Los dos mástiles centenarios de La Grace, el navío que surcó la aguas del Caribe al mando de un legendario corsario en el Siglo XVIII, irrumpieron a media tarde ayer, de pronto, en el Puerto.
Atracaba en Ceuta cargado de historia tras participar el domingo en Málaga en una vistosa recreación del episodio de 1812 que culminó con el desembarco de las tropas británicas en la playa de La Malagueta. Quienes llegaron con él aseguran que desde su cubierta incluso se dejaron oír hace tres días los cañones.
En realidad el velero bergantín que arribó ayer a Ceuta no es el mismo que capitaneara hace casi tres siglos el pirata checo Augustin Herman, sino una réplica exacta. Lo encargó construir un ciudadano de la República Checa apasionado del mar –paradojas, porque su país está enclavado en pleno corazón de Europa, sin un metro de costa– y cuya máxima aspiración era impulsar una Escuela Naval. Para ello buscó inspiración y encontró el diseño del barco original, que según las crónicas de la época se dejaba ver por las entonces colonias españolas de ultramar para, plagado de corsarios, abordar mercantes españoles con el único objetivo de saquear todo lo que hallara a bordo. De su paso por Guatemala, por ejemplo, queda el recuerdo de una larga lista de asaltos durante el Siglo XVIII en los que robaba azúcar o vino para revenderlo luego en Holanda. Las correrías trasatlánticas de Herman le convertirían con el paso del tiempo en el mayor exportador de tabaco de toda América, que también tomaba prestado.
Aquella referencia histórica inspiró al actual capitán, que encargó la fabricación del modelo más fidedigno posible a un astillero egipcio. Éste lo reprodujo fielmente de forma artesanal y lo botó el 5 de diciembre de 2010 tras dos largos años de trabajo.
Su función hoy ya no es el pillaje que alumbrara el barco original, sino las travesías lúdicas. En las cubiertas y camarotes viajaban ayer turistas que habían contratado sus servicios. Todos checos, excepto Jana Kabickova, sus hijos y su esposo Víctor Benedicto, los únicos españoles del grupo. Este último, natural de Ceuta, fue quien sugirió al capitán y al resto de la expedición recalar en la ciudad. “Nos hacía ilusión visitarla porque en Chequia es una desconocida. Nadie pensaba que Ceuta podía ser así. Cuando hablas de una ciudad en África, alguien de un país centroeuropeo se imagina que esto es como Marruecos. Estamos en el centro ahora mismo y están encantados”, relataba ayer Jana a El Faro.
Con sus 24 metros de eslora, el La Grace permanecerá atracado en Ceuta hasta mañana, cuando ponga proa hacia Gibraltar. Hasta entonces seguirá proyectando la imagen de aquel velero que durante un puñado de décadas fue pesadilla de la flota española en las Américas.