Se ha desatado la polémica sobre la celebración de una corrida de toros en nuestra ciudad, las opiniones son diversas como diversas son nuestros gustos respecto a muchas actividades que se desarrollan en nuestra sociedad.
La libertad radica en poder elegir las opciones que se nos presentan, en política, en espectáculos, en deportes y en los taurinos no podía ser de otra manera y en todas nuestras aficiones y opciones hemos de respetar el deseo del resto de conciudadanos, en eso radica la libertad y la democracia.
Las celebraciones taurinas tienen su origen en el siglo IX o anteriores y se preservan tradiciones culturales únicas propias de cada uno de los lugares donde se realizan.
Durante la Segunda República el paseillo de los toreros se realizaba sonando el himno de la Internacional. A lo largo del paso de los siglos estos festejos taurinos se fueron afianzando en todo el territorio nacional y hoy en nuestro país pocas ciudades y pueblos no incluyen en sus fiestas patronales espectáculos protagonizados por los toros, encierros, becerradas, novilladas, corridas,...es una tradición que se ha prolongado a través de los siglos.
Los animales sufren, no sólo en las corridas de toros, y todos lo sabemos.
Entiendo a quienes quieren prohibir este espectáculo taurino y respeto su opinión, pero ellos han de respetar a quienes aman este tipo de festejos, en eso consiste la libertad y son muchos miles de ciudadanos que desean y quieren seguir con esta antigua tradición al margen de los miles de puestos de trabajo que generan.
A nadie se le obliga a asistir a un festejos de estas características. Por ello libertad para todos. Que bonito.
¿De verdad que se puede considerar cultura a un grupo de hombres martirizado a un animal hasta la muerte? Estos empresarios están intentando llevar la tauromaquia a sitios de España en los que ni siquiera está arraigada, como Ceuta, metiéndola con calzador porque saben que la abolición de este maltrato animal se acerca cada generación más y más rápida y su modo de vida pronto desaparecerá.