Tenían solo 15 años. Se llamaban Tawfiq y Mohamed. Los dos partieron juntos desde Marruecos para cruzar a Ceuta y los dos murieron prácticamente a la vez.
La Guardia Civil los localizó el pasado 5 de septiembre con solo horas de diferencia en la zona entre Recinto y Sarchal. Hoy, sus cuerpos sin vida han cruzado la frontera del Tarajal para ser enterrados en su país.
La Funeraria Al-Qadr ha procedido al traslado de los menores hasta el paso fronterizo, lográndose, ahora sí, una repatriación que había estado bloqueada por problemas burocráticos.
Al otro lado esperan unas familias destrozadas, unas familias que hasta la fecha no se habían podido despedir de estos adolescentes.

Eran solo unos niños
Eran unos niños. Cuando la Guardia Civil localizó sus cuerpos acababan de morir. Fue el resultado de una madrugada de niebla, de cuantiosos intentos de cruce a nado o en pateras de pesca.
Tawfiq y Mohamed vestían ropa de calle y zapatillas deportivas. Todo apunta a que fueron trasladados en una de esas embarcaciones que tantas muertes han causado ya.
Los niños, que formaban parte de la misma familia, volverán a su tierra de la forma más trágica, tras haberlo perdido todo.

De familias humildes
Ambos eran originarios de la zona de Beni Said, en las afueras de Oued Laou, provincia de Tetuán (Marruecos). Uno había cumplido los 15 años el pasado mes de marzo, otro los cumpliría en noviembre.
Sus vidas han sido demasiado cortas para ambos, ejemplificando una tragedia que no tiene punto y final, que no se agota.
Los dos pertenecían a familias muy humildes, fueron cautivados por esas imágenes que se extienden apostando por la consecución de una vida mejor, obviando las tragedias.
El trabajo de Policía Judicial de la Guardia Civil
En este caso se ha conseguido poner nombres y apellidos a estos chicos. El trabajo del Laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil ha estado detrás, también la cooperación de quienes han ayudado a dar con sus familias, consiguiendo que uno de ellos se desplazara a Ceuta para reconocer los cuerpos.
Cumplir ese proceso no siempre es fácil. Por eso muchas familias se quedan sin saber cuál fue el destino de sus hijos, de sus seres queridos, pensando que quizá puedan seguir vivos.
La difusión de la llamada de auxilio de sus familias, que los buscaban tras varios días sin saber de ellos, fue determinante para su identificación. Los niños partieron juntos desde sus casas a Castillejos, punto en el que comenzarían la ruta hacia la ciudad.

32 muertes en lo que va de año
En lo que va de año se han registrado 32 muertes, casi todas de jóvenes que pretendían entrar en Ceuta y murieron en el intento.
Tras las muertes llegan los problemas, las trabas y dificultades. La exigencia del visado como medida impuesta tras la reapertura de la frontera después de la pandemia se ha convertido en un veto al acceso de familias que quieren entrar en Ceuta para reconocer a quienes son sus hijos.
Y no solo eso, también es un veto para, siquiera, aportar muestras de ADN que, de inmediato, pudieran servir para la identificación de los cuerpos.
La situación actual ralentiza cualquier labor extraordinaria en la identificación de los cuerpos, pero hay más problemas.
En el caso de estos niños, se ha podido desplazar un familiar para reconocerlos, aportando toda la documentación. El hecho de que llevaran tan poco tiempo sin vida ha servido para acelerar los trámites y conseguir conocer quiénes eran.
La carencia de medios de congelación para mantener conservados un tiempo suficiente los cuerpos ha provocado que, ya en varias ocasiones, se haya procedido a un entierro para que, días después, sus familiares hayan llegado a Ceuta con la intención de repatriar el cadáver.





