Solo basta con abrir la puerta y recorrer varias escaleras para disfrutar del día. ¿Y si para hacerlo se necesita el respaldo de una persona? ¿Qué ocurre cuando ese alguien falta? Son preguntas que casi nadie se hace en Ceuta, pero que son diarias para muchos otros.
Es contraproducente depender regularmente de una mano externa para transitar por la ciudad. Ante esa limitación, la adaptación de las calles se presta como una solución. Sin embargo, los propios refuerzos, en ocasiones, son la mayor traba a la que se pueden enfrentar.
La ausencia de recursos de apoyo o su inclusión poco acertada aboca a los vecinos con discapacidad a echarle un pulso a aceras, pasos de cebra y otros lugares. Atraviesan como pueden las zonas o las evitan para no ponerse en riesgo. Resisten en la cuerda floja para no caer en la tentación de quedarse en su hogar.
Actitud
Las barreras arquitectónicas son limitantes. Nicolás Pérez lo sabe de buena tinta. Lo percibe desde hace años cada vez que se desplaza de un lado a otro. Encara dificultades en diferentes puntos urbanos y, día a día, gana una batalla contra la abrumadora sensación de luchar contra los elementos. “Lo son, pero, también depende de la actitud y de cómo cada uno se lo tome”, aclara.

A fin de cuentas, su mejor baza es llevarlo con filosofía. “Es bastante agobiante. Gracias a amigos y familiares no me quedo encerrado. Salgo y hago vida normal”, comenta. Él es una gota de agua de un inmenso mar. No todos logran reponerse de la situación. Es más, está quien opta por refugiarse en la calma y la seguridad de su domicilio. No es de extrañar cuando estar a cielo descubierto se convierte en una prueba constante.
“Es estresante, sobre todo, cuando voy solo o no tengo ayuda para cruzar”, indica.
“Si en el paso de cebra está un coche, una furgoneta u otro obstáculo y no hay por dónde subir, voy a la carretera o espero a que pase alguien para que me eche una mano con el escalón”, explica.
Accesibilidad universal
Los ceutíes, por norma general, le prestan su apoyo cuando lo requiere. Lo idóneo es que Nicolás pasee sin tener que depender de una acción externa. Es lo que se conoce como la accesibilidad universal, una asignatura pendiente en el entramado de la ciudad.
“Si alguien es independiente y se mueve en su silla de ruedas, al avisar a otro de a pie para pedir un favor, eso, quiera que no, es frustrante para esa persona. Está en igualdad de condiciones y quiere hacer su vida como los demás sin sentir que molesta”, subraya María Isabel López de Silanes, coordinadora de COCEMFE.
"Está en igualdad de condiciones y quiere hacer su vida como los demás sin sentir que molesta"
El joven se desplaza para mostrar dos rincones por los que le es muy difícil pasar. Puntualiza que, con un par de cambios, podría transitar por ellos. Basta con mover un pivote o colocar una rampa con la graduación correcta. Son dos reformas sencillas que, a pesar de ser una mera modificación, no llegan a los lugares de las barriadas en los que son requeridas.
"Mucho por hacer"
La inclusión está dentro de la agenda social y política, sobre todo, cuando se celebra una efeméride. Los actos oficiales versan sobre la necesidad de estar concienciado o apuntan con el dedo a las faltas que aún aquejan a los ceutíes con discapacidad.
Sin embargo, todo se reduce a una fotografía protocolaria en una fecha señalada. Al mismo tiempo, en el día a día, poco se palpa la práctica de esa sensibilización.
"Ha ido avanzando, pero todavía queda mucho por hacer, sobre todo, en las zonas periféricas"
Ya sea por la ausencia de rehabilitaciones que acondicionen los entornos urbanos o por la carencia de miras, no se ha alcanzado la accesibilidad universal. “Ha ido avanzando, pero todavía queda mucho por hacer, sobre todo, en las zonas periféricas”, reconocen López de Silanes y María Ortega, subdirectora de la delegación local de la entidad.
El propio Nicolás, de tener que evaluar con una calificación el estado de las calles, le da un seis. Poco más de ese aprobado raspado que dificulta la rutina diaria de él y de otros en Ceuta.
Trabas
“Hay barrios que sí son bastante accesibles, pero otros no. Faltan por mejorar. Diría que son la gran mayoría”, manifiesta. Un ejemplo dentro de esta lista de vecindarios es Villajovita.
A su juicio, requiere de modificaciones para ser más transitable. “Las aceras son muy estrechas”, relata. “Pasas por algunas y, de repente, te topas con una farola en medio. Eso hace que no quepa la silla. Sí o sí tienes que tirar por la carretera de una manera u otra. Las cuestas hacen que se deslice o que no suba”.
La presencia de elementos en las orillas entorpece el recorrido de las personas con discapacidad física. Los más comunes son los escalones, los pivotes y los espacios muy reducidos.

Complejidad de Ceuta
El terreno local encierra por sí mismo complicaciones. “No es llano. Cuenta con muchas pendientes, lo que lo hace más difícil”, expone López de Silanes. “Creo que estamos en el camino hacia la mejora”, destaca.
Se han llevado a cabo algunos trabajos para incorporar cambios. Sin embargo, no es suficiente con implementarlos. Es preciso ver si son convenientes o no. “Creo que esto sucede por desconocimiento”, expresa.
"Si esta o una barandilla están mal puestas, no sirve. Es como si no hubiera nada"
“Cuando se habla con los técnicos o con los políticos, lo que responden es que tal sitio tiene una rampa. Si sus grados no son los adecuados, no cumple con su propósito”, especifica. “Si esta o una barandilla están mal puestas, no sirve. Es como si no hubiera nada”.
“Es cierto que en muchas ocasiones la intención está, pero la falta de saber es lo que no permite llegar al cien por cien de accesibilidad”, considera. A pesar de este obstáculo inicial, sí que admite que cada vez más desde la Administración se pide asesoramiento en esta cuestión.
Mantenimiento
Uno de los pilares esenciales para hacer de la ciudad un lugar adaptado es mantener los apoyos que ya están. “No vale con tener un ascensor y que esté estropeado o funcione dentro de un horario. Tampoco que un acerado esté levantado por un árbol. Eso hace que se tropiecen”, puntualiza Ortega.
Las facilidades no siempre son completas. Es el caso de las plataformas elevadoras que, aunque son de gran utilidad, no suelen estar activas. Ello conlleva que la persona pida que las enciendan y que, por tanto, dependa de nuevo de alguien en un supuesto en el que no es estrictamente imprescindible.
"Para algunos sus casas son cárceles de las que no pueden salir"
La raíz del problema no siempre se halla en el exterior. Las viviendas también pueden ser una fuente de impedimentos. “Para algunos sus casas son cárceles de las que no pueden salir. Ocurre cuando no se ha podido habilitar un ascensor en el edificio. Existe la ley de propiedad horizontal, pero, para implementarla, deben cumplirse unos requisitos”, señala López de Silanes.
Oficina cerrada
Los edificios que más se han transformado en este sentido son los de carácter público, según informan las dos responsables de COCEMFE. “Los servicios públicos si son, en su mayoría, accesibles, pero otros no lo son. Algunos ejemplos son los restaurantes, las discotecas o las playas”, remarca.
Ella y su compañera echan de menos la Oficina Técnica de Accesibilidad. La misma era un canal de reclamaciones y de estudio para aclimatar las calles a los ceutíes con discapacidad. La sede, que estuvo activa por un tiempo, cerró sus puertas y no las ha vuelto a abrir. Ambas creen que sería preciso retomar el proyecto.
“La formaban técnicos muy especializados. Tenían mucha idea sobre el asunto. Eso aportaba mucha calma”, aclara Ortega. “Era un modo de trasladar las necesidades de la población al momento. Era fácil. Cuando se detectaba algún problema, se llamaba por teléfono. Siempre intentaban ayudar. Era un recurso muy positivo que no tendrían que haber retirado”.
Un día normal
No es poco común que Nicolás se encuentre con algún que otro reto. Un día normal para él conlleva la posibilidad de afrontar obstáculos. “Cuando me levanto por la mañana, lo primero que hago es ir de la cama a la silla con el auxilio de mis familiares”, menciona.
Tanto su bloque como su barrio son, en líneas generales, espacios seguros por los que deambular. “Está todo bien. Desde que hicieron las reformas no hay problemas. Antes si los había a la hora de cruzar los pasos de cebra, con los escalones o con los bordillos, que eran muy grandes. Ahora todo está liso”, expone.
La odisea comienza cuando deja atrás su vecindario y se adentra en otros para hacer actividades cotidianas. No siempre se desplaza por las aceras. Lo hace también por la calzada a través del taxi.
Un medio adaptado
“Viajar resulta desesperante al principio. Tardan mucho en llegar ya que suelen estar parados por la frontera o el hospital”, señala. El trayecto suele ser cómodo para él. Existen vehículos preparados para clientes con movilidad reducida, lo que permite su traslado. “Lo utilizo cuando tengo que ir al HUCE o para otros destinos con un recorrido largo que no puedo hacer con la silla por dificultad”, afirma.
“Subes rápido. Está muy adaptado y ofrece un sistema de seguridad para la silla. A la mía no le hace falta porque contiene uno automático. Eso sí, cuando voy con la manual, dispone de unos ganchos para que no se mueva”, traslada.
“Es necesario concienciar a los ceutíes de que este tipo de coches son para personas con discapacidad. Es una prioridad para ellos”

El joven califica este transporte como una buena opción. Las únicas ocasiones en las que se topa con algún inconveniente es por la noche. Habitualmente la oferta es menor en esos tramos temporales.
Estima que en sí que lo único a mejorar no es el servicio, sino su uso responsable. “Es necesario concienciar a los ceutíes de que este tipo de coches son para personas con discapacidad. Es una prioridad para ellos”, relata.
Comercios y mercado
Nicolás llega al mercado, lugar en el que, a veces, hace compras junto a su familia. Es un recinto que sí refleja las condiciones óptimas para desplazarse. “Está muy bien para las plantas que alberga. Cuenta con una rampa principal y con otra más. A eso sumar los ascensores”, subraya.
Reconoce que encuentra más inconvenientes en los súper. “Sobre todo, por las estanterías. Muchos productos están en zonas altas y no se los alcanza bien”, narra. “Es cierto que, algunos trabajadores de cadenas que no voy a nombrar, son muy bordes. No ayudan tras preguntarles o directamente pasan del asunto. Son los clientes los que sí echan una mano”.
No solo es un reto comprar alimentos. Lo es también adquirir otros artículos en las tiendas locales. “La mayoría de comercios en Ceuta no está preparada. Eso constituye una discriminación hacia los ceutíes con discapacidad”, subraya López de Silanes, coordinadora de COCEMFE.
“Esto no es un lujo. Es un derecho acceder a todos los servicios de la ciudad. Muchos negocios aseguran que son inclusivos, pero, a su entrada, hay dos escalones. Es preciso tener en consideración que la persona no tiene por qué ir acompañada”.
Un chapuzón
Al igual que surgen trabas en los establecimientos, también suceden en áreas naturales como la playa. Darse un chapuzón y pasar la tarde en ella también acarrea su complejidad.
Es todo un viaje llegar a la orilla y bañarse. El primer obstáculo está en el inicio del itinerario. Si el ascensor está operativo, es más sencillo. Si está cerrado por el horario o simplemente está estropeado, se entorpece la llegada.
"Me levantan la silla a pulso por la escalera porque no hay nadie que abra ese acceso"
A pesar de los refuerzos arquitectónicos de la Ribera, no permiten una entrada, disfrute y salida fluidos. Si no puede usar el elevador, Nicolás pasa por la puerta próxima al parador que da al arenal. Sin embargo, no siempre está abierta.
“Normalmente el túnel lo cierran cuando finaliza la temporada de baño”, agrega. “Cuando los restaurantes están abiertos y voy a ellos, me quedo encerrado por eso. Me levantan la silla a pulso por la escalera porque no hay nadie que abra ese acceso”, indica.

Maderas y acceso
La explanada de madera es fundamental para su estancia. Normalmente también la emplean otros ceutíes, por lo que, en ocasiones, no tiene un hueco en el que colocarse.
“Este es un lugar también para los vecinos con discapacidad. Eso no se respeta”, expresa. “Muchas veces he venido y no he encontrado sitio en este espacio ni en el que está más adelante. Me he quedado sin disfrutar el día de playa”
Los accesos al mar tampoco están correctamente planificados. “Ponen tablas, pero no se extienden hasta que llegan al agua. Además, esas zonas siempre están muy llenas”, manifiesta.
El joven señala que no está al cien por cien acondicionada, pero que, es la que en mejor posición se encuentra en este asunto. “Otras están peor. La del Chorrillo presenta más dificultades. Las rampas están más lejos, se acercan más a la gasolinera. Hacen falta más maderas ahí”, reflexiona.

Sensibilización
No todos los desafíos radican de los recursos. El otro gran duelo es el comportamiento social. “Los medios se implementan, pero, está también la concienciación. No se ponen en la piel de la persona en ciertos aspectos ni ven que se les hacen daño con eso”, especifica López de Silanes.
Un ejemplo de ello es cuando alguien no puede hacer uso de la rampa del autobús.
“Los vehículos están preparados, pero para hacer la inclinación, deben entrar a la parada. Si en la misma hay coches aparcados, es para nada el esfuerzo”, destaca.
"Se tendrían que controlar más ciertos aspectos que están muy normalizados y que no deberían estarlo"
Nicolás también ha experimentado esa sensación. Recuerda un hecho que no es anecdótico en su vida. “Tenemos la tarjeta para aparcar en plazas para movilidad reducida. Nos hemos llegado a encontrar a conductores sin ese carné utilizando el servicio”, asevera.
Solo queda, a su juicio, una única posibilidad para revertir la situación: empatizar. “Se tendrían que controlar más ciertos aspectos que están muy normalizados y que no deberían estarlo”.
Otro caso
Nicolás es tan solo un nombre dentro de una larga lista de afectados por la ausencia de apoyos y de concienciación. Abderrahim Ben Zakour es otro de los ceutíes que sufre las repercusiones de una sociedad poco adaptada.

Él es también objeto de ese rompecabezas con el que se choca cada vez que da un paso en el exterior de su casa. “Los demás deben pensar en nosotros por un momento. Es necesario que nos ayuden y que observen el estado de las calles. No están adecuadas”, expone. “Los políticos tienen que reflexionar. Este asunto es importante”.
Admite que sus visitas a la Península le permiten ver diferencias entre Ceuta y otras poblaciones. “Cada año hago un viaje en familia a Cádiz y a otros sitios. Los chicos con discapacidad en esas ciudades están mejor que los de aquí. Su circunstancia es diferente”, destaca. “Por ejemplo, en Sevilla, hay más rampas. Todos los autobuses cuentan con una y también están al lado de las escaleras”, detalla.
Deporte adaptado
No solo sufre las consecuencias en la vía pública. Las padece también a la hora de hacer deporte, una de sus aficiones. Más allá del pasatiempo, practicarlo es imprescindible para él. Es vital para fortalecer sus piernas y evitar que su condición se vea mermada.
“No existe un lugar para hacer gimnasia adaptada a diferencia de otras localidades”, traslada. Solo participan en clases de hidroterapia una vez a la semana en el polideportivo Guillermo Molina.
"Los demás deben pensar en nosotros por un momento"
Llevan a cabo las sesiones en la piscina de niños y se ven obligados a ajustarse a las instalaciones. “Es la infraestructura la que debe amoldarse a nosotros”, expresa. No disponen de sillas elevadoras y las duchas tampoco son apropiadas para el grupo. Parte del cupo de fisioterapia lo cubre PROI, asociación de la que es usuario.
Carreras
A través del ente se inscribe en eventos deportivos, sobre todo, carreras. Ha asistido a una veintena, celebrados en su mayoría a nivel local. Se ha desplazado también a otras desarrolladas en Algeciras, Sevilla y Murcia entre otros puntos de España.
Las de mayor trayectoria han sido de unos veintiún kilómetros a excepción de los veinticinco de la Cuna de la Legión. Ha tomado parte de la misma tres veces. No es fácil apuntarse y tampoco lo son los requisitos para conseguirlo.
Lo primero es disponer de un carro de apoyo y de un equipo de impulsores, voluntarios que acompañan a la persona durante el itinerario. Ambos son escasos. El primero es, por norma general, caro. Los segundos, se limitan al altruismo y a su preparación física.
Sillas especializadas
La asociación facilita el uso de una Joelette, una silla de una rueda que oscila entre los 3.500 y los 5.000 euros de coste. Las otras cinco, llamadas Freedom, son de otra tipología y suponen una inversión de 1.200 euros.
“Otras comunidades autónomas ofrecen ayudas para las pruebas. PROI cuenta con subvención de la Ciudad. Las familias no siempre pueden asumir ese gasto”, comenta.
Son 24 usuarios por lo que, siempre que se anuncia una, se ven obligados a elegir solo a uno o a tres. “Requerimos de más soportes. No pueden inscribirse todos los compañeros”, detalla.

La otra mano
Cuando Abderrahim asiste a los actos va mano a mano con otros deportistas. Cada silla precisa de un número u otro. La Joelette, si es de día, de cinco y, si es de noche, hasta de ocho.
“Gracias a ellos competimos. No podríamos correr de lo contrario. Son necesarios más voluntarios”, menciona. Actualmente la plantilla la componen diez. La acotada cifra recorta aún más las opciones de acceder a los eventos, que ya se ven perjudicadas por los elevados precios de las adaptaciones.
"Los ceutíes con discapacidad tenemos el mismo derecho que los demás a hacer deporte"
“Organizaciones como Cruz Roja o PROI ayudan, pero, sin dinero, no pueden hacer nada. Los ceutíes con discapacidad tenemos el mismo derecho que los demás a hacer deporte. Esto es una cuestión de dignidad”, concluye.
Al mismo tiempo que sueña con una carrera en la que, al mirar al lado, encuentre las caras de sus amigos, espera recorrer sin tropiezos las calles de Ceuta. Abderrahim y Nicolás no reclaman una gran exigencia. Solo quieren hacer algo tan sencillo como salir y hacer su vida diaria sin puzles ni trabas.






En su día me quejé en dos consultas médicas. No entiendo que se den los permisos pertinentes para un consultorio o clínica donde hay escaleras o pasos estrechos donde no entra una silla.
A fecha de hoy siguen igual.
Si continúan concediendo las licencias de apertura sin accesibilidad, el problema continuará existiendo.