Más de tres horas para entrar en Ceuta. Una lentitud sin explicación porque no se está en ningún periodo extraordinario como puede ser la
OPE o cualquier festividad. Colas y colas para un cruce que se torna infernal sin que esté ocurriendo algo que pueda servir para argumentar esa ralentización. Días después del encuentro entre el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, y el rey de
Marruecos, Mohamed VI, nada cambia a pie de
frontera. Cuentan que
habrá aduana comercial, cuentan también que se regularizará ese
tráfico por vía terrestre y que todo está a punto ya para alcanzar una meta que, en el caso de Ceuta, sería histórica ya que la ciudad autónoma nunca ha contado con esa aduana reclamada por los empresarios que ahora recelan de la misma por falta de información. Todo eso se cuenta mientras en el día a día la situación no mejora. Ceutíes que se animan a cruzar al vecino país se topan con auténticos bloqueos sin explicación en su pretendido regreso a España. Todo marcha lento, demasiado. ¿Pero por qué?
La frustración trasladada a las redes sociales
En la frontera española
los agentes allí destacados hacen su trabajo y responden con aperturas de carriles si se considera que puede verse afectado el tráfico. Nada más pueden hacer cuando el problema, la retención, tiene su origen en ese particular cuello de botella en Bab Sebta. Los afectados pagan su frustración con comentarios en redes sociales, con vídeos para protestar por una situación que, saben, volverá a repetirse la próxima vez. Marruecos anunció que cambiaría su sistema informático para que fuera mucho más ágil el tránsito, pero la realidad es que nada varía en ese espacio que separa uno de otro país y que se ve abocado al ‘ruina, ruina’ como tanto se repite y se escribe. ¿Por qué ese bloqueo?, ¿cuál es la razón que convierte esa arquitectura fronteriza en una trampa? El caos es la nota dominante que se recrudece los fines de semana y que a fuerza de repetición ha terminado por normalizarse.