Durante una de mis paseatas vespertinas por el Paseo de las Palmeras, único sitio desde donde se divisa parte del puerto, me sorprende la visión de un ferry, maniobrando, que luce en su costado las siglas IMTC que se corresponden con las de una naviera marroquí que presta servicios entre Algeciras y Tánger. Al abrir el periódico de hoy me entero de que se trata del buque STAMP, que entra a competir y bajar costes en el transporte marítimo de mercancías entre Ceuta y Algeciras con una iniciativa “eminentemente ceutí”. No estoy al corriente de los entresijos de este tipo de transporte, pero mis paseos por el puerto me hacen suponer que las dos empresas que creo hay ya establecidas (¿) compartiendo pastel con las que además se ocupan del tráfico de pasajeros, tendrán que ceder parte de la “tarta”, a este nuevo comensal. Las autoridades y los comerciantes se alegran, pues, como dice Karim Bulaix, “Más competencia es más beneficio para el empresario”. Es la Ley del Mercado, -a la que me refería en mi último artículo-, la que determinará la compatibilidad de esta empresa con las ya establecidas.
Otro tanto ocurre con el tráfico de viajeros. La Ley del Mercado, inexorable y pragmática, impone sus normas en función del rendimiento empresarial, pues ese es su fin primordial, como bien explicó el Presidente de BALEARIA y ANAVE en la charla que pronunció hace unas semanas con motivo del 75 aniversario de la fundación de El Faro. Aunque IMTC ha sugerido la posibilidad de entrar también en este tráfico, no parece que alguna de las compañías establecidas apuesten por mejorarlo o incrementarlo, sino adaptarlo a sus necesidades. Y así lo han hecho. Balearia, retiró de la línea del Estrecho el “Passió per Formentera”, un buque amable y marinero, para destinarlo al tráfico con las Islas Baleares, y lo sustituyó por el “Jaume III”, una embarcación veterana, aunque más rápida. El Presidente de Balearia justificó el cambio: “la pela, es la pela”, vino a decir con palabras más amables.
Mientras tanto Acciona sustituye a uno de sus ferrys rápidos, por el “Ciudad de Málaga”, un buque lento y alteroso, al que han vestido de limpio en Gibraltar, y que nos han vendido como un barco el Siglo XXI que prestará “un servicio más económico y adaptado a las necesidades de los ciudadanos”. El barco al que sustituye habrá sido destinado, probablemente, a una línea con expectativas más rentables, como puede ser Algeciras-Tánger-Med., cuya incidencia empieza a notarse en el tráfico de pasajeros de la OPE, en Ceuta.
No cabe sorprenderse de las decisiones de dichas compañías, pues obedecen a los principios económicos que rigen nuestros destinos desde los inicios del siglo pasado. Quienes piden que las empresas olviden sus intereses en pro del bien general, se engañan y nos engañan, de la misma forma que lo hacen quienes insisten tozuda y machaconamente en la creación de una “Naviera Municipal”, como si se tratase de la puesta en servicio del ascensor de la Playa de la Ribera. Tamaña pretensión sólo podría tener lugar, si se produjese un radical cambio del sistema económico mundial, en el que la libre competencia y circulación de servicios fuesen sustituidos por una política económica dirigida y controlada. Escrito este comentario, leo en El Faro del 27 de Junio un sensato, claro y documentado trabajo de Francisco Olivencia titulado “¿Una naviera municipal?”, en el que se exponen las razones que imposibilitan dicha pretensión. Pues eso.
Lo que sí tendrían que hacer los políticos que se precian de querer salvaguardar y mejorar las comunicaciones marítimas entre las dos orillas españolas del Estrecho, es ponerse las pilas y estudiar seriamente las notables quiebras, deficiencias y omisiones que presenta el Convenio vigente, de pronta renovación, que regula las relaciones del Estado con la Compañía concesionaria; con objeto introducir, en el próximo, cláusulas que garanticen la prestación de unos servicios de calidad, suficientes y económicos; sin detrimento de que, “ se puedan sentar con las empresas marítimas para debatir con ellas sobre tarifas y rotaciones, para lograr lo mejor para los ceutíes y la economía local”. Olivencia dixit.