La Dirección Provincial del Ministerio de Educación está preparando con los equipos directivos de los ocho colegios con comedor escolar el restablecimiento del servicio presencial a la vuelta de las vacaciones de Semana Santa. La ciudad se ha convertido en uno de los pocos territorios de España en los que todavía no se ha recuperado su formato tradicional, con alrededor de un millar de beneficiarios, y es lógico seguir avanzando también aquí hacia la normalidad. Pero deberse hacerse con cautela y sentido común, como hasta la fecha.
Aunque la pandemia parece amainar, es de esperar que definitivamente, la decisión debe tomarse con cautela teniendo en cuenta que, en contextos anteriores similares, un incremento de la movilidad ha conllevado repuntes de los contagios más o menos acusados.
La administración también debe primar la coherencia en el interior de los centros: no sería muy ininteligible que los estudiantes deban mantener el uso obligatorio de la mascarilla en todos los espacios interiores y que precisamente en uno de los más concurridos, el comedor, pudiera eximirse el mismo.
Junto con esos detalles, la Dirección Provincial debe dar a cada colegio el margen de maniobra necesario para que sus responsables, que son los que mejor conocen a sus alumnados, puedan atender singularidades no solo en lo tocante al mes sagrado de ayuno musulmán de Ramadán (para facilitar que los estudiantes que ya lo sigan puedan hacerlo sin perder su derecho a ese servicio becado), sino también para que la asistencia que se les ha prestado hasta ahora siga teniendo la efectividad y extensión que ha tenido mientras se ha utilizado el modelo de entrega de fiambreras para que las llevasen a casa.