Dos grandes pecados he observado. Uno la falta de fuerzas y otro el monetario. Nunca hablan de sus entuertos. Ellos lo solucionan con las pocas garras que le quedan, pero eso sí, se le observa una ilusión que les llegará el mañana, aunque tengan una edad ya bien cifrada, ellos buscan el consuelo del aderezo de sus posesiones: "Ya que el próximo día habrá personas aquí y querrán vivir bien, como lo hemos estado nosotros hasta hace bien poco tiempo".
Y es que pocos son los que la moral se les ha ido a otro lado, y los que están aquí, cogen fuerzas y le dan al músculo tanto cerebral, como gimnástico, para apartar el fango de su vida cotidiana. Pasan los días y reciben oxígeno de muchas partes de nuestra geografía y ellos los reciben con lágrimas de felicidad, ya que nos proclaman: "Que creían que estaban solos", pero no, están aquí todos los que pueden y los demás buscan algún medio para colaborar.
Amor y odio, son los que se derraman por los púlpitos, pero eso les da igual: "Yo solo veo amor por todos lados, no conozco a mucha gente, pero les amo y doy gracias a Dios por haberlos traído aquí. Son Ángeles, de todos lados".
Mi corazón queda petrificado, mis lágrimas son casi una Dana, ya que no paran y mis ojos están entorchados con un rojo, de tensión, de emociones incontenidas al ver tanto esplendor en mis vecinos españoles.
La noche sirve de toque de queda para buscar un poco de energía para el próximo día donde volverán las hormigas a su curro diario buscando laborar y dar mejor cara a esos parajes desangelados.
"Muchas gracias a todos y más a esos que ponen la excusa de sus vacaciones y ahorros por estar con sus vecinos de región buscando un apoyo incondicional al mal recibido de su hermano".