Siguiendo el trayecto arribamos a la plaza de mayor amplitud de la ciudad, del siglo XVIII, cuyos edificios conservan su estilo colonial. Recibe el nombre de Plaza de San Juan de Dios derivada de antiguo Convento Hospital San Juan de Dios que se ubicaba en ese lugar. Parece ser que la construcción del mismo comenzó en 1700 y en 1728 inició la prestación de sus servicios, rehabilitándose en 1987. En la actualidad lo ocupa el Museo de San Juan de Dios. La iglesia inició su construcción en 1736 acabando la misma en 1755. Entre 1847 y 1848 se hizo una modificación de la fachada al reconstruir la torre lateral y en el 2004 se realizó una restauración.
El templo presenta un cierto carácter de arquitectura barroca cubana, consta de una sola nave con el piso de ladrillos, techo de armadura de madera con influencia hispano mudéjar y tejas de barro. Existen cinco altares con retablos de madera y debe señalarse que en el altar mayor figura la Santísima Trinidad, en madera preciosa, con la particularidad de ser una representación del Espíritu Santo con figura humana, siendo la única de este tipo en Cuba.
Una placa en la fachada refiere la permanencia el 12 de mayo de 1873 del cadáver de Ignacio Agramonte, trasladado allí por los españoles y posteriormente quemado. El padre Jose Olallo, aunque no nacido en Camagüey −elevado a los altares como primer santo de Cuba por su larga labor humanitaria en pro de los desfavorecidos− junto con otro hermano hospitalario cuidaron y limpiaron el cadáver que posteriormente fue cremado en el cementerio.
Continuando el caminar por el casco histórico y cruzando uno de los puentes sobre el río Hatibonico se llega a un espacio abierto que representa el parque urbano de mayor extensión de la isla. El nombre oficial, concedido por el ayuntamiento local en 1916, es Parque Gonzalo de Quesada, en honor a un discípulo y colaborador de José Martí, el abogado y patriota Gonzalo de Quesada y Aróstegui. Sin embargo, esa denominación no ha calado popularmente y sigue siendo denominado como Casino Campestre.
Su origen está muy ligado a la actividad más señera de la zona como es la ganadera. A mediados del siglo XIX un grupo de ciudadanos, con poder económico, creyeron oportuno la construcción de un espacio público para celebrar eventos y ferias agroganaderas y como lugar de expansión de la población. Por ubicarse en las afueras de la ciudad fue bautizado como Casino Campestre. Precisamente una de las personalidades que financió la idea fue Salvador Cisneros Betancourt que posteriormente fue presidente de la naciente República en Armas de Cuba.
La primera feria en el lugar se celebró en 1856 aunque la inauguración oficial del parque fue en 1860. Posteriormente, durante muchos años se celebraron exposiciones agrarias y agropecuarias. En 1895 lo utilizó España para campamento del Batallón de Cádiz, pero también acogió diversas exposiciones y conferencias.

Cuatro Vientos.
Cuando se instauró la República se realizó una restauración y embellecimiento. Precisamente, el 20 de mayo de 1902 por los niños de las Escuelas Públicas se plantó la llamada Ceiba de la Libertad. Después de muchos años el árbol inicial murió y fue sustituido por una nueva ceiba que puede contemplarse en la actualidad.
Suelo dar paseos por el Casino Campestre ya que se respira tranquilidad, abundan las áreas verdes y se pueden contemplar diversos monumentos ligados a personajes y a la historia de Camagüey. Nada más entrar en el parque nos encontramos la Glorieta inaugurada el 19 de julio de 1908. A su lado podemos disfrutar la visión del grupo escultórico dedicado a la hazaña del avión Cuatro Vientos y a sus pilotos españoles Barberán y Collar que en 1933 cruzaron el océano desde Sevilla a Camagüey. Podemos visitar el zoológico con cerca de un millar de ejemplares. Continuando, podemos detenernos en las estatuas de Gonzalo de Quesada, de Salvador Cisneros, el Monumento al Libertador Desconocido que contiene los restos de unos de los combatientes por la independencia del país, el Monumento al Maestro, especialmente de primaria y la ceiba de la Libertad. Es curiosa la gruta de ferrocemento, obra del catalán Antonio Moya en 1924 con reminiscencias de la arquitectura de Gaudí.
En julio de 1989, con motivo de la celebración del 36 aniversario del asalto al cuartel Moncada, se inauguró la Plaza de la Revolución Ignacio Agramonte. Ocupa un amplio espacio con capacidad para 100.000 personas, una tribuna, una fuente con banderas latinoamericana y un impresionante monumento al Mayor, erguido, con sable y revólver. En la Plaza, cercana al Casino Campestre, se realizan actos y concentraciones políticas e incluso el 23 de enero de 1998, el papa Juan Pablo II celebró aquí la Santa Misa, durante su visita a la isla. En la base del monumento se encuentra el salón Jimaguayú y en el pernoctaron las cenizas de Fidel Castro la noche del 16 de diciembre del 2016, durante su traslado de La Habana a Santiago de Cuba.
Fue la primera fundada por la Revolución el 6 de noviembre de 1967, declarada oficialmente como universidad por el consejo de ministros en 1975 y adscrita al Ministerio de Educación Superior. Se encuentra en las afueras de la ciudad y la componen 10 facultades. En el 2010 la nominaron Universidad de Camagüey “Ignacio Agramonte Loynaz”. Durante varios años he impartido en ella cursos de posgrado de ingeniería, fundamentalmente sobre evaluación de impacto ambiental.
Caminando por diversas calles y parques de la ciudad impresionan los voluminosos recipientes de barro que reciben el nombre de tinajones. Son un elemento tan representativo, que Camagüey es conocida como la Ciudad de los Tinajones.
Su origen se encuentra en la baja pluviosidad de la zona que hacía sufrir a los habitantes la escasez de agua. Desde la época colonial construyeron los tinajones para almacenar el agua de lluvia, a base de unas canaletas y poder utilizarla. Las bocas de los mismos se protegían con tapas o mosquiteras para proteger el agua de la entrada de mosquitos y la generación de sus larvas. Los alfareros utilizaban el arcilloso barro rojo de la Sierra de Cubitas y aunque la inicial elaboración de los mismos −por alfareros de origen andaluz− puede datar de los años del 1600 la inscripción más antigua corresponde a 1760.
Aunque posiblemente han sufrido variaciones en su forma, el modelo característico consiste en una panza de gran volumen y una destacada cresta.
Como en otros muchos lugares se forjan leyendas populares y los tinajones también las tienen. Se cuenta que han servido, por su amplio volumen, como escondite para sorprendidos donjuanes o fugitivos de la justicia e incluso tesoros. También se difunden dichos, tales como el augurio de regreso a Camagüey o el casamiento con una camagüeyana si se bebe agua de un tinajón.

Una típica costumbre camagüeyana es la celebración de comidas colectivas entre los habitantes en las calles de las cuadras, que es como se denominan las zonas de los barrios o repartos. He podido presenciarlas porque he pasado algún final de año en la ciudad y he contemplado el asado de puercos en la calle para consumo de familiares y vecinos. En este aspecto −aunque no sé si con las condiciones de escasez económica se sigue celebrando− se encuentra esta tradicional celebración vecinal callejera en el día de San Juan. En la misma en unas ollas o calderas se cocina a fuego lento un plato típico camagüeyano que llama ajiaco. Los componentes del mismo, un espeso y gustoso caldo, son: Tasajo −carne de vacuno salada−, plátanos verdes y pintones, malanga, maíz tierno, calabaza, boniato, ñame, yuca, salsa criolla, agua, limón y sal. Curiosamente no se incluye la papa. El proceso de cocción dura bastantes horas hasta el consumo por los expectantes vecinos, mientras se entretienen con ron o cerveza y se oye música. Además, son los que aportan los diversos componentes de la receta. Se acompaña con casabe que es un pan crujiente elaborado con harina de yuca.
Camagüey ha sido cuna de eminentes figuras en la política, la medicina y la literatura. Aquí escribió el canario Silvestre de Balboa y Troya de Quesada, entre 1604 y 1608, la primera obra literaria cubana titulada Espejo de paciencia. Merece la pena citar algunas de las personalidades camagüeyanas: Al médico y científico Carlos J. Finley se le atribuye el descubrimiento de la transmisión de la fiebre amarilla por los mosquitos. Fue propuesto en varias ocasiones para el Premio Nobel. Se conserva la casa natal donde también vivió y alberga desde el 2002 un pequeño museo sobre su figura y actividad.
La escritora Gertrudis Gómez de Avellaneda nació en Camagüey en 1814, aunque a los 22 años se trasladó con su familia a España donde realizó la mayor parte de su creación literaria residiendo en Sevilla y posteriormente en Madrid. Tras 23 años de ausencia volvió Cuba donde permaneció cinco años y continuó su actividad literaria. Finalmente regresó a España y falleció en Madrid en febrero de 1873.
Aurelia Castillo fue una escritora y periodista, partidaria de la causa independentista, vivió algún tiempo en España y falleció en Cuba en 1920. Nicolás Guillén está declarado como el Poeta Nacional de Cuba y mucha de su producción literaria ha sido musicalizada. En Camagüey la modesta casa natal del poeta alberga un pequeño museo con referencias a sus obras.
Salvador Cisneros Betancourt, que obtuvo el título nobiliario español de Marqués de Santa Lucía, se graduó en Filadelfia (EEUU) como ingeniero civil, pero su actividad fue la de político independentista llegando a ser presidente de la República en Armas de 1895 a 1897.
Joaquín de Agüero dirigió el levantamiento en armas contra el poder colonial en 1851, fue apresado y condenado a muerte junto a José Tomás Betancourt, Miguel Benavides también camagüeyanos y el zoólogo habanero Fernando de Zayas. Los fusilaron en agosto de 1851 y en honor a ellos están plantadas las cuatro palmas en el Parque Agramonte. Enrique José Varona fue un intelectual que poseía el título de Doctor en Filosofía y además de periodista, ensayista y maestro ejerció como político, llegando a ser vicepresidente de la República de Cuba entre 1913 y 1917.
Durante mis estancias en la ciudad he forjado variadas amistades por el carácter abierto de sus ciudadanos y concretamente debo referirme al autodefinido como locutor, actor, escritor y adaptador para la radio, Jorge Jesús Morán Rizo. Por sus conocimientos de la historia y cultura camagüeyana, tuve oportunidad de que me refiriese diversas anécdotas y sucesos curiosos por lo que relataré resumidamente algunos de ellos.
Los enterramientos se llevaban a efecto, hasta el siglo XVIII, en las iglesias de la ciudad y en lugares próximos, quedando ejemplos como las catacumbas de la Merced o la necrópolis del Cristo del Buen Viaje.
En el extrarradio de la ciudad se edificó en el siglo XVIII la Iglesia del Santo Cristo del Buen Viaje −vaya nombrecito−, dotada de torre con pequeña cúpula y estilo colonial con influencias barrocas y herrerianas. Tuvo utilización por España como acuartelamiento en la guerra de los diez años de 1868 a 1878, sirvió como hospital para enfermos del cólera y es la única iglesia que conserva bóvedas y panteones en el patio, como necrópolis.

Para evitar los problemas de salud que dicha práctica de enterramientos podía generar se planteó en 1760 en el Ayuntamiento y el Cabildo la necesidad de construir un cementerio. Aunque el proceso se dilató bastantes años, finalmente el 3 de mayo de 1814 se inauguró el Cementerio Público General de Camagüey, en el extrarradio de la ciudad y muy próximo a la iglesia del Santo Cristo del Buen Viaje. Es el más añoso en funcionamiento de Cuba. Las tumbas más antiguas adoptan la tipología de panteones adosados a las paredes. Se fue ampliando en varias ocasiones durante el XIX y en las construcciones funerarias primaba el estilo neoclásico. A inicios del XX empieza el eclecticismo con la construcción de capillas, luego empieza a primar el art déco con uso de granito, crucifijo y lámparas. Se llega después a un periodo de crisis que, unido a la escasez de recursos, derivó en un modelo menos estético monumentalmente, más simple y práctico. De todas maneras, el Cementerio General constituye un patrimonio arquitectónico, con más de diez mil construcciones funerarias de diferentes estilos.
Son curiosos algunos epitafios dentro de la diversidad de los mismos: familiares, religiosos, patrióticos e incluso humorísticos. Por citar alguno, existe uno literaria y compositivamente muy ingenioso que puede leerse, con sentido, de principio a final, de final a principio o iniciarlo desde el intermedio: “Aquí yace sumergido/Por una ley natural/Todo lo que fue mortal/De don Fernando Garrido”.
Según consta en otro enterramiento, el 12 de octubre de 1879 falleció la distinguida señora Doña Rosalía Batista. Su esposo Don Agustín Moreno, sumamente entristecido por su pérdida, le dedicó el siguiente epitafio: “Si el ruego de los justos tanto alcanza/ya que ves mi amargura y desconsuelo/ruega tú porque pronto mi esperanza/ se realice de verte allá en el cielo”. No tardó don Fernando en curarse de su herida, ya que a los tres meses contrajo nuevo matrimonio. No pasaron ni 24 horas del evento cuando, posiblemente, un gracioso escribió debajo del epitafio: “Rosalía, no me esperes”.
Otros sucesos curiosos han ocurrido en la ciudad y citamos, por ejemplo, la supuesta presencia de un platillo volante en los cielos de Camagüey que mantuvo a la población expectante durante el 31 de enero de 1950 en parques, calles, azoteas y tejados acompañados por amplias emisiones de radio y asustados por una posible invasión marciana. Al atardecer el supuesto platillo de alejó y desapareció. Al día siguiente la Estación Meteorológica explicó que había lanzado el día anterior un globo sonda y debido a una bolsa de aire caliente −a unos cinco mil pies− se mantuvo estático en el cielo de la ciudad hasta que cayó al anochecer en una finca próxima.
En agosto de 1929 un norteamericano, supuesto emperador de los caballeros del Ku Klux Klan, Robert B. Anderson inició una campaña para implantación del movimiento racista contra extranjeros −siendo curiosamente él uno de ellos−, católicos, negros parásitos, desocupados y mendigos. Se creó un gran revuelo en la ciudad y en septiembre fue disuelto el Ku Klux Klan por considerarse una institución no grata para los cubanos.
El 9 de octubre de 1905 el Gobernador Provincial ordenó al ayuntamiento promulgar una ley que prohibiera el tránsito por las calles de la ciudad a individuos en camisas de mangas cortas −y mucho menos en camiseta− con penas de multa o calabozo. Asimismo, se veía como irrespeto a la autoridad y a las buenas costumbres de la moral que los hombres no usaran sombrero. Hubo protestas, huelgas y manifestaciones con enfrentamientos con la policía, heridos y detenidos. La prohibición duró un año y se suavizó permitiendo que los hombres podían usar mangas cortas, pero tenían que llegar hasta los codos.
Finalizo esta relación de anécdotas camagüeyanas con la narración del Resbaloso. Por los meses de julio y agosto de 1951 llovieron en las estaciones de policía de la ciudad denuncias de mujeres que decían habían sido violadas por un individuo que escalaba postes para introducirse por las ventanas y ejercer su lasciva actividad. No podía ser identificado por lo que incluso llegó a pensarse que era una excusa de hembras ligeras para culpar al individuo de alguna infidelidad. Una de las denunciantes acusaba al sátiro de haberla secuestrado y violado durante tres días en una casa que no podía recordar. Otra, sorprendida en la cama por el marido con otro hombre que huyó, dijo que se trataba del violador. Aunque las denunciadas no se ponían de acuerdo para describir las características del gañán, muchas coincidían en que actuaba desnudo, con el cuerpo cubierto de manteca para que no pudiesen agarrarlo. Por esta razón empezó a identificarse su figura con el nombre de Resbaloso. Se detuvieron algunos sospechosos que no fueron condenados porque no fueron suficientemente identificados. Por alguna razón cesaron las denuncias y el interés de la prensa por el individuo, de tal manera que desapareció de la vida pública y existiese en realidad o no, nunca se conoció su identidad.
Por todas las razones que manifiesto y muchas otras que no han tenido cabida creo que, si hay ocasión, es interesante visitar esta bella ciudad cubana.