No suelo empezar mis artículos con anécdotas personales, pero la que viví ayer ilustra muy bien el problema del que hoy quiero hablar. Me encontraba en mi coche esperando recoger un pedido en una conocida cadena de comida rápida de la ciudad, cuando se me acerca un chaval a pedir dinero.
El chaval tendría no más de nueve años. Con una educación exquisita se me acercó y me dijo: “Buenas tardes señora, ¿podría darme algo de dinero para comer, por favor?”, mientras no dejaba de sonreír.
Estuvo mirándome y sonriéndome todo el tiempo que estuve allí. Cuando me iba, me dijo “muchas gracias señora, tenga un gran día”. Este chico es un Menor Extranjero No Acompañado.
Sí, uno de esos que deambulan por la ciudad y a los que los dirigentes del Gobierno de la Ciudad se empeñan en atribuir conductas reprobables. Según el Gobierno, los MENAs vienen a la Ciudad a delinquir, a robar, a intimidar a la gente, a consumir recursos que no se merecen. Esos son los delincuentes que ellos dibujan.
En cambio, lo que yo veo son a menores que están en una ciudad extraña, sin padres, sin un entorno familiar de afecto y preocupación que les ayude a formar su personalidad y convertirlos en adultos responsables y maduros.
Porque estos niños están tutelados por la Ciudad, lo cual significa que deben preocuparse de que tengan unas instalaciones adecuadas en las que dormir, comer, relacionarse….; deben darle una formación adecuada, motivarles y convertirlos en adultos sanos y felices. Todo esto debería hacer la Ciudad por ellos, en lugar de estigmatizarlos y convertirlos en enemigos.
No son delincuentes, sólo son niños abandonados a su suerte. Y los niños abandonados reaccionan como pueden, intentando sobrevivir en un mundo que no comprenden
El PP aún puede rectificar sus políticas y directrices en cuanto a los MENAs. Deberían pero me atrevería a adivinar que no lo harán.
Porque para ellos no sólo son delincuentes, son el arma arrojadiza que necesitan para conseguir retener los votos de la derecha de Ceuta.
En unas elecciones que se adivinan complicadas, donde incluso sus propios votantes dan por perdida la mayoría absoluta y vaticinan una debacle electoral, una de sus lamentables estrategias es utilizar la estrategia de la “invasión”: extranjeros que vienen a asaltar la ciudad, acosar a sus gentes y perturbar la paz, comentarios más propios de otro siglo.
Confío en que la población de Ceuta sepa ver más allá del murmullo racista y ultraconservador del PP, y den a esos chicos la imagen que merecen. Que recuerden que uno no elige donde nace, y que la vida no es fácil para nadie. Especialmente, si estás solo.
Contaré yo también mi anécdota personal. Me encontraba yo en mi coche en la que seguramente sea la misma cadena de comida rápida que se menciona en el artículo haciendo mi pedido cuando se me acerca a la ventanilla un niño de los que menciona el artículo con una actitud como la que menciona el artículo. Buenos modales y sonrisa de oreja a oreja. Y yo, que de vez en cuando me gusta alegrar la vida de la gente como humildemente puedo, decido alegrar la tarde de ese pobre niño invitándolo a comer todo lo que quiera. Le dije que le pidiera a la chica de la ventanilla todo lo que quisiera. Me miró con cara de extrañado pues no me llegó a entender por causas del idioma. Pero casualmente la muy amable chica de la ventanilla tuvo la bondad de explicarselo al chico. Una explicación que yo no entendía pero me pareció que se alargaba demasiado para algo tan sencillo de explicar y que se tornaba en discusión. Al cabo de un par de minutos el chico se marchó con cara de frustración pues para mi sorpresa ese niño, como una máquina expendedora, solo aceptaba efectivo.