autor: Ana Isabel Espinosa

Los lápices que se quedan sin punta, las gomas deformes en su pequeñez, los restos de comida que se olvidan ...

No podemos ser culpables eternos de lo sucedido. Es más, si no se puede cambiar, para qué martirizarnos. El día ...

No hay nada como la verdad a secas. Ya me entienden, tipo Scully y Malder que se lo pasaban bomba ...

Sabes que te has hecho mayor cuando te teclean las articulaciones. No es el vaivén cansino de los cruceros aparcados ...

Por mucho que cambien las circunstancias, la vida seguirá igual hasta que el meteorito haga su trabajo. No pudo con ...

Un clic clac sostenido por un viento en calma virando al oeste, se escucha en mitad de la tarde en ...

Los hippies ya no son lo que eran, porque Internet ha segado conciencias y su inmediatez hace casi imposible la ...

Sevilla es pañuelo de mis lágrimas porque se las lleva deshechas a mitad del río. Lo fue en su momento ...

El mundo siempre fue a la deriva cabalgando entre siglos sin siglas, atmosferas cambiantes y unos que se iban y ...

No sé si han visto una patera abandonada en mitad de la nada con cargamento que a nadie le importa ...