apreciaciones tan dispares y tan opuestas, que chocaron versiones en cuestiones de horas, demostrando que el interés no era, ni por asomo, trasladar la verdad.
Hubo una comisión de investigación y tuvieron que visionarse las grabaciones de lo que había pasado para hacerse una idea del descontrol que llegó a concentrarse en el entorno del espigón. El mismo donde hoy luce una placa que se renueva cada año.
Cinco de los fallecidos fueron enterrados en Santa Catalina, el resto en Marruecos. Tras aquellos hubo más, un goteo constante de pérdidas de vidas en la valla y en el mar. En la frontera sur poco cambia, aunque días como hoy todas las miradas se centran en aquella madrugada del 6 de febrero.
Es mentira que la placa esté donde ocurrieron los hechos. Fueron las corrientes marinas las que fueron arrastrando los cuerpos hacia aguas españolas. Lo vergonzoso fue como durante días se veían bajo agua en el lado marroquí y no se hacía por recuperarlos
Parece que cuando las "tragedias" ocurren al otro lado de la frontera,, las víctimas, no merecen ningún tipo de recuerdo y homenaje. .
ESTE QUE SE HACE ES PARA RECORDAR EL DE ADENTRO Y EL DE AFUERA