El día del esperado discurso del President Puigdemont, me senté tranquilo en mi casa a escucharlo en directo. No suelo hacer estas cosas, pues los discursos de los políticos actuales al uso, son, por regla general, hueros, además de tramposos y confusos. Pero ese día, todos estábamos pendientes. Más por puro morbo, que otra cosa. Porque, ¿alguien en su sano juicio pensaba que el Sr. President iba a tener las “agallas” suficientes como para declarar la independencia?. Yo no lo creía. Fundamentalmente porque todos ellos son unos cobardes que lo único que pretenden es provocar y hacerse los “perritos cojos”. No hay más.
Por una vez he de dar la razón al Presidente Rajoy sobre la medicina que les está aplicando. ¡Sólo un gallegazo como él podía hacerlo así!. Esto no le libra de culpa respecto a lo que tenía que haber hecho antes para evitar llegar a esto. Aunque, sinceramente, dudo de que otra actitud hubiera hecho cambiar la hoja de ruta del independentismo catalán. Sólo basta recordar al inocente Zapatero y su célebre frase de que aprobaría todo lo que le llegara desde el Parlament de Cataluña. O al ahora “feroz” ex presidente Aznar hablando catalán en la intimidad. O incluso las inversiones millonarias hechas durante la Dictadura, a costa de las divisas generadas por los emigrantes españoles, mayoritariamente andaluces y extremeños (¡esos flojos que sólo saben cobrar el paro a costa de los pobres y sufridos catalanes!). Nada les ha hecho cejar en sus pretensiones, profundamente insolidarias, pero adornadas de mil flores, que les proporcionan los anticapitalistas de salón de la CUP.
Como acertadamente decía la líder de Ciudadanos en Cataluña, que en esto también le tengo que dar la razón, el Sr. Puigdemont, ¡por fin!, se ha quitado la careta. Su juego no es la democracia. Es la “pela” pura y dura. Dieciséis mil millones de euros, según la Generalitat, es el déficit fiscal que mantienen con España. Y por eso quieren independizarse. Para no seguir financiando a los, según alguno de sus altos cargos, “holgazanes” andaluces y extremeños. Y además, juegan con la carta marcada. Nos decía el honorable que ellos han utilizado la Constitución para proponer un referendum, pero que no les hemos hecho caso. Es decir, para ellos, la Constitución Española y las leyes han de ponerse al servicio del independentismo. De lo contrario, los estamos “masacrando”.
Pero también tienen sus razones históricas, que las han repetido hasta la saciedad. Si consultamos la Wikipedia, que es de acceso libre y gratuito, se dice lo siguiente: “El independentismo catalán defiende la tesis de que Cataluña es una nación oprimida por España desde su ocupación por las tropas borbónicas en 1714, y la posterior supresión de las instituciones catalanas y la prohibición de su lengua en la administración mediante los Decretos de Nueva Planta promulgados por Felipe V entre 1707 y 1716, aprobado el Decreto de Nueva Planta de Cataluña en 1716, dado que la corona de Aragón a la cual pertenecía el condado de Cataluña, apoyó al otro candidato al trono español, el archiduque Carlos de Habsburgo….”. Si se tuviera que revisar la historia de los pueblos por razones similares a estas, quizás tendríamos que construir un nuevo tablero político a nivel internacional. O a mi me enseñaron mal el Derecho Internacional cuando estudié la carrera, o estos señores han estudiado en otras universidades.
Seamos claros. A los independentistas catalanes les están bajando los humos las empresas que están cambiando sus sedes a otras regiones. Porque sus reivindicaciones son profundamente injustas, pues se sustentan en una base de insolidaridad insoportable. Y también son antidemocráticas, porque son incapaces de entender que en esto de fraccionar España tenemos voz y voto todos los españoles, no solo los catalanes. No porque lo diga la Constitución Española, sino porque su independencia se haría a costa de otros pueblos menos prósperos y desarrollados de nuestro país. Es decir, su previsible incremento de la riqueza, a consecuencia de la independencia, sería por el incremento de la pobreza en otras regiones de España. Y para entender esto no es necesario ser economista. La tarta tiene lo que tiene. Y si uno se lleva más, siempre es porque otro se empieza a llevar menos. ¿Comprenden por qué tenemos que opinar y votar todos los españoles para su independencia, y la de los vascos, y la de los gallegos, y……?. Sean serios y no engañen a su pueblo. Las independencias en un mundo globalizado sólo las piden los ricos, porque quieren ser más ricos. Nunca la reclaman los pueblos pobres.
Poco me queda que añadir. Que estoy a favor del federalismo y de la autonomía de los pueblos. Por esto no acepto sus planteamientos, porque, ni buscan lo primero, ni lo segundo. Lo suyo es pura farsa. Lo triste es que han embarcado a cientos de ciudadanos honrados, que creen firmemente que independizándose de España van a ser más felices, y han conseguido llevar el enfrentamiento personal al corazón de mi querida Cataluña.
No sé qué contestará el Gobierno catalán al Gobierno nacional, sobre si proclamaron la independencia en el discurso de Puigdemont. Pero mala salida hay para los que quieren dialogar, siempre que se acepten sus premisas. Si acaso, quedar como un traidor para los suyos, si frena la locura, o como un mártir, si sigue hacia adelante y cae sobre él el peso de la ley.