España vuelve a poner su mirada sobre el Estrecho de Gibraltar con un renovado impulso hacia una ambiciosa conexión fija entre Europa y África. Cuatro décadas después de que se firmara el acuerdo bilateral con Marruecos para estudiar la viabilidad de esta infraestructura, el Gobierno ha reactivado los estudios técnicos para lo que podría convertirse en uno de los proyectos de ingeniería más colosales de la historia: la construcción de un túnel submarino de más de 38 kilómetros de largo.
Bajo la dirección del Ministerio de Transportes, liderado por Óscar Puente, el Ejecutivo ha encargado a la empresa pública Ineco la realización de un completo estudio de viabilidad. El objetivo es determinar si este ambicioso proyecto puede dejar de ser una mera aspiración geoestratégica y convertirse en una realidad tangible.
Según los detalles publicados en el portal de contratación del Estado, el presupuesto asignado al estudio es de 1.632.338 euros, una cifra inferior a los 2,4 millones inicialmente previstos debido a ajustes en el encargo, como la eliminación de la fase de estudio de una galería de reconocimiento y la reducción de la necesidad de explorar trazados alternativos.
El estudio abarca un análisis exhaustivo de los aspectos físicos, funcionales y financieros del proyecto. Esto incluye la evaluación de la viabilidad de excavar el lecho marino, la proyección de la demanda de tráfico de pasajeros y mercancías, así como el análisis de diferentes escenarios de retorno económico para una inversión multimillonaria.
Además, todo esto se enmarca en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, con financiación europea proveniente del programa NextGenerationEU.
Posible comienzo en Algeciras o Tarifa
Por el momento, se están barajando dos posibles puntos en el litoral español para situar las entradas al túnel: el área de Algeciras, que cuenta con una importante conexión ferroviaria y un puerto estratégico, y la costa cercana a Tarifa, la ciudad más meridional de Europa. Al otro lado del Estrecho, el trazado se dirigirá hacia la zona cercana a Tánger.
La opción preferida desde hace años prevé una conexión submarina de 38,5 kilómetros, de los cuales 27,7 serían bajo el mar, mediante dos túneles ferroviarios excavados en una zona de alta complejidad geológica, caracterizada por la presencia de actividad sísmica.
La dificultad técnica de este tramo ha llevado a que el proyecto sea sometido a una revisión detallada. La empresa alemana Herrenknecht, líder mundial en maquinaria para la excavación de túneles, está colaborando en el análisis de la viabilidad técnica del trazado, especialmente en el tramo más complejo: el Umbral de Camarinal, donde se planea realizar una excavación compleja mediante Tunnel Boring Machines (TBM). El informe final sobre la factibilidad técnica se espera que esté listo en junio de 2025.
Un proyecto con respaldo político
Aunque los estudios iniciales del túnel datan de los años 80, la iniciativa ha cobrado nuevo impulso gracias al acercamiento diplomático entre España y Marruecos. La visita oficial del presidente Pedro Sánchez a Rabat en abril de 2022 marcó un punto de inflexión en las relaciones bilaterales, y durante la Reunión de Alto Nivel de 2023, la entonces ministra Raquel Sánchez calificó el proyecto como "estratégico" para ambos países.
La construcción del túnel encaja con la visión de convertir el Estrecho en un eje central dentro del corredor euromediterráneo, facilitando la conexión entre las redes de transporte de Europa y el norte de África, y ofreciendo un potencial de expansión hacia otras regiones.
Como parte del impulso renovado al proyecto, el Gobierno ha contratado estudios adicionales. En noviembre de 2024, se procedió al alquiler de cuatro sismómetros por más de 480.000 euros, destinados a continuar el análisis del fondo marino. El contrato fue adjudicado a la empresa Tekpam Ingeniería, especializada en sismología y telecomunicaciones.
Desafíos técnicos y financieros
A pesar de los avances políticos, el proyecto sigue enfrentando obstáculos técnicos y financieros significativos. La compleja geología del Estrecho, su alta actividad sísmica, la gran profundidad del canal y el altísimo coste de la obra son desafíos que podrían dificultar su materialización.