Noche del 16/07/2018, paso por el puerto a llenar Diesel y me percato de que había un grupo de chavales rodeando la taquilla de la gasolinera. Me acerco a llenar gasoil y se acercan a hablar conmigo, ya me conocían de haberles distribuido algunas veces ropa y comida.
Me fijo en que la mayoría están dopados con pegamento o disolvente, que varios llevaban calcetines en las manos para esnifar, todo el olor me entró en el coche y me dio mareo y todo de lo fuerte que era.
Entiendo que los chicos necesitan extremadamente de intervención de psicólogos y equipo técnico que empiece a trabajar seriamente con ellos; esto no se nos puede ir de las manos, menos ahora que hay grupo de trabajo de la Universidad de Málaga, activistas y profesionales realizando la labor de atención y estudio con actividades para intentar mejorar la vida de estos chavales y que vayan incluyéndose en la sociedad. No pueden seguir así, tan excluidos y escondiéndose en esas porquerías para evadirse del mundo mientras arriesgan sus vidas intentando hacer riski para migrar hacia la ‘Europa de los Derechos humanos e infancia’.
Hay que intervenir, ver posibilidades y alternativas aunque no sé cómo con todo lo que se está cociendo aquí y Marruecos que ahora también ha enviado una comisión para hacer estudio en el lado marroquí de la frontera sobre menores no acompañados y porteador@as.