A principios de este mes de abril, los medios de comunicación se hacían eco de los informes oficiales sobre las listas de espera en la Sanidad Pública. Un total de 849.535 pacientes esperaban el 31 de diciembre turno para ser intervenidos quirúrgicamente en un centro sanitario de cualquiera de las comunidades autónomas españolas. Eran 30.000 más que seis meses antes. También se incrementaba la demora media de los días que trascurren desde que el médico decide que el paciente se opere, hasta que pasa por el quirófano, pasando de los 112 a los 128 días.
Una de las Comunidades con peores resultados en casi todos los indicadores es Andalucía, como corrobora el último estudio del sindicato Comisiones Obreras. Entre sus principales conclusiones nos dice que en diciembre de 2023 un total de 1.078.271 andaluces se encontraban en lista de espera para una actuación sanitaria, lo que suponía un 12,98% de la población protegida y un 30% más que en España. Pero nos daban más datos.
La espera media para una intervención quirúrgica en Andalucía llegaba a los 174 días, la segunda comunidad con mayor cifra. El número de pacientes en lista de espera de consultas externas crece respecto al año anterior y alcanza la tasa de 105,13 pacientes en espera por cada 1000 habitantes, la tercera mayor de todas las comunidades. Pero también el tiempo medio de espera sube hasta los 143 días, más del doble de lo garantizado por normativa, colocándonos como la segunda comunidad con mayor tiempo medio de espera.
Es decir, han bastado unos pocos años de mayoría absoluta en el gobierno de Andalucía por parte de los actuales gobernantes conservadores, para que nos situemos a la cabeza de todo el país en deterioro de nuestra Sanidad pública. Porque, sin duda alguna, las listas de espera son el indicador más fiable para evaluar la calidad del sistema sanitario. No olvidemos que mientras que los precios son la variable que se utiliza para regular la demanda de productos, las colas y, por tanto, las listas de espera son las que controlan la demanda de los bienes públicos gratuitos. A mayor incremento de lista de espera, mayor desajuste entre demanda (entendida como necesidad expresada) y oferta (provisión de servicios).
En Investigación Operativa existe un problema estadístico clásico denominado “teoría de colas”, cuya modelización se atribuye al ingeniero A.K. Erlang, que aplicó técnicas probabilísticas para determinar la cantidad óptima de líneas telefónicas en una centralita. A partir de ahí, pronto surgieron modelos para aplicar a los aeropuertos, a las colas de los supermercados, al reparto de mercancías o a los pacientes que esperan ser atendidos por un médico. Pero todos los modelos partían de una serie de consideraciones teóricas básicas que debían ser tenidas en cuenta.
Así, en referencia a la estructura de la cola debían de tenerse en cuenta factores como el comportamiento de las llegadas y salidas; la disciplina de la cola (forma en que se eligen los clientes para ser atendidos); y la organización del sistema (número de servidores, tipo de servicio, capacidad del sistema, comportamiento de los clientes y tipo de clientes que acceden al mismo). Así, un sistema no debe utilizar su capacidad total durante periodos muy largos de tiempo. También debe considerar que la congestión depende de la aleatoriedad con la que ocurran las entradas y las salidas. Y que una única cola es preferible a dos separadas.
Si tenemos en cuenta estos sencillos consejos de la teoría matemática de colas y los aplicamos al caso de las listas de espera de la Sanidad española, en general, y la andaluza en particular; y usamos algo de sentido común, podremos entender las distintas propuestas de mejora que plantean los expertos, los usuarios y algunos agentes sociales.
Así, parece que es urgente que se diseñen planes de choque auténticos que no estén fundamentados exclusivamente en conciertos con la sanidad privada. Optimizar los recursos disponibles con mejoras de utilización de quirófanos, consultas, pruebas diagnósticas y otras dependencias de los centros sanitarios e incremento de los incentivos es algo de sentido común. También que se eliminen los recortes asistenciales y quirúrgicos en verano.
Lo anterior ha de ser acompañado con una potenciación de la capacidad resolutiva diagnóstica y terapéutica de la Atención Primaria, así como la comunicación, la formación y la participación conjunta entre este nivel asistencial y la atención hospitalaria, como nos dice el sindicato de sanidad de Comisiones Obreras.
Y lo más importante. Por un lado, dotar de los medios necesarios que permitan una mejora de la situación, adecuando ratios y recursos. Por otro, dando la información de las listas de espera de manera realmente transparente.
Creo que este es el mejor camino para preservar nuestro sistema público sanitario de las intenciones privatizadoras del neoliberalismo conservador.