El 27 de agosto, Az Elarab El Hmamchi, un joven marroquí, lidió su peor combate contra las aguas que separan la línea fronteriza entre Ceuta y Marruecos. Con un pantalón negro y camiseta azul se echó al mar. Un día antes había asistido a la boda de su hermana.
Casi cuatro meses después, el rastro de este boxeador que soñaba con prosperar en España se ha perdido por completo. Nunca llegó a Ceuta, en donde pensaba reunirse con su hermano que se encontraba en el CETI. Lo han buscado por cuantiosos lugares, a ambos lados del espacio fronterizo. Nada. Ni una sola información.
“Sus últimas palabras cuando estaba conmigo fueron para decirme que quería entrar en Ceuta, subir a la Península para ser un gran boxeador, quería entrar en la MMA (artes marciales mixtas)”, cuenta su primo Ismael.
La llamada para confirmar que llegó a este lado de la frontera nunca se produjo, tampoco se reunió con su hermano. La historia de Az Elarab se pierde en ese espigón.
Entrenador de boxeo en Tetuán y con varias medallas obtenidas en competiciones, quiso, como otros jóvenes, cruzar atraído por los llamamientos masivos que se produjeron este pasado verano.
“El corazón de su madre sufre por él”, explicaron sus amigos el día de su desaparición. Hoy, casi cuatro meses después, nada ha cambiado, siguen las lágrimas de esa madre como sigue la incertidumbre por la ausencia del joven.
Az Elarab tenía 22 años cuando se echó al mar tras marchar a Castillejos. “Desde ese día hemos buscado en hospitales, hablado con funerarias… pero nada, no hay rastro de él”, detalla su primo, quien ha cruzado incluso a Ceuta para preguntar a las fuerzas de seguridad por su paradero sin éxito.
“Es un buen muchacho, entrenábamos juntos, es buena persona y trabajador. El día 27, tras la boda de su hermana, me escribió por la mañana y me dijo que iba a Castillejos a cruzar la frontera a nado. Ya no hemos vuelto a saber de él”, recuerda Ismael.
La historia de este joven deportista no es un caso aislado. Las cifras de desaparecidos son elevadas, pero no hay un registro oficial para dejar constancia de ellas salvo reportajes en medios de comunicación que sirven para que estos asuntos salgan a la luz.
Se publican, pero nadie se preocupa de darles recorrido. Son historias que se ahogan en el mismo espigón que sirve de falsa esperanza.