Todo tiene su final, pero todo es eterno en los recuerdos y el cariño que nacen de una vida compartida entre entregas incondicionales. Es el caso de María Márquez y Mercedes Blanch, dos auxiliares de ayuda a domicilio de Cruz Blanca en Ceuta que hoy dicen adiós a su trabajo por jubilación rodeadas de amor.
Miles de personas pasan a diario por centenares de trabajos y nada tiene de espectacular, pero personas como María y Mercedes sí merecen el reconocimiento que se han ganado tras sembrar durante años historias llenas de afecto y amistad.
Una jubilación llena de amor
Hoy era el día. Rodeadas de sus compañeras -muchas de ellas más que eso; amigas o como bien han dicho ellas mismas, hermanas con distinta sangre- han disfrutado de una despedida laboral en la Terraza de Menchu con una deliciosa comida, su correspondiente mesa de chuches decorada con globos y muchos regalos sorpresa.
Ambas han quedado boquiabiertas con la celebración que sus compañeras de toda una vida tenían organizada para ellas por la devoción y entrega que durante tanto tiempo han demostrado en su trabajo.
Ser auxiliar de ayuda a domicilio en Cruz Blanca significa compartir innumerables experiencias de vida con personas desconocidas que se vuelven familia y sobre esto nos ha hablado Mercedes Blanch.
Mercedes Blanch
Ella entró a trabajar a Cruz Blanca con 32 años, y con 64 se despide de Cruz Blanca. “Ha sido como mi segunda familia. Ellas son hermanas, hijas, madres, amigas y así seguiremos todas”, comenzaba relatando Mercedes.
Esta buena compañera y amiga ha dicho sentirse muy orgullosa por formar parte de todo lo vivido hoy en esta zona céntrica de la ciudad. Esta ha sido una comida sorpresa, pero no solo por esto Mercedes está “muy contenta por tenerlas”.
La emoción ha brotado de Mercedes por el cariño demostrado en el día de hoy hacia su persona, un cariño que ella devuelve y se extiende más allá de los meros quehaceres laborales.
Una anécdota para recordar
Hablando de trabajo y anécdotas, Mercedes ha contado una anécdota entre risas que ha despertado las carcajadas de algunas de las presentes.
“Un día estaba limpiando en casa de una usuaria y vi una palangana con agua sucia y la tiré inmediatamente. A esto que viene la mujer y me dice: ‘¿dónde está lo que había en la palangana?’. Y claro, le dije que lo había tirado y fregado todo”, cuenta Mercedes.
¿¡Pero qué has hecho!?
Para su sorpresa la señora con las manos en la cabeza le dijo: “¡Pero qué has hecho Mercedes! Estaba haciendo roscos y solamente me faltaba echarle la harina”.
Mercedes salió corriendo a por los ingredientes para rehacer todo lo que anteriormente había arrojado a la basura y juntas se pusieron manos a la obra para preparar unos roscos bien ricos.
“Y lo hicimos. Entonces, en los primeros roscos estaba el aceite muy caliente y se hicieron muy pronto, pero por dentro estaban crudos y no lo sabíamos. Yo me llevé unos a mi casa para mis niños y cuando mi hijo le metió el diente me dice: ‘¡ay! Mamá, los que me gustan, rellenos de crema”, ha contado Mercedes entre carcajadas recordando uno de los momentos más divertidos que su trabajo le ha brindado.
Para esta mujer, dedicar su vida al servicio de otras personas significa sentir una enorme gratificación porque según ella misma ha asegurado “siempre dejaba a los usuarios muy contentos” y esto a ella la alegraba enormemente.
“De hecho, tengo contacto con ellos todavía”, acentúa.
María Márquez
Por su parte, María Márquez, comenzó a formar parte de Cruz Blanca a sus 46 años y le dice adió a sus 67.
“Estoy muy agradecida a Cruz Blanca por darme la oportunidad de trabajar porque estoy muy contenta de haber compartido tanto con los usuarios y de que estos hayan quedado tan contentos conmigo. He tenido mucha suerte en ese aspecto”, dice.
Para María, es “muy gratificante ayudar a otras personas porque muchas de ellas carecen de familia” y entonces, se quiera o no, quienes brindan su mano al servicio de estos ocupan ese lugar que se halla vacío.
Un calor que se multiplica
“En estos casos, ellos solamente tienen ese pequeño calor que le damos nosotros cuando vamos. No todo el mundo está en esta situación, pero sí hay muchos, lamentablemente, y con nosotras se sienten acompañados”.
María ha mirado a su alrededor y más que a compañeras, en los rostros de muchas de ellas veía hermanas. Sobre todo, en los ojos de quien estaba sentada a su izquierda, en ella, encontraba una hermana.
Dulzura y respeto
Para las dos homenajeadas, esta celebración ha sido un plan estupendo y un momento lleno de cariño y amor, además de dulzura y muestras de respeto y afecto.
Ahora, tras años dedicados a la vida laboral, toca descansar y disfrutar. María dirá adiós a Ceuta para refugiarse en el calor de los suyos y Mercedes tiene previsto viajar tanto como pueda.
Testimonios de amigos
Como decía, más que compañera, es una hermana para María y ella es Manuela Durán, quien ha dicho de esta que tiene “un corazón que no le cabe en el pecho y, además, como trabajadora, con los usuarios, siempre ha sido muy cariñosa y buena. Es mi amiga y hermana desde hace ya muchos años”.
Rosa Galván, compañera de ambas, ha asegurado que tras más de 30 años conociéndolas, puede testimoniar que “son estupendas y muy buenas personas, tanto con los usuarios como con la plantilla”.
Sin lugar a dudas, a estas dos súper trabajadoras de Cruz Blanca se les echará mucho de menos.
Un recuerdo eterno
Para finalizar, Carmen Luna, hija de María del Carmen Regueiro, una de las primeras coordinadoras de este servicio de Cruz Blanca, ha querido recordar a su madre, que ya no está entre nosotros, quien fue compañera también de estas dos mujeres.
“Sé que mi madre, aunque haya fallecido, donde quiera que esté ahora, se siente muy orgullosa de estas dos mujeres porque son dos de las mejores trabajadoras de esta empresa y yo les guardo mucho cariño porque es un regalo que mi madre me dejó”.
Un cariño desbordante
Con el corazón en un puño también ha querido hacerles llegar que las quiere muchísimo y que son “personas que nunca ponen pegas para nada” y, por supuesto, “las vamos a echar mucho de menos”.
“Son cariñosas con los abuelos y sé que las va a echar de menos todo el mundo”, finalizaba Carmen Luna.
Los regalos tampoco han faltado en este evento. Ambas galardonadas han sido merecedoras de un ramo de flores, una muñeca hecha por Carmen al puro estilo personal de cada una y una pulsera preciosa para cada una de ellas.
Regalos que más que obsequios son una muestra de amor y respeto por ser una buena persona en casa, en el trabajo y allá donde vayan.