La magistrada titular del Juzgado de lo Penal número 2 dejó visto para sentencia el juicio seguido contra A.A. por dos delitos de amenazas y uno leve de daños cometidos contra trabajadores de Cepsa en el puerto, haciendo empleo de un cúter. Ocurrió en septiembre de 2018, siendo un episodio que se encuadró en las continuas situaciones de presión que sufren los empleados de esta empresa por parte de algunos inmigrantes de las escolleras, lo que les ha llevado incluso a concentrarse reclamando mayor seguridad.
El Ministerio Fiscal solicitó que se le impusiera dos años de prisión por cada delito de amenazas y una multa de 600 euros por daños. El acusado no se presentó al acto de juicio oral a pesar de haber sido citado en tiempo y forma, por lo que se celebró en ausencia. Se pudo escuchar así las declaraciones de varios trabajadores, entre ellos los dos afectados, todas ellas coincidentes en la narración del suceso. Así, una de las víctimas recordó que esa mañana del 27 de septiembre acudió a las 6:45 horas a su puesto de trabajo, en la terminal del muelle de la Puntilla. Allí se toparía con el acusado, quien de manera insistente le pidió tabaco. Al no conseguirlo, pateó la puerta de la caseta e intentó hacer lo mismo con un coche. Lo más grave se produjo cuando sacó un cúter con el que intentó agredir al trabajador, pero los reflejos de la víctima al apartarse de la dirección del cúter impidieron que le alcanzara en el cuello. De no haber actuado con rapidez para evitar esa agresión habría resultado lesionado.
Previamente el acusado había mantenido un enfrentamiento con otro trabajador de la misma empresa, justo en el turno anterior. A este no le llegó a intentar agredir con el cúter pero sí se lo mostró haciendo un gesto con su mano indicativo de que le iba a cortar el cuello, tildándole de racista por no haberle dado tampoco tabaco. Cuando la víctima se marchó de su trabajo, le arrojó una piedra desde las escolleras.
Trabajadores de Cepsa que estaban aquel día verificaron lo sucedido, destacando uno de ellos en relación al compañero atacado con el cúter que, si no le causó lesiones en el rostro, fue “porque Dios no quiso”. Otro matizó que de no haber sido por el reflejo del compañero le habría cortado porque “le pasó el cúter cerca de la cara”.
Todos coincidieron en manifestar que el acusado no estaba bebido, a pesar de que en instrucción dijo que había ingerido dos botellas de vodka y entre 30 y 40 cervezas junto a otros compatriotas. Los dos agentes de la Policía Portuaria que declararon manifestaron que, cuando detuvieron al agresor en las inmediaciones del Muelle, hablaba coherentemente, sin mostrar signos de haber consumido alcohol. Le hallaron el cúter usado en el bolsillo del pantalón.
Para el Ministerio Fiscal todas las testificales escuchadas en el acto de juicio oral dejan constatado la comisión de los delitos, existiendo prueba suficiente para la condena. El suceso se enmarca en una situación insostenible para los empleados, de hecho al juicio acudieron hasta nueve compañeros de las víctimas para estar a su lado y en solidaridad, porque a cualquiera de los trabajadores le pudo haber sucedido un hecho violento de este calado. Por contra lamentaron que no estuvo junto a ellos representante alguno de la empresa a pesar de que los sucesos se produjeron en horario laboral. Sí estuvo presente un abogado de la compañía.
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