Febrero de 2024. Fue entonces cuando empezó a escribirse en los juzgados y despachos policiales la Operación ATAM-Macetero contra el tráfico de drogas y la corrupción policial. Un año después, la gran mayoría de los detenidos está en prisión preventiva, entre ellos un agente de la Guardia Civil de servicio en Ceuta desde 2015.
Durante este tiempo es imposible poner una cifra redonda a la cantidad de droga que ha podido salir desde nuestra ciudad en dirección a Algeciras. Sobre el terreno se manejan los alijos que sí fueron decomisados y que superan los 800 kilos de hachís.
No había piedad. Incluso algunos de esos pases se hacían con total desvergüenza, en modo kamikaze, con el hachís en el maletero como quien echa las bolsas de la compra. Se sabían protegidos y lo estuvieron durante mucho tiempo.
La red desarticulada entre la UDYCO de la Policía Nacional y el Servicio de Información de la Guardia Civil ha supuesto un duro golpe a una organización que operaba sin miramiento, con transportistas, proveedores de la droga y recepcionistas afincados en el Campo de Gibraltar o la Costa del Sol.
Levantado el secreto de sumario que con celo mantuvo hasta el pasado martes el titular del Juzgado de Instrucción número 5, El Faro ha accedido a detalles en torno a esta operativa que ha convulsionado la ciudad y que tendrá, a buen seguro, más consecuencias.
Cargas de droga y embarques según horas
Los pasadores de droga cargaban la mercancía en garajes de la ciudad ubicados en barriadas concretas como el Príncipe o Miramar. Allí preparaban esos vehículos caleteados. El sistema era el tradicional, el que de toda la vida ha alimentado a los narcos asentados en Ceuta: cruzar el puerto contando con la connivencia de quien, debiendo vigilar, no lo hacía.
El pase, tal y como se recoge en la investigación, tenía que llevarse a cabo en una hora concreta. Se medía muy bien ese detalle porque de él dependía que las cargas llegaran al otro lado del Estrecho.
Así, fueron embarcando coches y coches hasta que la detención de uno de ellos, cargado con más de 80 kilos de hachís, hizo saltar por los aires todo el negocio. Comenzaría así una investigación inicial de la Policía Nacional que se cruzaría con otra desarrollada por la Guardia Civil. Lo que le faltaba a un Cuerpo lo tenía el otro, así que el juzgado decidió la medida más acertada: que la investigación siguiera avanzando unida para obtener los mejores resultados que culminaron con el despliegue de decenas de agentes de ambas fuerzas de seguridad por diferentes barrios en la madrugada del 10 al 11 de febrero.
Geolocalización en vehículos y grabación de sonido ambiente para burlar la protección de los narcos
Mantener durante un tiempo una investigación en Ceuta es complicado, más aún si entre los sospechosos se encuentra un agente de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado que sabe perfectamente cómo trabajan los suyos.
A las tradicionales escuchas y seguimientos que se utilizan en cualquier operativo básico, tuvieron que incorporarse dispositivos más avanzados como los de geolocalización en vehículos o la grabación de sonido ambiente. Todo ello con vistas a recopilar la mayor parte de pruebas que sustentaran, como así se logró, la investigación.
Se trataba de burlar la protección que adoptaban los propios implicados, que usaban móviles exclusivos para hablar de sus negocios, se reunían en sitios fuera de Ceuta o incluso manejaban información que nunca, quien se mueve al margen de la ley, debería conocer. Por ejemplo, que estaban siendo investigados.
En la ristra de conversaciones captadas por los agentes se comprueba cómo los ya detenidos conocen que están siendo investigados, aunque no llegan a saber hasta qué punto o si realmente existía algo contra ellos. La UDYCO se blindó, al igual que el Servicio de Información de la Guardia Civil, trabajando con una doble carga de presión: obtener pruebas que fundamentaran las medidas de prisión que finalmente adoptó su señoría, pero también enrocarse en un trabajo que no podía tener ni una sola quiebra, mucho menos una filtración que diera al traste con todo.
Las investigaciones apuntaban a la existencia de un grupo dedicado al transporte y distribución de hachís usando vehículos, pero había que avanzar para señalar a todos los implicados que estaban participando en dicho negocio.
Un entramado de personas sin trabajo y muchos de ellos con antecedentes
Todo funcionaba en base a un complejo entramado de personas, muchas de ellas relacionadas con el mundo del narcotráfico y a las que no se les conoce una relación laboral por la que obtener ingresos.
Tenían gran capacidad para reunir recursos, tanto humanos como materiales, usando coches con dobles fondos y transformando el narcotráfico en su modo de vida.
Buena parte de los implicados en la ‘ATAM-Macetero’ estaban asentados en Ceuta, mientras que en Algeciras residía un ceutí que ha desempeñado un papel importante en el reparto de los roles. En total han sido 24 detenidos en todo un año, ahí se encuentran los pasadores de hachís en ruedas de coches Audi o cuantiosos servicios antidroga que se han llevado a cabo en el puerto y que todavía no han sido juzgados porque forman parte de esta investigación.
Así, esos sucesos que en su día formaron parte de la crónica periodística no eran aislados, todos tenían que ver con el corazón de esta organización.
Esta semana se colocaron los grilletes a 13 personas, entre ellas el componente de la Guardia Civil que en los últimos meses hablaba abiertamente de sus negocios e incluso fue víctima de un atraco a punta de pistola que nunca denunció. Le quitaron el dinero que llevaba en su poder y que, evidentemente, no podía justificar. Doce de esas trece personas están en prisión preventiva.
Entre los investigados existía plena confianza: ahí estaban los suministradores de droga, los receptores, quienes se encargaban de colocar la mercancía en los coches, los intermediarios… Todos ajustados en esa pirámide delincuencial que ha logrado derribar, en una operación histórica por la cooperación entre dos Cuerpos, tanto la Guardia Civil como la Policía.
Fruto de esas investigaciones y seguimientos se pudo comprobar la gran cantidad de vehículos que usaban los miembros de la red, pero también las medidas de seguridad que adoptaban cambiando de teléfonos móviles y evitando comunicaciones directas.
El papel "activo" del agente detenido y cobros de 5.000 euros
Los componentes de la red contaban con el apoyo del guardia civil que estaba siendo investigado por los componentes del Servicio de Información. A él se llegó gracias al rastreo de la Benemérita, era la pieza que faltaba en el tablero.
Su actitud se tornaba pasiva cuando, estando de servicio, cruzaban los vehículos de la organización cargados de droga. Las cámaras del propio puerto han recogido su proceder, pero más graves aún son los contenidos de las escuchas y las conclusiones que, de las mismas, han sacado los investigadores.
No tienen duda, por ejemplo, de que ejercía un “papel activo” a la hora de facilitar la entrada de la droga en Algeciras, “haciendo caso omiso” en el momento del paso del vehículo. Varios de los transportistas embarcaron sin problema, a pesar de, por ejemplo, llevar la droga a la vista. Solo abrir el maletero hubiera sido suficiente, pero ni eso se hizo.
Destinado en la Compañía Fiscal desde septiembre de 2015, conocía perfectamente el funcionamiento, horarios y controles que se cumplen en la estación marítima, así como la manera de realizar esas actividades sin levantar sospechas del resto de compañeros de la unidad que sí cumplían con la ley.
¿Qué ganaba con ello? Los investigadores mantienen que a cambio de esa cooperación con dos organizaciones dedicadas al tráfico de drogas recibía dinero, en torno a los 5.000 euros por cada transporte.
Es lo que los investigadores creen, vinculándole con dos grupos que usaban el mismo modus operandi, pero operaban por separado bajo conocimiento, favorecimiento y aquiescencia del agente.
El entramado criminal estaba perfectamente organizado. A través de aplicaciones como Telegram se comunicaba el día y hora del pase. Se manejaban además teléfonos empleados exclusivamente para agenciar los traslados de la droga usando claves para entenderse.
"Quillo me has cogido el coche, lo has parado… me vas a arruinar"
Durante meses Policía y Guardia Civil estuvieron haciendo seguimientos, producto de los mismos asoman las conversaciones que pudieron captar entre sospechosos y el agente detenido. Una de ellas cuando un vehículo cargado de hachís debería haber pasado el filtro, pero otro componente del Instituto Armado se adelantó y lo registró como se debía hacer siempre, desbaratando así el plan.
“Quillo, me has cogido el coche tío, está ahí, lo has parado”, le dice uno de los implicados al agente al comprobar que habían detenido uno de los vehículos con hachís. Este le responde: “No, yo no tío. Yo no tío, yo no, yo no, ha sido el otro, que malamente lo tenéis hecho cojones”.
“No me jodas me vas a arruinar”, le afea el dueño de la mercancía. Había sido intervenido un coche con 86 kilos de hachís. Tras ese cruce de palabras, el agente cambia de móvil. Los investigadores sospechan que lo hace para seguir hablando sin miedo a ser controlado, echando mano de una doble medida de seguridad.
Las cámaras recogen cómo al paso del vehículo sale un agente del Servicio Cinológico mientras que el ahora detenido hace una mera revisión superficial del maletero. El primer guardia civil le indica que inspeccione el coche en la zona del Foso. Los investigadores hacen mención a “la pasividad desmesurada” del detenido, ya que su compañero le tuvo que reiterar “en varias ocasiones el supuesto doble fondo que se observaba en el vehículo mientras que este decía no encontrar ningún problema a simple vista”.
“Es bastante claro que dicho guardia civil tenía conocimiento sobre el vehículo que iba a cruzar con sustancias estupefacientes hacia la Península y no quería que fuese inspeccionado de manera exhaustiva, producto de la participación de manera activa en la organización criminal investigada”, se concluye en la investigación.
En esa ocasión se torció el negocio, pero la relación continuó buscando una única meta: “Que el guardia civil hiciera caso omiso de su labor y no interceptara los vehículos que la organización le ordene, como la explicación ante cualquier vicisitud que frustre sus planes de introducir droga en la península cuando se encuentra de servicio, siendo él mismo el encargado de salvaguardar el conducto entre Ceuta y la Península. Todo ello valiéndose de su condición de miembro de la Guardia Civil y del servicio específico que prestaba en el control fiscal de vehículos en el puerto de Ceuta”.
Tres pases al mes "porque la barriga grande explota, hermano"
Durante meses las conversaciones continuaron, así como la preparación continuada de embarques para colar la droga que entraba en Ceuta en el mercado peninsular. En una de ellas el agente afirma que “durante el 30 de y el 2 de junio va a estar ocupado porque quiere ampliar el negocio e invertir en él para que pueda trabajar un año y medio en vez de estar 4 ó 5 años trabajando”.
Para los investigadores este comentario es importante ya que “posiblemente quiera seguir trabajando con la organización durante un periodo concreto no superior a un año y medio para poder jubilarse lo antes posible con una suma de dinero considerable proporcionado por el salvoconducto del tráfico de drogas hacia la Península”.
Los detalles son recogidos en la investigación, detalles como el interés en que no quedaran reflejados tantos movimientos bancarios en cuentas corrientes para evitar cualquier investigación de ámbito financiero.
Hablan de realizar pases a horas concretas, facilitando indicaciones de cuándo está el perrero y cuándo se va. Se habla de hacer “3 pases al mes, porque la barriga grande, hermano, se explota”.
El propio guardia civil muestra su recelo por algunos compañeros con los que no quiere coincidir en turnos, haciendo mención a uno de ellos como que es “muy porculero”. Sin estar él presente, podrá abrir el maletero tranquilamente y “pum, pum vámonos, como siempre”. Con él delante, no.
Advierte de que hay que tener cuidado con la ODAIFI “porque tienen base de datos de todos los embarques, y saben todo”, ofreciendo consejos para despistar esos controles.
“¿Te parece bien 5 por coche? Si te parece un poquito de más lo bajamos, a mí me gustan las cosas justas, tampoco quiero pasarme”, propone, lo que hace sospechar a los investigadores de que ese es el precio del cobro.
Tras el análisis de esos comentarios se deduce que el agente acuerda realizar el pase tres veces al mes, buscando los horarios mejores. Las conversaciones las mantienen por un teléfono que no está a su nombre, que se encuentra “limpio” y que siempre deja en casa. Los cobros insiste en hacerlos en mano.
Embarques medidos al detalle y miedo a ser detenidos
Las conversaciones obtenidas en los cuantiosos seguimientos llevados a cabo reflejan las medidas de seguridad que se mantenían para, por ejemplo, evitar que pasaran dos vehículos a la vez de la misma organización.
Sospechan que el agente ha estado trabajando para dos organizaciones y que algunos pases fructificaron, apreciaciones derivadas de expresiones del tipo: “¿Hoy de puta madre?”, le preguntan. “De lujo”, contesta el miembro del Instituto Armado.
Conforme avanzan las investigaciones, los sospechosos empiezan a temer que están siendo marcados, lo que les hace cambiar su modo de protegerse.
Hablan acerca de que tienen que mantener las medidas de seguridad incluso en las actividades que realizan de forma cotidiana, manteniendo las conversaciones a través de aplicaciones de mensajería que no puedan ser observadas o con videollamada.
Uno dice tener amigos en las fuerzas de seguridad y en grupos muy concretos de investigación. Hechos que, valoran los investigadores, “evidencian que la organización criminal llega incluso a contar con la participación de algún miembro perteneciente a dichas Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, como así ha quedado acreditado, que le facilita la impunidad de sus acciones criminales graves. Asesoran a los investigados en cuanto a las acciones y medidas de seguridad que deben tomar a fin de ejecutar el ilícito penal sin inconveniente, llegando a dificultar enormemente la investigación”.
Los investigados llegan a confesar que son conscientes de que hay una investigación abierta, pero no hasta qué punto los estaban siguiendo. Uno llega a indicar que le han dicho que tiene “un control específico”.
“Con esta expresión nuevamente se reitera que los investigados cuentan con el asesoramiento de miembros de las Fuerzas y Cuerpos de seguridad ya que el término control específico corresponde con señalamientos sobre personas que únicamente se entienden en el argot policial”.
Llega la fase estelar, hay que detener
Los participantes en la ‘ATAM-Macetero’ ejecutaron el operativo la madrugada del 10 al 11 de febrero, tras considerar que tenían armada una investigación y después de señalar los domicilios en donde, consideraban, iban a estar los investigados.
Desde las 5:00 horas se pusieron en marcha. Servicio de Información, GRS, GAR, patrullas, pero también UDYCO, UPR, UIP, guías caninos. Decenas y decenas de agentes con apoyo aéreo que se repartieron las casas a las que debían acceder, los garajes que tenían que registrar, así como los inmuebles sobre los que tenían sospecha.
El grueso del operativo se hizo en Ceuta, también en Algeciras y Zaragoza, en la vivienda de la pareja del guardia civil detenido.
Durante meses y meses funcionó una cadena asociada al narcotráfico con eslabones perfectamente engarzados. Esa cadena terminó rompiéndose esta semana, terminando con la tensión de muchos meses, de escuchas de cuantiosas grabaciones que llegaban a sonrojar a compañeros por el contenido de las mismas.
El negocio de la droga mueve mucho dinero, capta voluntades, compra perfiles profesionales cuyo papel es, precisamente, el atacar las organizaciones. Ceuta se sitúa en ese triángulo explotado por quienes viven del narcotráfico hasta convertirlo en su modo de vida. La ‘ATAM-Macetero’ ha supuesto un duro golpe, uno más en la línea de flotación.
Tranquilos que seguro que durante el proceso judicial se encuentran defectos de forma y acaban todos en libertad
Y cuando el vehículo con la droga llegaba a Algeciras, como pasaba los controles de la Policía y de la Guardia Civil ?.
Eso me pregunto, como termina cruzando el control, porque es el mismo de los que vienen de Marruecos, !!!!
Y ese guardia civil cuando salga de la carcel volverá a ser guardia civil?? O ya lo echarán del cuerpo?? Lo más sensato es que no vuelva a ser guardia civil, no??
No,una vez que haya condena firme,sale publicado ipso-facto en el BOD,la pérdida de condición de militar de carrera,y causa baja definitiva. Sin derecho a nada cuando salga de prisión.