¿Quién era el niño cuyo cuerpo sin vida fue localizado por la Guardia Civil de Ceuta a la altura del Desnarigado el pasado 9 de septiembre? Mes y medio después de aquella tragedia se ha podido saber su identidad, la de quien solo era un adolescente que se arrojó al mar ayudándose de un flotador con dibujos infantiles.
Se llamaba Mohamed y tenía 14 años. Ahora la Policía Judicial del Instituto Armado ha podido cerrar otra de esas historias duras que tienen como escenario la frontera sur.
Mohamed murió poco después de echarse al mar, era del norte de Marruecos. Esa mañana del 9 de septiembre se alertó al 112 de la presencia de un cadáver cerca del castillo del Desnarigado. Los agentes de la Guardia Civil que acudieron se enfrentaron a una dura imagen, la de un niño sin vida.
Según la autopsia llevaba horas fallecido, pudo haber muerto de frío. Solo portaba un bañador y ropa interior debajo. En sus pies unas aletas, alrededor de la cintura ese falso salvavidas con dibujos de tortugas y estrellas de mar que no le protegió.
Gracias a las gestiones llevadas a cabo por una asociación que se encarga de localizar a personas desaparecidas se ha podido conocer la auténtica historia que hay detrás de esta tragedia. Un primo del niño ha reconocido su imagen en la Guardia Civil, además de aportar fotografías del menor, corroborando así su plena identidad para oficializar este caso.
Los lunares y la gestión de una asociación
Mohamed tenía unos lunares pequeños en distintas partes del rostro. A las semanas de su muerte, se pidió ayuda desde Rincón (Marruecos) para dar con el paradero de un niño. Esa particularidad física más el asombroso parecido entre la foto aportada y la del cuerpo hallado sirvió para intentar cerrar un círculo. Pero no había más datos, por eso ha sido clave la labor de esta asociación.
En la tumba número 5022 del cementerio de Sidi Embarek descansan los restos de este menor. Entonces, cuando se le enterró, no se sabía quién era, pero eso no fue obstáculo para que varias personas acudieran a aquel entierro para rezar de manera conjunta, para pedir por este chiquillo al que no conocían pero que podría ser el hijo de cualquiera de los allí presentes.
La diferencia radicó en que él quería cruzar esa frontera que separa la falta de oportunidades de lo que venden como un posible futuro. Aquello lo mató.
Ahora esa tumba, la 5022, tiene un nombre. La carpeta de desaparecidos que mantiene en activo la Guardia Civil es menor y una familia sabe que su hijo murió, terminando así con la incertidumbre que genera la ausencia de noticias. Sin duda, la peor.