Las protestas cesaron. Los sindicatos pararon el envío masivo de notas críticas. La plataforma ciudadana detuvo momentáneamente su actividad. Se esperaba que el Ministerio de Sanidad actuara para que la ofrecida en este pueblo fuera simplemente la misma que se estila en cualquier otra ciudad de España. No se pedía más que esa igualdad que se supone debemos tener, es decir que si usted ingresa en un hospital de Valladolid va a tener los mismos especialistas, recursos y medios que si lo hace en Ceuta.
Pero la situación poco ha cambiado. La falta de profesionales sigue siendo sangrante, los especialistas escasos no pueden hacer frente a los pacientes que demandan su asistencia, los recursos no alcanzan y las quejas de la ciudadanía persisten.
El sistema no funciona, han ido poco a poco despreciando lo público hasta preparar, como los toreros, el momento clave para dar la puntilla y obligarte a pasar por caja (otra vez, no se olviden que con nuestros impuestos ya pagamos por disponer de una atención digna), a acudir a la privada como única alternativa.
Las asesoras de la ministra de Sanidad han visitado por sorpresa Ceuta quizá para conocer la realidad de lo que está pasando (chocante, ¿cómo es que no la conocen ya?), o ver con sus propios ojos el motivo que lleva a que su población esté resentida. No sé qué les habrán contado, tampoco si vuelven a la capital de España con la agenda cargada de verdades. El tiempo se encargará de mostrarnos la respuesta que no puede ni debe tener otro camino que la puesta en marcha de una renovación ambiciosa para que se priorice la atención sanitaria tanto en Ceuta como en Melilla.
Los gobiernos populares y socialistas la han abandonado durante muchos años, tantos que ahora hay que recorrer un camino complejo para ir cubriendo vacíos deshonrosos, hirientes y tercermundistas que tenemos que sufrir por el mero hecho de residir en los territorios olvidados.