Hemos asistido con perplejidad a una sesión del Congreso de los Diputados de España, un tanto bochornosa. Se votaba la convalidación del Decreto de la Reforma Laboral. “El hecho más trascendente de los últimos años”, como lo han calificado los agentes sociales. Un pacto ejemplar hecho entre sindicatos, patronal y gobierno. Negociado de forma leal, en el que todos han cedido algo, buscando el bien común y la mejora de las relaciones laborales. También intentando ayudar a que su país siga adelante y supere definitivamente la crisis originada por la pandemia.
El miope egoísmo y tacticismo electoral de grupos independentistas, aunque miembros del actual bloque de gobierno de coalición, como los republicanos catalanes; junto al odio y la estrategia populista de la derecha y la extrema derecha española, aderezado con la miseria y traición de dos diputados navarros (ya se verá a qué precio), parecía que iba a hacer posible rechazar dicha convalidación y, de paso, dar un estoque mortal al actual gobierno de coalición progresista de España. Llevan tiempo intentándolo. Han utilizado todas las estrategias posibles. No les ha importado usar el dolor de las víctimas de la pandemia. Tampoco faltar a sus compromisos institucionales para renovar los órganos de gobierno del poder judicial. O desprestigiar a su país en las instituciones europeas.
Sin embargo, un aparente “error fatal” de uno de los suyos, ha dado un vuelco a la situación. Primero se calificó como error humano. Cuando sus asesores les dijeron que los errores humanos no podían ser objeto de cambio, comenzaron a hablar del error informático, pese a los reiterados informes en contrario de los técnicos de la Cámara. Total. Ha sido una especie de dos por uno. Dos, que habían sido “comprados” por los de la derecha y la extrema derecha, por uno que se había “equivocado”. Tampoco es ninguna tragedia, visto el resultado. Pero sí motivo de reflexión y análisis. A mí me ha servido para hacerme una composición de quiénes son los verdaderos enemigos de nuestro país. Lo tengo claro. Los que no quieren que mejore la dignidad y la situación de los trabajadores. Así de sencillo y de trágico a la vez. Quizás porque no han trabajado en su vida.
Pero también me hace reflexionar sobre la calidad de nuestras democracias. El profesor Sandel, en su libro “La tiranía del mérito”, nos dice que “…Corren tiempos peligrosos para la democracia. Puede apreciarse dicha amenaza en el crecimiento de la xenofobia y del apoyo popular a figuras autocráticas que ponen a prueba los límites de las normas democráticas. Estas tendencias son preocupantes ya de por sí, pero igual de alarmante es el hecho de que los partidos y los políticos tradicionales comprendan tan poco y tan mal el descontento que está agitando las aguas de la política en todo el mundo”.
Por su parte, el economista Piketty considera que la transformación de las formaciones de izquierda de partidos de los trabajadores en partidos de las élites intelectuales y profesionales puede ser la explicación de por qué no han dado respuesta a la desigualdad en aumento de las últimas décadas. “Cuando el uno por ciento más rico de la población absorbe más renta que todo el cincuenta por ciento más pobre, cuando la mediana de renta lleva cuarenta años estancada, la idea de que el esfuerzo y el trabajo duro de una persona pueden llevarla muy alto empieza a sonar a eso, a hueco”.
Aquí está el nudo gordiano de la situación, bajo mi punto de vista. Debemos recuperar la dignidad del trabajo. Es lo que está intentando el gobierno de España. Y es, justamente, lo que quieren boicotear los enemigos de España. Lo que reivindica Sandel es restablecer la dignidad del trabajo, ante el aumento de la desigualdad y el agravamiento del resentimiento de la clase trabajadora. Introducir en las estrategias electorales de los partidos de izquierdas el discurso de la recuperación de la dignidad del trabajo, trastocaría y vigorizaría nuestro discurso político, nos conduciría más allá de la polarizada contienda política a la que nos quiere llevar permanentemente la derecha y la extrema derecha y nos conduciría al discurso a favor de una “amplia igualdad de condiciones que permita que quienes no amasen una gran riqueza o alcancen puestos de prestigio, lleven vidas dignas y decentes, desarrollando y poniendo en práctica sus capacidades en un trabajo que goce de estima social compartiendo una cultura del aprendizaje extendida y deliberando con sus conciudadanos sobre los asuntos públicos”.
La pandemia de 2020, ha conducido a muchos a reflexionar en la importancia de las tareas realizadas por cajeros, repartidores, cuidadores y otros trabajadores esenciales, pero mal remunerados. Por esto ha sido tan importante la reforma laboral que ha impulsado el actual gobierno de España.
Y por esta causa también, se ha podido visualizar con gran nitidez quienes son los enemigos del país. El camino es este. Recuperar la dignidad del trabajo es la gran misión de los partidos de la izquierda. Y el antídoto al dañino populismo nacionalista y extremista.
Es lo que hará que los trabajadores vuelvan a apoyar a los partidos que de verdad los representan. A partir de ahí, el resultado electoral será claro.