Nadie puede negar que estemos en una situación dramática ante el aumento de la ocupación de las UCI en todo el país a causa del virus chino. La toma de decisiones de nuestros gobernantes requiere, más que nunca, acierto y valentía, esta última ausente tanto en el presidente de la Nación, como en el de Ceuta.
Pedro Sánchez y Juan Vivas cada día se mimetizan más. El primero ha decidido pasar la patata caliente de las competencias a los de abajo, a las autonomías, no vaya a ser que los errores le salpiquen a él y no le quede a quien echar la culpa. El segundo, presa del pánico por las dolorosas muertes que provoca y provocará el virus, ha tomado una iniciativa que evidencia graves problemas de percepción o una incapacidad manifiesta de gestionar situaciones de máxima presión.
La decisión de decretar el cierre del comercio y la hostelería a las 18:00 horas era arbitraria, como se evidencia con el anuncio improvisado de retrasarlo a las 20:00 horas tan sólo un día después y tras las quejas de los afectados. Lo cierto es que Vivas quiere cerrar persianas, prefiere arruinar a miles de familias antes que explorar otras vías ya propuestas, con tal de espantar los fantasmas de la pareja Manolo Hernández y Mohamed Alí achacándole ante la prensa las muertes que se den de aquí en adelante.
Las alternativas a esta devastación económica que plantea el Gobierno deben pasar por un mayor control de las medidas preventivas, aumentar el despliegue de medios sanitarios, mejorar unos protocolos que presentan graves deficiencias ante casos positivos y personas confinadas, realizar más pruebas diagnósticas y sancionar con dureza a quienes incumplen las medidas de aislamiento en caso de contagio. En última instancia y como reflexión estrictamente personal: ¿Por qué no plantear un confinamiento por sectores según niveles de contagios como Isabel Díaz Ayuso aplicó en Madrid? Los focos del virus en la ciudad están bien identificados.
Lo cierto es que Díaz Ayuso aguantó ataques por el bien de su autonomía que Vivas ‘El buenista’ parece no estar dispuesto a soportar. Se hace difícil imaginar al actual presidente confinando a una de esas barriadas a las que tanto teme agraviar. Privar de un sueldo digno a miles de trabajadores ceutíes parece ser más cómodo y sobre todo menos problemático. Ya saben, eso de la paz social y la “convivencia”.
Personalmente, espero que la hostelería, el comercio y todos los ceutíes a quienes se les quiere prohibir trabajar, alcen la voz y se manifiesten con contundencia. Presidente, usted será el responsable de la miseria si no frena esta insensatez. Ceuta, no dejes que te empujen por el precipicio.