El legado de Ceuta no solo se queda en casa. Quizá, un hecho que muchos no saben es que también va a otras partes del mundo. Recientemente, ha ocurrido. Pinturas murales del periodo medieval encontradas en la ciudad han viajado hasta Estrasburgo.
Fernando Villada, arqueólogo local, las ha dado a conocer a través del trabajo “Ecos de un pasado lejano. Vestigios artísticos del esplendor mariní”. El mismo ha sido parte de una de las actividades programadas dentro del VI Congreso de Estudios Islámicos y de Oriente medio.
Ha sido uno de los ingredientes esenciales del taller titulado “La decoración pintada en la arquitectura civil del Magreb y de al-Andalus entre los siglos XII y XIX”. Las impresiones de los asistentes han sido positivas.
Visibilidad
Más allá de aprender y de compartir experiencias, estas iniciativas permiten que todos los descubrimientos históricos sean divulgados en otros territorios. La exposición ha estado conformada por diferentes muestras de pinturas murales, hallazgos fruto de años de trabajo de una gran red de personas.
“Lo he presentado a solas, pero, no ha sido una labor mía. Es la de muchos que han estado a mi lado a lo largo de estos años. Nunca se hace de forma individual. Es importante contar con un equipo que colabore. Afortunadamente, aquí hay uno muy bueno. Es el mérito de todos”, traslada el experto.
No es la primera vez que un profesional de la ciudad se embarca en una aventura de este tipo. “Se hace continuamente, pero, al celebrarse en otros lugares, puede que la gente no sepa sobre ello. Es beneficioso para Ceuta porque le da una publicidad favorecedora. Hace que se la vea como un sitio de cultura con investigación histórica. Hay que darse a conocer por las buenas noticias”, incide.
De hecho, considera que los ceutíes deben sentirse “orgullosos” por todos los tesoros que existen a nivel local. “Siempre digo lo mismo. Tenemos que estarlo por vivir en un sitio tan extraordinario. No nos damos cuenta de su potencial”, menciona Fernando Villada.
Pinturas murales
Los vestigios que se han presentado ante el público han sido encontrados en una trayectoria de años y en diferentes puntos. Los más destacados por su estado de conservación son los que se extrajeron en el yacimiento de Huerta Rufino. De hecho, pueden ser visitados en este lugar, donde están disponibles al público.
“Si se contaran todos los fragmentos y elementos de esta clase encontrados en cinco décadas puede que seamos de las ciudades con más pinturas murales de esa etapa histórica en el siglo XIV. Podríamos estar en el mismo grado que Granada”, destaca.
A pesar de que el inventario es ingente y muy variado, todos comparten una serie de rasgos comunes. “Son muchas y diversas. No existe un modelo único”, aclara. Gracias a los conjuntos enteros que han sobrevivido al paso del tiempo los arqueólogos se pueden hacer una idea de qué nexos en común poseen.
“Siguen un mismo esquema básico. Se repite. Se construye el muro, se le aplica un cubo, se le hacen incisiones con una espátula y se aplican capas. Cuando se llega a la última, se prepara la superficie. Se traza el dibujo con cuerda. El resultado final se colorea. Siempre lleva un zócalo en rojo, un cordón de la eternidad y el motivo principal”, traslada. “Esas son las líneas generales, pero se alternan. El tono predominante es el rojo, aunque también amarillo”, cuenta Villada.
Este tesoro está en casa, en Ceuta. Quien quiera conocerlos, tan solo debe acercarse a los lugares que los albergan. Son piezas que hablan del pasado de la ciudad, que plasman las expresiones plásticas del momento. Mientras otros toman contacto con estas pinturas murales a través de fotografías en rincones lejanos, los ceutíes las tienen a tres pasos de sus hogares.
Seguramente un partido de corte religioso y con ideología de la extrema derecha europea, estará orgulloso de su pasado, y entre su densa historia, una de las más representativas y florecientes después de la romana, el Islam en Ceuta.
Una etapa que se ha caracterizado por su desarrollo económico, comercial, académico y cultural en la que Ceuta se ha beneficiado de sus bondades.
Si en los centros escolares trabajaran la grandeza histórica de Ceuta, posiblemente nuestro lugar en el conjunto de España y de Europa, sería ampliamente reconocido por investigadores nacionales e nternacionales.
No obstante, el alcance de este estadio debe pasar por un tratamiento y erradicación en el inconsciente colectivo académico ceutí, de los propios sesgos culturales que han secuestrado nuestra forma de valorar un periodo extraordinario en las páginas de nuestra historia común.
Como decía Marcus Garvey: "Un pueblo sin el conocimiento de su historia pasada, su origen y su cultura es como un árbol sin raíces".
De ahí, que debemos esforzarnos en no decapitar un periodo que hizo que Ceuta fuera considerada como una de las perlas del Mediterraneo, ese mar al que lo asociamos a las desgracias de las migraciones,gracias al empeño de la ultraderecha y con la connivencia del resto de partidos en silenciar un pasado glorioso.