Buscamos paralelismos a lo que venimos observando en España respecto a su situación política e influencia en la salud mental de las personas, sin adentrarnos en asuntos que no son de nuestra competencia, que lo son de los servicios médicos.
En el presente caso, hemos encontrado algunas fuentes que nos pueden servir de punto de partida sobre el significado del término. “REIFICACIÓN”.
Una primera, se trata de un Artículo publicado por The New York Times, cuya autora es Danielle Carr, Profesora adjunta en el Instituto para la Sociedad y la Genética de la Universidad de California en Los Ángeles. Sostiene que algunos científicos sociales emplean el mismo sustantivo, “REIFICACIÓN”, para referirse al proceso mediante el cual los efectos de una determinada organización política con poder y recursos, hacen parecer una realidad objetiva e inevitable al conjunto de la sociedad.
Así, los síntomas de crisis políticas o sociales comienzan a “convertirse” en problemas para los que existen soluciones técnicas, claras y objetivas, siendo preferible, los resuelvan expertos capacitados. ¿Les suena?
La REIFICACIÓN, pues, traslada los problemas políticos “convirtiéndolos” en científicos o técnicos, por ejemplo, al efecto de que las luchas entre trabajadores, y empresas por la subida de salarios, pasen a parecerse a una subida del recibo de la luz, convirtiéndolo en “inflación”.
A quienes disponen de poder pues, les es muy útil hacer malabarismos con dicho término, porque con sus prestidigitaciones ocultan poder preguntar: “¿Quién provocó esto?” o “¿Quién se beneficia?”.
Un segundo de dichos paralelismos, lo encontramos según Wikipedia, mediante el significado del sustantivo, “Reificación” en nociones históricas del Marxismo “en convertir", o "hacer cosa".
Este concepto está vinculado a las nociones de Marx de alienación, proceso por el cual las personas se vuelven ajenas al mundo en el que viven y fetichismo de la mercancía, es decir, considerar al ser humano o viviente consciente y libre, como si fuera un objeto o cosa, pero realmente ni consciente, ni libre, “Reificando” sus relaciones humanas y sociales, a fin de que se conviertan en relaciones de consumo de unas personas respecto a otras.
Una tercera versión, ya más apegada a nuestra tierra, podría encontrase en lo que ha llamado nuestra atención. extraído de “The Conversation”, “Las psicopatologías de la clase política”, pasaje del artículo de Enric Soler Labajos, referido a “Enfermedades mentales en el ruedo político”. El psiquiatra y catedrático de la Universidad Complutense de Madrid Francisco Alonso Fernández, ya se efectuaba una serie de preguntas en 1978:
¿Cuántos políticos, llevados por factores personales, han cometido errores en sus gestiones? (…)
Cuando un político no disfruta de un estado de salud mental aceptable, su conducta rezuma peligrosidad”.
¿Son los hemiciclos parlamentarios lo mismo que el lienzo y el pincel con el que Salvador Dalí pudo convertir su “locura” en arte?; en cualquier caso, no tiene las mismas consecuencias una obra de arte surrealista que una toma de decisiones sesgada por una eventual distorsión de la realidad.
También, el neurólogo David Owen estudió durante siete años el cerebro de los líderes políticos y concluyó que: “El poder intoxica tanto que termina afectando al juicio de los dirigentes”.
Finalizando, al autor le resulta obvio que la segunda de la inicial dualidad citada al principio se estima abundante en nuestro País, justificada últimamente por los ciclones políticos que padecemos.
Consecuentemente, no es extraño que haya más episodios de estrés psicológico ante circunstancias objetivamente desequilibrantes como las actuales.
Recordarán que desde 2019, según el Eurobarómetro, les vengo comentando sobre la confianza de los españoles en Partidos Políticos y otras Instituciones y siempre son datos son reveladores: el 88 % desconfía de los partidos, el 79 % del Congreso y el 76 % del Gobierno.
En 2024, “no hay que desesperar, mantenemos cifras similares.