El presidente de la Ciudad, Juan Vivas, recibió ayer la Medalla del Consejo de la Comunidad Sefardí de Jerusalén, que conmemora las Cuatro Sinagogas Sefardíes Centrales, en un acto donde se puso en valor la convivencia existente en Ceuta.
Vivas quiso dedicar este reconocimiento a la ciudad, extendiéndolo a todos los ceutíes. Lo hizo incluyendo en este discurso a todos los habitantes, de todas las condiciones, de todas las confesiones religiosas y de todas las comunidades. Un ejercicio integrador que hay que aplaudir porque aunque es algo que forma parte del día a día, nunca está de más destacar esta parte tan importante de la identidad de Ceuta.
Vivas habló del respeto al otro como una manera de vivir arraigada en una ciudad, donde la convivencia no se realiza por obligación o como una forma de supervivencia, si no que es una cualidad que hace mejores a sus habitantes y les da el prestigio que tienen como pueblo.
Un discurso emotivo del que se extraen palabras que, sin duda, definen a nuestra sociedad, o, al menos a su gran mayoría.
Una forma de vida única que tenemos en este rincón que nos hace tener un carácter especial, abierto y más cercano que el de otros destinos del país. Algo que hay que seguir trabajando y fomentando entre las nuevas generaciones, haciendo que cada vez seamos una ciudad más integradora, en todos los sentidos, con todas las personas. Porque el respeto es la base sobre la que se pueden plantar otras muchas semillas que den como fruto grandes cosas para Ceuta, avances, prosperidad y un futuro más alentador para todos.
Vivas quiso dedicarle a Ceuta su medalla y nosotros no queremos pasar por alto la forma en que lo hizo. Tampoco se nos olvida reseñar que es, quizás, esa manera de convivir que tenemos en esta ciudad la que nos ha dado fuerzas para superar situaciones tan difíciles como las vividas en este año que ya pronto llega a su fin.
Mi parte de la medalla se la puede quedar otro.