Hace tres meses comenzaron las obras en la lonja pesquera de Ceuta. Desde ese momento los baños disponibles quedaron bajo llave. Hasta la fecha los treinta trabajadores que desempeñan sus labores en la zona hacen sus necesidades como pueden en lugares improvisados.
No cuentan con una medida alternativa para cubrir la ausencia de los aseos durante el proceso de ejecución. Las mismas fuentes que trasladan dicha denuncia pública a este periódico aseguran que ya se ha dado parte sobre la situación a los responsables.
Indican que aún no han recibido respuestas. Comprenden que los trabajos que se llevan a cabo en el presente son necesarios, pero insisten en que, al menos, se debería instalar una cabina portátil mientras permanecen cerrados los servicios.
Olores
La falta de un espacio para este fin lleva a muchos de los empleados a utilizar esquinas o rincones disimulados para aliviar su urgencia. Ello provoca malos olores y un escenario en el que precisamente la salubridad no es la protagonista.
“Si a alguno le da un apretón o algo, se busca cualquier boquete. Esto está infectado. Es un foco de problemas”, explican. “La cuestión aquí es que han pasado ya tres meses. Los trabajadores pasan muchas horas allí todos los días”, mencionan.
“Esto no es higiénico. Esto es asqueroso. La cosa en lugar de ir hacia delante, va para atrás”, inciden. “Al mismo tiempo que se arreglan los baños, se podrían incorporar unas cabinas. Las hay en todas las obras”, añaden.
Buscar una solución
“¿No es de lógica? Están 30 empleados ahí, ¿no lo saben?”, señala. La sensación ante esta circunstancia es de “abandono”, apuntan. “Es el último sector que queda en Ceuta. Después se ve en la tele sobre la Almadraba y los volaores. Mucho decir que esto es patrimonio, pero no es tratado como se debe”, destacan.
“Cuando surge, tienen que ir detrás de una red, de un barco o donde puedan. Algunos ya tienen una edad, no son chavales para estar así”, remarcan. Solo piden que se busque una solución para los trabajadores y se les dé una respuesta para que satisfagan su necesidad sin tener que hacerlo de forma expuesta.
No es el único inconveniente que afrontan estos pescadores, según trasladan. Cada vez que se desplazan en su coche hasta la zona no pueden estacionarlo en el aparcamiento que hay disponible. Acuden a otro sitio que presenta un cierto desnivel. “Lo dejan a las afueras de la lonja. Cuando llueve aquello se convierte en una piscina”, detallan.
Obras
No son las únicas obras que se efectúan en el terreno para mejorar la infraestructura. Más allá de la ejecución en los aseos, hay otro proyecto en marcha ajeno a la intervención en los servicios a cargo de otra empresa distinta. El pasado mes de enero el Puerto les dio luz verde. La finalidad es renovar las instalaciones para optimizarlas.
Buscan principalmente renovar la edificación, pero también propiciar una serie de condiciones higiénicas adecuadas que cumplan con la Ley General de Sanidad y que, a su vez, permitan un correcto desempeño de la actividad en su interior.
Se constituye como un proyecto de rehabilitación en el que se incluyen diversas modificaciones, entre ellas, el tratamiento de las paredes o el lavado del suelo, del techo, la reparación de las grietas o zócalos, así como el tratamiento de la superficie en toda su delimitación incluida la del área de muelle de carga.
Al mismo tiempo que se desarrolla la actuación, se aplican una serie de medidas para tratar de ejercer el menor impacto medioambiental posible en el entorno. El importe alcanza en torno a los 60.000 euros de presupuesto.






