La Audiencia Nacional ha condenado a 17 años de prisión a dos terroristas detenidos en 2017 que se reunían periódicamente en Ceuta para ensalzar "acciones terroristas suicidas" del Dáesh "al objeto de incitar a los asistentes a la comisión de acciones similares", y que tenían en su poder armas de guerra.
La sección tercera de lo Penal ha considerado a Abdelilah C.B., alias Stilike, de 37 años y nacido en Marruecos, e Icham A.M., de 36 años y nacido en Ceuta, autores de los delitos de participación activa en organización terrorista y depósito de armas de guerra con fines terroristas.
Según el tribunal, ha quedado acreditado que los condenados formaban parte de un grupo que se reunían "en la más estricta confidencialidad" cada jueves en el garaje de Abdelilah C.B., en la zona de Arcos Quebrados, en el barrio ceutí de El Príncipe, "para tratar temas de la yihad islámica".
En los encuentros, prosigue la sentencia, los condenados radicalizaban "en los postulados más extremistas del salafismo, exhibiendo vídeos y haciendo escuchar cánticos yihadistas (...)" y se dedicaban a ensalzar atentados suicidas del Dáesh y a incitar a cometer actos similares.
No se trata, por tanto, "de una colaboración puntual", sino de "una pertenencia activa en una organización terrorista", dispuesta a hacer lo necesario para alterar la paz pública.
Credibilidad al testigo protegido
El tribunal da credibilidad al testimonio del testigo protegido, que conocía a los condenados porque durante un tiempo se dedicaron al tráfico de drogas, y les denunció "por el bien de la sociedad".
Este testigo llegó a manifestar en el juicio que en las reuniones se habló de hacer "algo en Ceuta" por los "hermanos".
Gracias a su revelación, se comprobó que los condenados estaban en posesión de armas de guerra -un fusil de asalto con munición y dos machetes-, que fueron halladas en un descampado donde Icham A. "y otras personas desconocidas" lo escondieron.
Las armas, procedentes de Marruecos, pertenecían al tío de Abdelilah C.B., quien, antes de ser detenido para acabar cumpliendo condena por un delito de pertenencia a organización terrorista, las guardó en el garaje.
Después, por seguridad "ante las detenciones" que se habían producido en el marco de una operación policial contra el yihadismo en Ceuta, Icham y otras personas decidieron enterrarlas en un descampado.
En relación al testigo protegido, la Sala tiene en cuenta la gravedad que supone "delatar a un grupo criminal de carácter terrorista en una ciudad pequeña como es Ceuta" y considera su testimonio fuente de prueba, en detrimento de los argumentos de las defensas, quienes "nada han aportado para desvirtuar las pruebas de cargo ofrecidas por el Ministerio Fiscal".
"Lo cierto, en conclusión, es que los vídeos exhibidos en el juicio oral encontrados en los registros de los domicilios de los acusados reflejados en los hechos probados, así como las armas a su disposición, permiten concluir que ambos acusados formaban parte de una organización de carácter terrorista", sentencia la Sala.