El circuito de atención a los niños víctimas de violencia sexual en Ceuta tiene mucho margen de mejora. Así lo entienden al menos Save The Children y los expertos que han elaborado el estudio de mapeo sobre la implementación del modelo Barnahus en España y sus 19 autonomías.
Desde su punto de vista en la ciudad convendría contar con un recurso especializado para atender a la violencia sexual infantil que trabajase en colaboración con el Equipo Técnico de Protección y con especialización en violencia infantil.
También “impulsar una experiencia piloto local del ‘Barnahus”, un modelo de atención integral en el que todos los departamentos que intervienen en un caso de abuso sexual infantil se coordinan y trabajan bajo el mismo techo para atender a la víctima”.
Además proponen “explorar el encaje del modelo Barnahus en el contexto migratorio de Ceuta considerando las necesidades específicas del colectivo de los niños migrantes no acompañados” y “diseñar un protocolo interdepartamental de prevención, detección y actuación en situaciones de violencia sexual infantil para consensuar la forma, procedimientos y circuitos de atención, que ofrezcan una respuesta integral y especializada que mejore la coordinación interinstitucional y garantizar el interés superior del menor y su protección”.
Igualmente se aconseja “ampliar y fortalecer la red de Salud Mental Infanto-Juvenil de manera que garantice una atención universal y de calidad basada en intervenciones basadas en la evidencia, ágil y adecuada en tiempos para todos los menores migrantes solos”.
Las técnicos de Save The Children y la experta que ha revisado su trabajo echan en falta en la ciudad autónoma la figura del fiscal de víctimas, “de vital importancia como mecanismo de colaboración interdepartamental en casos de violencia sexual infantil”, así como un servicio de valoración único de los casos de sospecha detectados y más profesionales de tratamiento psicológico en el ámbito de la salud.
Ni Sala Gesell ni espacios adaptados
El informe sobre Ceuta lamenta que en la ciudad no existe una Sala Gesell, es decir, un espacio con dos cuartos adyacentes separados que reduce la llamada victimización secundaria, es decir, los efectos negativos del paso por el sistema penal, que incluye la posible vulneración de derechos.
En la ciudad autónoma tampoco hay “espacios adaptados a la infancia en la mayoría de las instituciones involucradas en un caso de violencia sexual infantil”. Especialmente en Justicia los espacios son compartidos con el área de justicia juvenil. Tampoco existe “un protocolo marco que guíe el circuito de atención”, aunque sí de protección a través de Menores.
El Área de Menores, pruebas rápidas y otros puntos fuertes
El diagnóstico de la atención a la violencia sexual infantil en Ceuta también ha encontrado “puntos fuertes” en la ciudad como el hecho de que las pruebas preconstituidas se hacen “de forma rápida, ágil e inmediata”; que el Equipo Técnico de Protección del Área de Menores “cuenta con formación especializada” y “es la puerta de entrada de casos de sospecha tanto cuando la familia es protectora como si no”.
También se elogian las guías de actuación y los protocolos de entrevista basados en la evidencia del equipo técnico del Instituto Médico Legal, así como el acompañamiento que se ofrece durante el proceso judicial por parte del Equipo Técnico o la Fundación Márgenes y Vínculos.
“El Área de Menores participa activamente en grupos de trabajo impulsados por el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030”, valora Save The Children en su trabajo para el Consejo de Europa, que también aprecia la “colaboración formal entre el Servicio de Protección a la Infancia de la Ciudad y la Universidad de Málaga para generar conocimientos e identificar las necesidades del colectivo de jóvenes migrantes para informar intervenciones basadas en la evidencia”.
Entre las “buenas prácticas” encontradas en Ceuta se cuenta el programa de prevención ‘Mi cuerpo es un tesoro’, dirigido a niños migrantes solos.