Casi un mes después del hallazgo del cuerpo sin vida de su hijo pequeño Mohamed, a apenas cien metros de su casa, la noticia que conmocionó a toda Ceuta justo antes de Navidad, Abdelmalik Abdeselam reconoce que cada día ha sido más duro que el anterior. “La familia está fatal, ha empezado el colegio... Cada vez estamos más dolidos hasta que no salga quien le hizo eso a mi hijo... La Policía está trabajando y nosotros, esperando porque lo que queremos es que se haga justicia”, resume el hombre, desempleado, en el vestíbulo de su casa de Loma Colmenar.
Pocas horas antes de conocerse la detención de un sospechoso (un varón adulto de Ceuta ajeno al círculo familiar) por parte de los agentes de la Jefatura Superior, Abdeselam ha mostrado su confianza en el trabajo del Cuerpo.
“Dicen que hasta que no bajen las pruebas de Madrid seguramente no se podrá saber nada, pero están trabajando, eso es lo que nos han dicho y tanto yo como mi esposa confiamos en ellos, que no han cogido ni vacaciones... Están trabajando, machacando... Mi mujer, yo y mis hijos confiamos en ellos aunque estemos más dolidos por el inicio del colegio, viendo a los niños... Nos duele”, reconoce.
Padre de otros tres hijos de 14, 18 y 22 años, el progenitor del pequeño Mohamed explica que sus hermanos “llevan mal su pérdida y siempre están hablando de él, recordándole”.
“Creo que lo encontrarán, saldrá si dios quiere, porque el niño está con él ahora y dios es el que sabe quién hizo esto... La Justicia está luchando para que salga la verdad a la luz y lo van a conseguir, esa es la esperanza que tengo, como mi mujer y mis hijos, que están aguantando, hablando de su hermano, preguntándose si habrá sido alguno cercano o lejano”, refiere.
Abdelmalik desea que el responsable de la muerte de su hijo sea “lejano” a su círculo. “Si fuera cercano tendría que marcharme de aquí, abandonar y mi casa e irme a otro sitio a vivir... Ojalá fuese alguien de lejos porque de lo contrario nos va a doler más”, reflexiona.
Los más allegados al pequeño se han sentido estas semanas “acompañados” y respaldados por sus vecinos y el resto de la ciudad. “Muchos vecinos vienen a acompañarnos por las tardes, a darnos ánimo, a apoyarnos”, agradece.
“No dormimos hasta las 5 o las 6 de la mañana porque vienen muchos recuerdos”, detalla el hombre. Su esposa ha recibido atención psicológica y él toma cada noche medicación para calmar los nervios que evita durante el día.
A su alrededor, Abdeselam lamenta el “miedo”, el “pánico” que han cogido los demás niños de la barriada tras la muerte del más pequeño de sus hijos, que quizá pueda empezar a atenuarse tras la detención de un sospechoso del haber cometido el crimen.
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