Sucede todos los años. En Ceuta también. No debe ser tan difícil hacer las cosas de la forma correcta siempre y cuando se sepa, claro está, que pintarle la cara a Baltasar no es lo más adecuado. Porque ese es el gran problema, no darnos cuenta que tirar de color para completar el trío de reyes resulta insultante.
Es como quien tiene el comodín en su casa: Melchor, Gaspar… pero para el tercero tiramos de tinte y nos quedamos tan panchos. El año que viene ¿haremos lo mismo?, seguro. ¿A que no se nos ocurriría pintar a un negro de blanco para hacer de Melchor?
No creo que lleguemos al ridículo de Madrid pero nos quedaremos en el camino. Porque ridículo es hacer lo que hacemos, nos guste o no. Ridículo es marcar la diferencia y encima pensar que nada sucede aunque esa diferencia, miren la casualidad, sea precisamente con Baltasar y en una ciudad como Ceuta.
Pintamos de color al blanco para simular que es negro. No tiene culpa quien ha sido elegido para dar ese paso y que simplemente se deja llevar sino la institución que permite que esto siga así y que las prácticas de tirar de maquillaje se conviertan en algo aceptado, considerado y hasta normal.
Estamos en 2024 para seguir pensando de esta forma, para seguir calificando de anécdotas este tipo de comportamientos que tienen que cambiar de forma radical a la par que evolucionamos como sociedad. No cambiarlas no es una ‘chorrada’, como algunos dicen. No cambiarlas es normalizar que el comodín de Baltasar siempre será un blanco tintado.
Para dar lecciones de historia ya están otros, para ilustrarles sobre comportamientos adecuados también. Lo mío es una simple opinión que seguro no cuadra con la de muchos pero para eso está la libertad y las redes sociales donde se puede canalizar la hilera de insultos más mágica de este día en el que a los niños buenos les traen regalos y a los adultos malos nos echan carbón, pero no tintado, negro negro como debe ser.