Se avecinan tiempos duros. Y eso lo saben bien aquellos partidos que sobreviven enfrascados en guerras internas. Guerras que están dormidas y que salen a la luz, ofreciendo su faceta más temida, en época electoral. ¿Por qué? Porque es cuando se reparte la tarta y cuando hay quienes imitan y hasta superan a la Esteban matando por sus hijos, por sus nietos y hasta por la suegra, si hace falta. En la sede de Ainara hay una guerra abierta. No creo que llegue a superar la mítica que enfrentó a Carreira el resucitado con Pedro el defenestrado, pero a buen seguro que traerá cola. Y mucha.
El puesto de vicepresidente es una golosina y entre quienes consideran que debe ser suyo por lealtad y fidelidad y los que lo pelearán a muerte aunque tenga que ser desde los madriles tenemos ya carnaza y generación espontánea de ‘grupos de apoyo’. Porque en el PP otra cosa no, pero la creación de bandas parece que lo llevan en la sangre y quien más quien menos se posiciona bajo el paraguas de quien consideran su padrino.
A don Juan no le verán ni un tono más elevado que otro. Se mantendrá igual de sonriente y tranquilo, contentando a todos los bandos. Lo ha hecho siempre, aunque con Pedro le costó un pelín más: una carta con mensaje subliminal dirigida a los militantes para destapar su apoyo... y paren de contar. La verdad es que sólo hay una persona que se ha ganado la defensa a ultranza del presidente, hasta el punto de llegar a defenderlo en un acto-mitin de partido, cosa que no ha hecho ni con Carolina Pérez ni con el resto de apartados de su propio Gobierno, por mucho que el viernes noche ejercieran de ‘palmeros’ hasta cuando el presidente se tomaba un vaso de agua. Esa persona ha sido Paris, el todopoderoso y fiel escudero de don Juan amén de sabio protector de su cartera. Por él el number one del Gobierno ha dado la cara, ha perdido los nervios, ha dejado amistades en el camino y ha permitido que le zurren, mediáticamente hablando, lo que no me hace más que concluir que el avispado asesor vale su peso en oro.
Ahora, en plena efervescencia de las guerras internas don Juan ni se posiciona ni va a permitir presiones, hará lo que considere ya que, ahora sí, tiene manos libres para elaborar su peculiar lista. Una lista que le tiene que servir para recuperar ese entreguismo, que él sabe, ha perdido, porque los abrazos y paseíllos de antes eran mucho más destacados que los de ahora, por mucho que Sahabita y decenas de camisas de Nuevas Generaciones pretendan vestir de gala sus ‘10 años’.
Los puñales existen pero ¿clavan con el mismo daño?