Colaboraciones

Esperando grandes cosas

Lea proximidad del fin de año es una invitación que no podemos rechazar para reflexionar sobre nuestra vida individual y colectiva. Algunos de los propósitos que todos nos hacemos al comienzo del año se habrán cumplido y muchos otros se habrán perdido por el camino. Está bien pararse para meditar sobre nuestra vida y hacer balance de nuestros logros y fracasos. La caprichosa diosa fortuna hace también de las suyas y nos trae cambios inesperados en sentido positivo o negativo. A este respecto, Patrick Geddes aconsejaba que planeásemos nuestra propia vida y, de esta forma, conformaríamos nuestra propia fortuna.

Tal y como experimentó en su propia vida Henry D.Thoreau, “encontramos lo que buscamos. Seremos afortunados entonces si esperamos grandes cosas”

En el mismo sentido, las investigaciones de Carl G. Jung sobre la sincronicidad y la relación entre psique y materia indicaron que ciertas coincidencias significativas ocurrían cuando hay una necesidad vital que nos animan a cumplir ciertas metas. Tal y como experimentó en su propia vida Henry D.Thoreau, “encontramos lo que buscamos. Seremos afortunados entonces si esperamos grandes cosas”.
Tengo la impresión de que los ceutíes hemos caído en el más absoluto desánimo. Más que esperar grandes cosas, como dijo Thoreau, andamos asustados pensando cuál será la siguiente calamidad que azote a nuestra ciudad. Así como el que espera grandes cosas suele encontrarlas, en este sentido contrario, ocurre lo mismo. Quien adopta una actitud negativa y derrotista recolecta problemas y fracasos. No se trata de sentarse a esperar que la fortuna te traiga lo que ansias o a sufrir sus caprichos. Debemos planificar nuestro futuro siguiendo el sentido de la espiral de la vida. El primer cuadrante de esta espiral es el del mundo de afuera. En este escenario se desarrolla nuestra vida cotidiana. Es el mundo del trabajo y las relaciones sociales. No es una realidad abstracta, sino real y tangible. Lo intangible y realmente importante es nuestra manera de percibir el lugar en el que se representa esta apasionante aventura que es la vida. Por desgracia, muchos de nuestros vecinos tienen los sentidos anestesiados debido al alejamiento de la naturaleza y al enclaustramiento en los hogares y en los puestos de trabajo. Somos lo que vemos, y tal como vemos así somos. Y siento decirlo, pero vivimos en un mundo de ciegos. No debemos confundir la ceguera sensitiva con la espiritual. Geddes estuvo tres meses ciego como consecuencia de una enfermedad y consiguió ver más de lo que muchos habían visto en toda su vida. Además de la vista, tenemos el oído, el olfato, el tacto, el gusto y todos los sentidos etéreos que le sirven al alma para alimentarse.

Los que tenemos los sentidos más o menos sanos no deberíamos desaprovechar la oportunidad de gozar de la belleza de Ceuta

Los que tenemos los sentidos más o menos sanos no deberíamos desaprovechar la oportunidad de gozar de la belleza de Ceuta. Lo primero que hago al levantarme es mirar por la ventana y ver el estado del cielo. No hay día que no disfrute de un formidable espectáculo. A veces veo a Venus conversando con la luna. En otras ocasiones las nubes están difuminadas por la mano de los dioses y la aurora aparece para pintarlas de colores rojos y naranjas. Incluso cuando las nubes vienen grises, el sol rompe esta membrana para que los rayos del sol, como lanzas, se claven en el profundo mar que nos rodea. El día discurre acompañado por la intensa luz que nos regalan los dioses. Una luz que enciende los colores y alegra nuestros corazones. Veo el mar azul como el lapislázuli y las blancas nubes que casi siempre llevan prisas cuando pasan sobre nuestra ciudad. Entre ellas vuelan las gaviotas emitiendo sus particulares graznidos. Ante estos espectáculos que nos ofrece la naturaleza uno no puede menos que emocionarse y sentir que el alma se eleva. Me comentaba ayer una periodista que lleva unos meses en esta tierra, que antes de conocerla veía a Ceuta muy plana, pero su visión de este lugar ha cambiado desde que ha sido cautivada por su magia. Ahora la percibe profunda al mismo tiempo que elevada. Esta impresión coincide con la idea expuesta por Emerson en su diario de que bendito sea el día en que el ser humano descubra que profundidad y elevación son cosas sinónimas.
Tengo la esperanza de que si nos lo proponemos y creemos de manera firme en el carácter sagrado, mágico y mítico de Ceuta lograremos mejorar nuestra autoestima colectiva y romper el distorsionado espejo que ofrece una negativa imagen de nuestra ciudad. Necesitamos un proyecto de revitalización del espíritu de Ceuta. Nuestro genius loci pide a gritos que le escuchemos. Lucha por expresarse y salir del encierro al que le hemos condenado por razón de nuestra insensibilidad e ignorancia. Somos un centrum mundi (centro del mundo) marcado por el dedo de los dioses. Desde este centro fluye la energía cósmica que permite la renovación de la vida. Es tal su fuerza vital que ha permitido el crecimiento del intangible árbol de la vida. Un árbol imaginario que conecta los tres planos de la existencia: el inframundo, el terrenal y el celestial. Este Axis Mundi (eje del mundo) sirve de puerta de entrada y salida de las almas a y desde el cielo.
En Ceuta se puede apreciar de manera clara la verdad del principio hermético que dice: “como es arriba es abajo, como es abajo es arriba”. El mismo esquema cuaternario que rige la estructura del cosmos y de nuestra psique ha quedado inmortalizado en la geografía de Ceuta y del Estrecho de Gibraltar. En este mundo tan caótico y desorientado en el que nos ha tocado vivir existen pocos lugares tan mágicos como Ceuta a los que acudir para recuperar el orden perdido. Podemos subir al Monte Hacho o al de la Tortuga, como citar un par de emplazamientos, y fijarnos en el significado profundo de los cuatro puntos cardinales y de los dos mares que confluyen en el Estrecho de Gibraltar. Si nos asomamos desde el privilegiado balcón de Punta Almina tenemos la posibilidad de disfrutar de los más bellos amaneceres y del plenilunio. Desde aquí nos llega la primavera y el húmedo viento de levante. Para presenciar el atardecer no hay mejor lugar que Benzú, y si lo hacemos con un buen té moruno entre las manos, mejor que mejor. No menos sugerente es dirigir la mirada al norte y recorrer con la vista las costas de Cádiz y Málaga. Al sur de Ceuta se abre todo un continente cargado de magia y en el que la fuerza de la naturaleza aún permanece activa.
Son muchas las lecturas que se pueden hacer observando los paisajes que rodean a Ceuta. Deberíamos aprovechar la energía que desprende esta ciudad para transformarla en un santuario dedicado al culto a la vida. Una tierra tan fecunda como Ceuta en la generación de mitologías tiene que jugar un papel importante en la conformación del emergente mito de la vida. Tal y como dijo Joseph Campbell, necesitamos mitos que identifiquen al individuo no con un grupo local sino con el planeta. Si queremos salvar a la tierra de su destrucción a manos del dislocado ser humano, debemos recuperar la hermandad perdida con la naturaleza y con nuestros semejantes. Los muros que separan a los pueblos del mundo son cada vez más altos e infranqueables. Las fronteras sirven ahora para contener la pobreza que rodean a los países desarrollados. Sin igualdad en el acceso a la riqueza, a la justicia y a la democracia resulta imposible el ansiado universalismo.
De todos estos temas cruciales para el futuro de la humanidad tiene Ceuta algo importante que decir. Podríamos hacer de nuestra ciudad un punto de encuentro de todos aquellos pensadores, activistas y artistas que trabajan para que la renovación de la vida no se detenga y para que la unio mystica entre el principio masculino y el femenino llegue a ser una realidad. Llevamos demasiado tiempo bajo el dominio del patriarcado y su obsesión con el materialismo, el individualismo y la extraversión. Ahora, más que nunca, necesitamos el cultivo del principio femenino y sus inherentes cualidades de la receptividad, el cuidado, las emociones y los sentimientos, así como la relación positiva con la naturaleza y el conjunto de la humanidad. Todo esto será posible si salimos de nuestra pasividad y pesimismo para abrazar la posibilidad de la llegada de grandes cosas para Ceuta.

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