Somos así. Destrozamos el planeta para luego gastar dinero en arreglarlo. Aquí en Ceuta también. Nos cargamos los árboles para luego financiar la colocación de toldos y demás infraestructuras que nos den sombra.
Es el mundo al revés, pero al parecer funciona en una sociedad adormecida incapaz de protestar por lo que sucede a su alrededor.
Semanas atrás publicamos quejas de ecologistas preocupados por el auténtico atentado medioambiental causado con talas (más que podas) indiscriminadas del arbolado.
La Ciudad defendió su política y las demás formaciones políticas callaron desarrollando un silencio cómplice y absurdo.
Ahora ese mismo gobierno y demás partidos se dan la mano para considerar que hay que gastar dinero en artificios que vengan a sustituir lo que nos hemos cargado.
Queremos una ciudad fresca y con sombra, así que vamos a tirar de contratos para que algunos ganen dinero a costa de la inconsistencia de unos mandamases que más destrozan que promueven, sabiéndose complacidos por el resto.
Esto recuerda al proyecto del Parque de San Amaro. La Ciudad lo destrozó colocando piedra, inició senderos que nunca terminó y anunció que colocaría un hilo musical para simular los trinos de los pájaros. Una auténtica barbaridad.
Hoy tenemos uno de los escasos parques abandonado, víctima de gastos sin sentido en plantas que mueren y con zonas destrozadas. Que suceda esto en un lugar como Ceuta es un insulto, pero sucede.
El alcalde y su equipo han respaldado una política nula en materia medioambiental que pasará a la historia por pagar las escobas de plata con las que se llevaban el título de Ceuta limpia. Nada más.
El cuidado del arbolado es inexistente, destrozan más que promueven. Luego gastan para compensar el desequilibrio. Es una barbaridad que sin duda demuestra el nivel al que nos enfrentamos.