De vez en cuando, te encuentras con un destello de lúcida belleza, y tu espíritu se ve recompensado. Encontré esta frase: “A veces, sentimos que lo que hacemos es solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara esa gota”.
Este pensamiento que descubrí el otro día es de Teresa de Calcuta, y nos pone en contacto con la más sincera humanidad.
En primer lugar, nos recuerda que todos y todas somos especiales, que los seres humanos somos irrepetibles; que todas las personas tenemos un sueño diferente, pero que todos necesitamos soñar.
En esto, la esperanza es un sueño que lucha por existir, así que, desde Salud Mental Ceuta, pedimos un enfoque más humano de las relaciones sociales, una mirada que nos vea como personas que tenemos algo que aportar.
Yo también decía algo parecido: “Labor pequeña no existe, cuando amor hay en las manos”. Todo el mundo tiene un talento escondido, puede desarrollar un potencial, y además, en cierta medida, la vida sería el descubrimiento de ese potencial.
Pedimos pues, que no se nos valore por nuestras limitaciones, sino que se nos pregunte hasta donde podemos llegar.
Esta visión humanista nos pondría en el camino de una sociedad más justa, más equilibrada, más placentera.
Ocurre que sentimos una llamada interior para desarrollar una misión, una obra, un proyecto que nos procure una vida independiente, pero la sociedad, vacía de sentimientos, nos corta el paso; no tenemos una oportunidad.
Queremos participar como miembros de pleno derecho, y al cabo de la edad, con el tiempo vencido por la espera, no llegamos a conocer nuestro talento, y solo participando podemos conocernos a nosotros mismos.
Al contrario, la sensación de participar en ese proyecto que es la humanidad nos llenaría de autoestima, y nuestros problemas empequeñecerían, en favor de una incipiente felicidad.
Ahora que hablamos de Teresa de Calcuta, y de su milagrosa misión, tenemos que encontrar la fórmula de otro milagro: la multiplicación de oportunidades.
En un ambiente propicio, la gente percibe que sus retos y proyectos son realizables, que son caminos que están bien señalizados, y no cabe perderse. Y entonces, la esperanza nos acompaña desde la casilla de salida, y la vida adquiere otro color.
“Pequeños detalles esconden grandes victorias”, por esto, debemos alterar nuestro sistema de valores, y empezar a valorar, no solo el tamaño de una gesta, sino también la ilusión y el empeño que pusimos.
El rostro nos hace diferentes, pero nuestro interior está hecho de la misma luz, de la luz de los sueños. Si olvidamos una buena acción, por pequeña que sea, la obra que es la construcción de la humanidad, estaría incompleta. Basta que falte una gota en la inmensidad del mar, para que ya no sea el mismo.