Son miles las historias de inmigrantes que intentan cruzar a Ceuta a través de la ruta de los espigones, pero la de Rafie Nadi es muy especial, ya que tuvo que estar 40 horas a la deriva ayudado únicamente por un flotador y unas aletas.
En una entrevista ofrecida a The Guardian, el joven de 23 años explica que su viaje comenzó cinco años atrás desde su ciudad natal, Minya, ubicada a la orilla del Nilo, con la intención de buscar trabajo y mantener a su familia.
Tras un largo trasiego llegó a Marruecos, desde donde planteaba su llegada a la ciudad autónoma, pero tras varios intentos sin fortuna de cruzar la valla fronteriza, Rafie y un amigo de 17 años idearon un plan para cruzar la ruta de los espigones desde Castillejos.
Comprar neoprenos, aletas y flotadores
La intención era juntar los ahorros para comprar trajes de neopreno, flotadores y aletas y eso hicieron. Además, pasaron semanas entrenando en el mar hasta el 14 de julio, día elegido para echarse al agua y tratar de llegar a Ceuta.
“Habíamos calculado que llegaríamos a Ceuta en cinco o seis horas”, expresa el joven a The Guardian, pero comenta que comenzó a preocuparse cuando “salió el sol y aún no lo habíamos conseguido”.

Las malas condiciones meteorológicas provocaron que, ya por la mañana, se separara de su amigo y quedó solo ante un mar embravecido y rodeado a agua. “Pensé en mi madre, a quien no había visto en cinco años, y en cuánto deseo verla antes de morir. Le rogué a Dios que no me dejara morir para que mi madre no sufriera”, relata Rafie Nadi al tabloide.
Ante esta situación, decidió dejarse llevar por las corrientes con el objetivo de reservar fuerzas para nadar hacia alguna embarcación que se cruzara en su camino. Fueron cinco los que avistó, pero sus gritos de auxilio no tuvieron ningún éxito.
Una familia que viajaba a baleares, sus rescatadores
Cuando llevaba ya casi dos días de agonía vio cómo un barco se acercaba hacia él y comenzó a agitar los brazos. “Empecé a nadar hacia ellos, me lanzaron una cuerda y la agarré. Me sacaron, me dieron comida, agua y ropa”, relata el joven.
Una vez había sido rescatado, los tripulantes de la embarcación dieron el aviso a un barco del servicio, que fue el encargado de llevar a Rafie a la policía y a la Cruz Roja. Allí, los encargados de la entidad social son los que le dieron la segunda alegría, ya que le comunicaron que su amigo había sido encontrado sano y salvo.
“Lo llamé y me sentí muy aliviado al oír su voz... Di gracias a Dios por haberlo salvado”, explica, que continúa comentando que la siguiente llamada fue a su familia para decirles que había logrado llegar a Europa.
Después de pasar dos semanas en un campamento gestionado por la Cruz Roja, fue liberado debido a la ausencia de acuerdos de repatriación entre España y Egipto.
Aunque tiene derecho a solicitar asilo, el joven reconoce las dificultades que enfrentan los migrantes en Europa: “Pensé que empezaría a trabajar en cuanto llegara a España, pero la realidad es diferente. Si tienes papeles, sí, pero sin papeles es muy duro. No sé cuándo los conseguiré, pero quiero buscar trabajo, cualquier trabajo”.







120 millones padeciendo hambre, miseria y mucha represion, peor que una guerra, Sudan, peor.
Buscar trabajo en España y sin papeles,menudo chiste,aquí hay tortas por encontrar y solo cogen a los más precarios que cobren menos
Alguien sabe que guerra hay en Egipto? El cuento bien aprendido, trabajar para ayudar a su familia..