La Ciudad ha decidido modificar las medidas a través de un decreto que será de aplicación desde hoy. El toque de queda se amplía y también se incrementa el número de personas permitido en cada mesa. Las decisiones se han fundamentado en unas estadísticas que, consideran, son mejores. Ofrecen datos. Pero los datos tienen también su doble lectura. Pasó en Navidad, por aquel entonces las decisiones de flexibilización se basaron en que las estadísticas lo propiciaban, después sufrimos uno de los peores momentos en cuanto a número de fallecimientos. Vemos que siguen habiendo casos, que tenemos brotes activos y que casi todos son familiares, además continúa la muerte de personas hasta superar ya los 90. Hablar de vacaciones, pensar en puentes, debatir sobre cuánto tiempo más se puede pasar en la calle es un debate que no debiera caber teniendo la situación que tenemos, pero que, aún así, continúa siendo el dominante. Para muchas familias no existe preocupación alguna por si podrán salir a la Península o si podrán permanecer más tiempo en la calle, porque o bien están sufriendo el virus en sus propias carnes o bien tienen que pasar por confinamientos duros e ingresos hospitalarios. No es el momento de este tipo de debates, no es el momento de buscar peleas ni de poner la Constitución por delante con sus derechos y deberes. Es el momento de ser consecuentes y responsables ante una situación que, ni mucho menos, está controlada y que puede seguir empeorando.