¿Fue el crimen de Mª Ángeles Lozano un caso de violencia de género? Esto es lo que se ha tratado de concretar ante el Tribunal del Jurado este martes, al objeto de saber si el asesinato cometido en Ceuta en marzo de 2022 puede encuadrarse en este tipo de sucesos.
Para ello, se ha practicado una pericial contando con versiones enfrentadas.
Por un lado, la del doctor Cabrera, quien mantiene que no lo fue, porque el acusado “tenía la voluntad anulada” y entonces no se produjo “un disparo” a la víctima “por ser mujer”.
Dice Cabrera que, a la mujer, en casos de violencia de género, se la mata por eso, por esa condición sexual, pero si el acusado tiene anulada su voluntad no puede actuar contra una mujer por ese motivo en concreto.
“Al haber una anulación de la voluntad, se desdibuja esa violencia de género”, ha concretado.
“Un zafarrancho en el que hubo disparos”
Insiste en que la mató no por ser mujer sino porque ese “delirio, en un zafarrancho en el que hubo disparos, uno de ellos le dio a su mujer”.
Cabrera recalca además que no había antecedentes de denuncias ni tampoco ha encontrado “un solo antecedente en su vida matrimonial que indicara que la quería matar”, ha dicho.
Que la víctima fuera sumisa y el acusado un megalómano, o que ese día 3 en el que el policía local tuvo la última sesión con su psiquiatra supiera que le iba a pedir el divorcio, no son datos que ha considerado que deban ser tenidos en cuenta a la hora de dibujar un cuadro asociado a este tipo de violencia.
“En ese zafarrancho el arma se disparó, en ese delirio”, ha insistido Cabrera, considerando que se está ante un acusado que “no estaba en sus facultades”.
Preguntado sobre el resultado del volcado del teléfono móvil del acusado y la inexistencia de mensajes relacionados con la violencia machista, Cabrera ha indicado que “sería lógico” que hubieran aparecido. También ha deslizado, sin querer mojarse demasiado, que los crímenes pueden tender a engrandecerse para ser visualizados como casos de violencia de género ante el cobro de indemnizaciones, “pero no puedo entrar a valorar esto”, ha zanjado.
Otra visión bien distinta
Frente a Cabrera y la visión inexistente sobre ese caso de violencia de género que existe de trasfondo en este crimen están las valoraciones de psicólogos forenses que consideran que el escenario dado visualiza esa situación.
Sí aprecian un escenario de malos tratos hacia la víctima y la hija que tenían en común, que tuvo que asimilar esas prácticas conforme fue creciendo.
Hay “frases genuinas” compatibles con ese tipo de casos como la de “te voy a romper la cabeza”.
No hubo denuncias, pero se ha expuesto que en los casos de víctimas de violencia de género muchas veces no se presentan por miedo, por los juicios de valor que pueden hacerse, por el qué dirán, y más aún cuando se trabaja en el Ministerio de Justicia, como le sucedió a la víctima, que se conocen los trámites duros que se dan.
Que no haya denuncia no exime que pueda darse esa situación. Además, están las consecuencias en el entorno familiar, el miedo a las represalias. “La repercusión es tan grande que no” les lleva a denunciar.
La alerta de riesgo que desencadenó esa reacción fue el saber que la víctima quería divorciarse, existiendo una “motivación” debajo de ese delirio.
La hija de la pareja
Los psicólogos forenses han estudiado además el perfil de la hija de la pareja, testigo clave, para quien su madre era “su principal vínculo en su vida”. En ella han encontrado la “frustración” por no haber visto lo que estaba pasando en el matrimonio, entendiendo después que su madre no narraba episodios para protegerla.
Los expertos han valorado también los daños que este crimen han causado en quien por aquel entonces era menor de edad.
“No hubo alteración total de su capacidad”
El Tribunal del Jurado también ha podido escuchar en la tarde de este martes las declaraciones de unos psicólogos forenses que han formado parte de la pericial psiquiátrica aportando así su punto de vista.
Estos profesionales tienen en cuenta aspectos globales del acusado, aspectos de su vida personal más allá de su salud mental, complementando así el relato ofrecido previamente por los psiquiatras.
Su competencia específica en el ámbito jurídico o forense se ha tenido en cuenta en esta pericial. Han concluido que su capacidad de acción no estaba mermada totalmente, sino solo de forma parcial.
Valoraron la sucesión de hechos, por ejemplo, si el acusado era capaz de tomar decisiones tras el crimen. Y así aludieron a datos como que pudo tomar decisiones tras el suceso como fue el detalle de lavarse las manos amén de que estaba consciente y era coherente nada más ocurrir el asesinato tal y como manifestó la primera médica que lo atendió.
Según los psicólogos “no hubo” por tanto “una alteración total de la capacidad ni volitiva ni cognitiva”, al haber detalles como que, estando en el trabajo, tomó la determinación de marchar a su casa, discutió y después quiso revertir lo que había hecho lavándose las manos.
La clave está en el grado, en cuánto de grave fue esa alteración, algo que no se ha dejado concretado.
“Quería amenazar”
“Su forma” de actuar “fue incompatible con una alteración total de las capacidades cognitivas y volitivas”, han insistido.
¿Y hubo intencionalidad? Sobre esto también se ha preguntado, sobre si al usar un arma cargada hubo intención de usarla.
Los psicólogos consideran que la intención existió, pero más fue para “mandar un mensaje”. Ya saber hasta dónde llega esa intención es “difícil” saberlo.
Es una acción que lleva a un hecho, pero los psicólogos entienden que al acusado “se le fue de las manos” ya que su intención era la de “amenazar” con todo lo que tenía a mano, de ahí que montara una “escenificación posible”, sacando el arma, amedrentando a la mujer de la que tenía celos y sospechas, además de conocimiento de su intención de separarse.
“Pero creo que solo quería amenazar”, ha insistido en varias ocasiones. En esa amenaza le “suelta” además información como las frases de “dile lo que me estás haciendo”, dirigidas a la víctima ante la hija de ambos.
Como es posible que un policía con antecedentes psiquiátricos no lleve un seguimiento médico por parte de la misma policía?. En manos de quien nos deja la administración?
Es una irresponsabilidad total que este policía estuviera trabajando.
Es fácil entender, y difícil de explicar. Los médicos no dan detalles de las patologías del enfermo, entonces no se puede actuar desde el trabajo. Por otro lado, si quién dirige la Policía se mojase y obligará a pasar un tribunal médico para ver la situación del funcionario, los sindicatos montarían el pollo, y eso a quien tiene un puesto a dedo, no le interesa. Así de fácil.
Porque este individuo tenía una pistola en su casa estando fuera de servicio? Porqué la psiquiatra no informa a los mandos de la situación médica?