La reciente inauguración de la Estación del Ferrocarril de Ceuta, que ha revivido como un centro cultural y sede de la Fundación Premio Convivencia, sirve de inspiración para hacer un recorrido histórico por la ruta que llegó a enlazar nuestra ciudad con Tetuán. FaroTV se detiene en algunas de aquellas paradas como la de Castillejos, Dar Riffien, Negro, Rincón, Malalién o Tetuán. Todas ellas forman parte de una historia que no debe perderse.
Ricardo Lacasa se conoce todos los detalles, todo lo que rodeó a esta ruta ferroviaria que nació con un sentido eminentemente militar. Lacasa ha dejado la historia de esta ruta escrita en múltiples reportajes recopilados por El Faro. Cada parada tiene su propia significación dando forma a una suerte de relatos de mucha valía.
El interés del ferrocarril de la Ruta Ceuta-Marruecos estaba centrado más en la comunicación con la capital del Protectorado, en unos tiempos en los que el transporte por carretera no estaba desarrollado para la época, no había carreteras y las existentes eran deficientes, a lo que se le sumaba que los vehículos no servían para poder llevar a cabo grandes desplazamientos.
Aquel tren tenía una importancia vital al ser el medio que permitía la comunicación entre ciudades. Durante un corto periodo de tiempo llegaron a funcionar dos automotores modernos para la época hasta agotarse la vía.
En ‘Recuerdos de Ferrocarril: vivencias, curiosidades y anécdotas’, publicado a mediados de octubre de este año en El Faro, Lacasa recuerda que la “historia más reciente y última de nuestro alicaído tren arrancó en abril de 1951 cuando fue suspendido el servicio de viajeros durante cuatro años, quedando reducido el mismo al tráfico de mercancías. La situación de agonía había llegado al límite”, rememora este gran experto en una línea que se ha encargado de documentar detalle a detalle.
Fue en el año 1958 cuando esos automotores alemanes, considerados como “lo mejor que tuvo la línea”, detuvieron sus recorridos, tras suspenderse también el servicio de viajeros. Fueron trasladados a la Península, para cubrir una línea entre Madrid y Navalcarnero.
La de Ceuta tenía los talleres de la línea
El recorrido de las estaciones comienza en Ceuta pasando por Miramar, adentrándose después por Castillejos y Dar Riffien, esta última hecha para servicio de la Legión. La ruta siguió por Negro, Rincón, Malalién y Tetuán. En cuanto a la de Ceuta, era la que tenía los talleres de la línea.
La Cantina de Miramar
En la estación de Tetuán se encontraba el área de la administración y la dirección de la línea del ferrocarril, siendo esta ciudad la capital del Protectorado y fundamental para poder unirse con Ceuta.
Como era de esperar, la comunicación con Tetuán para ese momento era sumamente importante al ser un centro mercantil destacado y también por la presencia de hospitales, a lo que se le sumaba el tema militar, haciendo hincapié en que la importancia del ferrocarril siempre estuvo vinculada al ámbito castrense.
En lo que respecta a Castillejos, esta era una estación que para los ceutíes servía más para una visita a la playa o para pequeñas excursiones. Los viajeros la concebían más para estos usos, a diferencia de otras como por ejemplo la de Dar Riffien, que estaba más al servicio de La Legión. Precisamente ese gran acuartelamiento se considera el origen de la Legión que luego se trasladó a Ceuta.
Como historia curiosa, “era un hecho reiterado que determinados legionarios se lanzaran con el tren en marcha en las proximidades del apeadero de Riffien, especialmente construido para el Tercio, para evitar ser cogidos por la vigilancia a su llegada al mismo en horas o salidas no autorizadas. De resultas de ello se produjeron algunos accidentes, en algún caso con amputación de una pierna al ser arrollados por las ruedas del tren”, cuenta Lacasa en el anecdotario de ‘Recuerdos de Ferrocarril: vivencias, curiosidades y anécdotas’.
Relata también que cuando el tren llegaba a la cuesta de Riffien o a la de Rincón, “era costumbre entre algunos pasajeros bajarse del mismo para tomarse el bocadillo y subirse después. Y más aún, decían que la gente joven hasta empujaba al tren a guisa de broma y diversión”.
La utilidad de la estación de Negro era mucho más para que los lugareños pudieran moverse y a menudo se les podía ver con gallinas, huevos y frutas de carga.
De igual forma, en la estación de Rincón, que ya no existe porque fue derruida, había un puerto pesquero importante. Sobre esta estación también puede destacarse que servía fundamentalmente para el transporte de pasajeros, pues en cuanto al traslado de mercancías en realidad no era tan importante.
La de Malalién constituyó más bien un apeadero y en esta misma línea, en Ceuta, estaba el de la Almadraba.
¿Qué ha pasado con las estaciones?
Los años, como era de esperarse, han estado acompañados de cambios, de transformaciones que también han servido para darles un nuevo uso a algunas de estas estaciones, intentando en algunos casos conservar la esencia, sin borrar toda esta historia que ha pasado por cada una de ellas.
Algunas han corrido con mejor suerte que otras en estos procesos, aunque hay casos en los que es necesario cuidarlas más para mantener un legado que no debería desaparecer nunca.
En el caso de la estación de Tetuán, esta ha sido quizás una de las afortunadas porque ha quedado convertida en un Centro de Arte Moderno.
Por otro lado la de Malalién está irreconocible al haber sido transformada paulatinamente hasta ser un restaurante, manteniendo únicamente de sus orígenes la torrecilla inicial, pero no las ventanas ni el estilo.
La estación de Negro se mantiene igual, albergando a las cigüeñas típicas siendo ahora la casa de un particular. Por otra parte, Dar Riffien nada tiene que ver con lo que fue en su momento, pues ha pasado de ser una maravilla a transformarse en algo que no se parece en nada a sus orígenes.
Aunque la de Castillejos estuvo un poco abandonada ahora se encuentra muy bien cuidada. Finalmente la de Rincón se derrumbó. En Ceuta queda además el paso de Miramar, que fue la primera estación en territorio español.
La estación de Ceuta alberga una verdadera reliquia
La estación de Ceuta es lo que conocemos ahora como el centro cultural que es sede de la Fundación Premio Convivencia, después de haber pasado por una reforma que ha conseguido mantener las líneas originales. De este lugar desapareció el cuerpo lateral donde estaba la cantina, así como los talleres y los hangares, aunque se conserva el cuerpo principal.
Como detalle adicional, los ceutíes pueden disfrutar de una verdadera reliquia que guarda este nuevo espacio. En la planta baja está el flamante andén, adosado al edificio original, que alberga la locomotora Ceuta nº 1. Una ALCO (American Locomotive Company) fabricada en 1917 junto con las otras 5 con las que comenzó el servicio de la línea en 1918.
Esta, la única maquinaria, además de uno de los vagones que recorrió la línea férrea Ceuta-Tetuán, ha sido objeto de una serie de trabajos de limpieza, conservación y restauración a cargo de la empresa 'Menia Restauración y Patrimonio'. Pero el trabajo no ha terminado, pues queda pendiente una restauración posterior con la idea de que la máquina pueda ser visitable por dentro.
Tal y como lo señala Lacasa en una de sus colaboraciones para El Faro de Ceuta, “de nuestro ferrocarril solo nos quedan dos importantes reliquias: la estación central, la de Miramar y la primitiva locomotora C-1, ‘Ceuta’, máquina que, después de tantos años de lamentable abandono y ser víctima del vandalismo, esperamos poder verla, de una vez por todas, restaurada, como el propio edificio de esa estación, para el disfrute de propios y extraños”.
En ese mismo escrito, publicado a finales de septiembre de este mismo año, en el que hace referencia al Centenario del ferrocarril Ceuta-Tetuán, lamenta que el resto del equipamiento rodante que quedó en Ceuta, incluyendo los vagones de pasajeros y mercancías, así como “alguna que otra desvencijada locomotora, un primitivo y obsoleto automotor, vías y objetos de los talleres, nada subsiste”.
En fin, esta es la memoria del ferrocarril que debe ser conservada como parte que fue de la propia historia de Ceuta y del norte de Marruecos.
Ayer y hoy de las estaciones
Los años han estado acompañados de cambios, de transformaciones que también han servido para dar un nuevo uso a algunas de estas estaciones, intentando en algunos casos conservar la esencia, sin borrar toda esta historia que ha pasado por cada una de ellas.
Ceuta
La estación del ferrocarril de Ceuta, recientemente reinaugurada, aunque manteniendo el mismo espíritu, es ahora la sede de la Fundación Premio Convivencia y los planes que se tienen para ella es que sea un centro cultural para una zona que necesita mucho de un espacio así.
Ha quedado transformada desde que en su momento albergara los talleres de la línea del ferrocarril.
Castillejos
La estación de Castillejos, que en su momento tenía un aliciente más turístico, pues los pasajeros la usaban para una visita a la playa o quizás para una excursión, a diferencia de otras que tenían otros fines, en la actualidad alberga una especie de centro comercial.
Sin embargo, durante un tiempo esa estructura estuvo abandonada y no se había hecho nada por ella. Su recuperación fue un éxito.
Tetuán
En el caso de la estación de Tetuán, esta ha sido quizás una de las afortunadas entre todas las demás porque ha quedado convertida en la actualidad en un Centro de Arte Moderno.
Hay que recordar que esta, en su momento era la que albergaba la administración y la dirección de la línea del ferrocarril, teniendo en cuenta que Tetuán era la capital del Protectorado.
Negro
En lo que respecta a la estación de Negro que en los años de funcionamiento de la ruta Ceuta-Marruecos era la que usaban los lugareños para poder moverse, ahora ha pasado a ser una especie de refugio en el que las cigüeñas suele anidar.
Para los que conocen su historia, se mantiene igual que hace algunos años, aunque ahora sea la casa de un particular.
Dar Riffien
La estación de Dar Riffien por su parte también ha experimentado un cambio significativo en comparación con tiempos anteriores. De hecho ahora se considera que Dar Riffien nada tiene que ver con lo que fue en su momento para la Ruta Ceuta-Marruecos, pues ha pasado de ser una maravilla a transformarse en algo que no se parece en nada a sus orígenes.
Malalién
En el caso de la estación de Malalién también es evidente a simple vista la transformación que esta ha sufrido a lo largo de los años.
Quienes conocen de su pasado consideran que está irreconocible al haber sido transformada paulatinamente hasta ser un restaurante, manteniendo únicamente de esos orígenes la torrecilla, pero no las ventanas ni tampoco el estilo.