Es la noticia del día. O al menos la vendieron como tal. Vamos a dejarla a la espera, confiando en que se haga realidad y el entorno fronterizo recupere la dignidad arrebatada.
La Ciudad nos trae el gran anuncio: la confirmación de la reforma de la carretera de la frontera que será, nos cuentan, “más ambiciosa” de lo previsto. A mí, mensajes de este tipo no suelen gustarme mucho. Sencillamente porque ya son demasiados años de promesas, los mismos de ‘dormirse’ en vez de actuar con celeridad.
Nadie puede evitar el sonrojo cuando pasa por la Almadraba, cuando se acerca a la frontera, cuando sube hacia el Príncipe o cuando pasa por Arcos Quebrados. Son las zonas fantasma de una Ceuta que, nos dicen, es igual para todos. Las mentiras tienen las patas tan cortas que un paseo por el lugar debería provocar vergüenza entre quienes aseveran esto. Debería, pero no lo hace.
Los proyectos ambiciosos deben ejecutarse ya en esa otra parte de Ceuta que muestra una degradación absoluta. Intentar promover una política turística con estos mimbres vendiendo mensajes inciertos no es más que una alocada carrera de despropósitos y de una indigna demostración de que a demasiados les debe dar igual lo que pasa en esta tierra. Y digo demasiados porque no es normal que haya zonas tan degradadas, tan abandonadas, en donde sus vecinos tienen que superar el día a día porque no gozan de las mismas atenciones que los residentes en otros barrios.
Eso se llama discriminación, poca vergüenza, despropósito... lo que ustedes estimen. Cualquier concepto es válido para tenerlo en mente cuando se lee eso de que el proyecto será ambicioso.
Ceuta tiene dos caras, lleva años arrastrando esa disparidad de modos de vida. Eso conlleva un riesgo y los riesgos nos explotan entre las manos cuando suceden cosas, cuando se producen manifestaciones, cuando hay críticas o cuando determinados grupos terminan haciendo gala de unos comportamientos incívicos causados por la carencia más absoluta de lo que al resto no les falta. Proyectos ambiciosos, que los sean, que lleguen, que los financien y que se ejecuten. Lo demás, de nada vale.