La Compañía de César Martín llevó anoche a las tablas del Teatro Auditorio del Revellín ‘A puerta cerrada’, obra del genio galo y adaptación compleja
Como sucedería con Camus, Flaubert o Stendhal, genios absolutos de las letras galas, siempre inmortales, interpretar a Sartre es tarea compleja, una empresa gigante. Por eso, de entrada, tiene enorme mérito la valentía de César Martín y su compañía, que llevaron anoche a las tablas del Teatro Auditorio del Revellín ‘A puerta cerrada’, obra de Sartre, si bien el resultado podría debatirse, máxime porque la trama se desarrolló pesada y sin agilidad y quedándose arrinconada algunas de las claves ‘sartrerianas’.
Sea como fuera, el aplauso es merecido y es preciso poner de relieve la interpretación y memoria del propio Martín, director y actor, y de su equipo, todos artistas locales: Cristian Marfil, Mónica Melgar, Alba Castelo.
La esencia del teatro local, a escena en el Teatro, pues. “Se trata de una obra de Jean Paul Sartre”, había anticipado la Compañía, “que se inicia con el mayordomo conduciendo a un hombre llamado García hacia un cuarto, que no tiene espejos ni ventanas y sólo cuenta con una puerta, tres sillones, una reproducción de la Venus de Milo y un abrecartas”. “Finalmente, una mujer, Inés, entra a la habitación de García, y posteriormente otra, Estela. Después, el mayordomo sale y la puerta es cerrada con llave. Todos esperan ser torturados”, trama que se fue enredando, sobre todo, desde el punto de vista psicológico, surgiendo cuestiones que el espectador hubo de despejar y resolver: la incertidumbre extraordinaria que toda obra del genio francés provoca.
Además, cabe destacar que la Consejería de Educación y Cultura, que colabora en el proyecto, ideó junto a la propia Compañía poner en marcha una iniciativa novedosa consistente en ofrecer al público abonos para espectáculos locales, siendo ‘A puerta cerrada’ la primera de las obras que se beneficia de esta posibilidad, que trata de impulsar, con precios populares, los proyectos culturales locales, de modo que en la jornada de ayer se esperaba una buena entrada para asistir a la función, previsión que, sin embargo, no se cumplió al registrarse una pobre asistencia de público.