El Partido Popular vive atrapado en el complejo de eterno segundón. Ha montado un congreso cuyo programa se ha centrado en vivir de las rentas de los casos de corrupción que salpican al Gobierno de Sánchez.
No hay otra. “No seré como él y si hago lo que hace él, echadme”, dice el líder nacional. Le ha faltado algo importante, que para que lo echen primero debe ser elegido, ganar y lograr el respeto de los suyos.
La falta de tirón de Núñez Feijóo es evidente. No gusta, no tiene enganche ni genera empatía. En su propio partido hay gente más válida que él, gente que guste o no tiene personalidad. El PP cierra filas, en cambio, en torno a un líder que centra su acción política y sus pasos en vivir de las rentas del adversario.
Desde que se quitó las gafas para dar nueva imagen, al gallego le ha faltado un rumbo definido. Los resultados son los que hay. A pesar de tener a un partido como el PSOE marcado por los mayores errores posibles y una concentración de golfos que tan pronto hablan de elegir prostitutas como de mordidas, el PP sigue a un lado, confiado en que de esas revueltas obtenga los beneficios que no consigue con su propia acción política.
El congreso popular se ha construido a base de los erráticos pasos del PSOE, como si se careciera de rumbo o de esquema básico de actuaciones.
Los aplausos de los suyos los tiene. También de la comitiva que acudía como enviada especial desde Ceuta, con Juan Vivas a la cabeza. Les tocaba aplaudir al presidente nacional de su partido y lo hicieron, a pesar de que, con nuestra ciudad, Núñez Feijóo está demostrando ser un pésimo aliado.
Desde Ceuta olvidan el boicot a la salida de menores, uno de los asuntos que más quebraderos de cabeza causan en el Gobierno local.
Tanto lo olvidan que incluso en redes sociales ‘venden’ la foto de un abrazo entre ambos líderes. Estos también se han quitado las gafas, como Feijóo.