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Tres jóvenes subsaharianos murieron la pasada madrugada después de que los dos pilotos de la patera en la que viajaban 24 personas les instaran a arrojarse al mar, tras embarrancar en Santa Catalina
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La Guardia Civil busca a la pareja de criminales
La Guardia Civil busca a los dos criminales que causaron, en la madrugada del domingo, una auténtica tragedia en las costas de Ceuta. Son dos varones de origen magrebí que pilotaban la semirrígida a motor que terminó embarrancando en la playa de Santa Catalina en torno a las 1.30 horas. Antes de escapar a la carrera, instaron a los 24 subsaharianos que ocupaban la patera a saltar al agua. Y estos, asustados, lo hicieron, en una noche cerrada, con un mar tranquilo pero que se convirtió en una trampa para los hombres y mujeres que no sabían nadar.
Tres varones, uno de ellos adolescente, murieron ahogados. Los GEAS los localizaron muy cerca de la patera y fueron sacando uno a uno del agua con ayuda de los focos. Las tareas de rescate fueron complicadas, estando apoyados por el Servicio Marítimo y en un inicio por el helicóptero de la Benemérita.
Los supervivientes, 21, entre los que se encontraban dos mujeres (una en avanzado estado de gestación) y cinco menores, estaban conmocionados y fueron retirados de la playa por las patrullas de la Guardia Civil y de la Policía Local que iban llegando al escenario de la tragedia.
Según informó ayer la Delegación del Gobierno, la embarcación de 9 metros de eslora (que ahora está siendo investigada por la Benemérita después de que la Policía Judicial la examinara en la misma madrugada) dispone de un motor de 300 caballos y fue divisada por el COS entrando a gran velocidad desde las costas marroquíes en dirección a la bahía norte.
El pase fue rápido. Estaba todo perfectamente preparado. Los dos pilotos, que han sido responsables de tres homicidios por su actitud despiadada, sabían perfectamente a dónde acudían. Embarrancaron la embarcación y escaparon, ante decenas de testigos que en ese momento se encontraban con sus vehículos en la zona, ya que es un lugar al que asiduamente acuden grupos para cenar, hacer botellón o reuniones nocturnas.
La Benemérita sospecha que los pilotos aprovecharon esa confusión, esa masa de gente para escapar y aunque se peinó toda la zona fue imposible dar con los dos sujetos. Policía Judicial ya ha iniciado una investigación para dar con ellos, para dar con los autores de una tragedia de la que fueron conscientes en todo momento.
Esta actitud despreciativa no asombra a la Guardia Civil, después de un verano en el que pilotos de motos de agua no han dudado en arrojar a los inmigrantes causando la muerte de dos personas. Esas las que se conocen porque se presume que ha habido más.
Los gritos de los propios inmigrantes y las advertencias de las personas que estaban en el lugar se entremezclaban en una noche de tensión, con el helicóptero sobrevolando el escenario de la tragedia, los GEAS buscando a posibles supervivientes y los guardias civiles y policías locales que estaban en el lugar a la desesperada calmando a los supervivientes.
Mamadou se lamentaba, decía que había cuatro personas en el mar, que era una tragedia. Un policía local lo intentaba llevar hacia el grupo, reconduciendo a las 21 personas hasta la zona de hierba, en la carretera, para esperar la llegada de las ambulancias de Cruz Roja. La joven embarazada fue introducida en un zeta de la Policía Local y fue la primera en ser reconocida por el primer voluntario de la entidad humanitaria que llegó hasta el lugar. Activado el ERIE se procedió al reparto rápido de mantas y ropa seca al resto de personas, que, ya más tranquilas, empezaban a abrazarse y a esbozar alguna sonrisa mientras en el mar aún resonaba la tragedia vivida solo minutos antes.
Entre los supervivientes hay una joven en avanzado estado de gestación
Hacía años que en Ceuta no se producía un episodio de esta índole. En los rostros de los supervivientes se notaba la conmoción vivida. Ellos han podido burlar a la muerte. Ellos representan a los que sí han podido superar esta expedición trágica. Un viaje en patera movido por la falta de escrúpulos de quienes mercadean con hombres y mujeres como si fueran esclavos. Ceuta escribe otra crónica negra, otra crónica desgraciada. Tres jóvenes han muerto en nuestras costas, tres personas que soñaban con una vida ahora perdida en el mar, tres subsaharianos que ya no podrán gritar ‘Boza’, ya no podrán gritar libertad.
La tragedia vivida en las costas de Ceuta es una de las peores que se ha producido en los últimos años protagonizada por una embarcación. Los cadáveres de los tres fallecidos fueron trasladados a distintas dependencias dada la carestía de espacio que existe en Ceuta. Dos quedaron en la sala de autopsias de Santa Catalina, que dispone de un par de neveras. El tercer cadáver tuvo que ser evacuado al hospital a la espera de la realización de las autopsias oportunas que se llevaron a cabo en el día de ayer y que verificaron la muerte por ahogamiento.
Los tres varones muertos pasan a protagonizar la historia migratoria vinculada a la tragedia que durante tantos años azota a nuestra ciudad, bien por el vallado o bien por las costas.
Este verano ha sido especialmente trágico con los muertos arrojados por pilotos de motos de agua, a los que se suman los desaparecidos por esta misma vía además de estos tres jóvenes que huyeron asustados de la patera tras la presión ejercida por sus pasadores.
La tragedia del Tarajal, en 2014, con 15 fallecidos al bordear el espigón ha sido la más numerosa, pero en 1998, en las costas de San Amaro, se produjo la segunda de las tragedias en número más importante, al fallecer 7 marroquíes tras ser arrojados por una patera.
En marzo de este año se producía otro naufragio de una embarcación en mitad del Estrecho en el que fallecieron también tres personas. Uno de esos cadáveres, el de una mujer, fue evacuado a Ceuta. Era Brenda y está enterrada en Santa Catalina.
Desde el año 2000 han muerto unas doscientas personas en nuestro entorno
En 2015 un joven subsahariano moría en Santa Catalina, a tan solo unos metros de donde se han recuperado, la pasada madrugada, los cuerpos de estos tres jóvenes. Es este un punto negro, que ya en el año 2000 se llevó la vida de dos personas más, también víctimas de naufragios.
En los últimos 17 años han muerto o desaparecido en el entorno de Ceuta casi doscientas personas, bien en el vallado o bien en el mar. En Santa Catalina está enterrada un centenar y en Sidi Embarek están los de confesión musulmana. Muchos de ellos están dados como desaparecidos.
Es la tragedia que no cesa, la que no termina. Ayer los guardias civiles y policías locales que habían participado en el operativo estaban afectados, eran conscientes al momento de la tragedia que se estaba produciendo. De los gritos de los inmigrantes, de la desesperación apuntando a que había más en el agua se pasó a la búsqueda en la oscuridad, contrarreloj, que llevó a la confirmación del peor de los resultados, de la muerte de tres varones a los que ahora se intentará identificar a toda costa.
Porque eso es lo único que les queda, esa es la única calma para sus familiares, el poder saber qué ocurrió con sus hijos, a dónde llegaron, en dónde terminó su periplo clandestino o en dónde, finalmente, terminarán siendo enterrados, terminarán sus últimos días para siempre.