El peor problema para las fuerzas de seguridad y los propios inmigrantes es que no exista una norma clara en materia de inmigración. Es un asunto tan sensible que no cabe que lo que hoy es blanco mañana sea negro, que lo que hoy no vale mañana sí que sirva. La confusión, desde hace muchísimos años, marca las actuaciones de los agentes.
No nos podemos permitir tener una Guardia Civil asustada, que no sabe cómo actuar y que acata órdenes cuando menos incongruentes. No nos lo podemos permitir porque luego suceden hechos como el 6-F y entonces todos, hasta los que nunca hablaron, piden explicaciones, opinan y hasta reclaman.
Si los inmigrantes llegan hasta Perejil y son rescatados por España porque se da por hecho la prevalencia sobre el famoso islote, no puede variarse el modo de proceder porque ahora convenga que sea Marruecos el que intervenga o porque la Dirección, mucho más acobardada que el propio Ministerio de Interior, dicte órdenes que no hay por dónde cogerlas. Hace un par de semanas Salvamento Marítimo rescataba a varios inmigrantes de Perejil, ayer la Benemérita recibió órdenes para que permaneciera como mera observadora ante unos agentes marroquíes que se hacían cargo de los subsaharianos llegados en balsa hasta el lugar. ¿Alguien puede explicar en que se fundamenta esta disparidad de criterios y este baile de decisiones? No pueden hacerlo, al menos diciendo la verdad. ¿Altera este tipo de actuación las que podrán llegar a posteriori?, ¿decidirá la Dirección que la Guardia Civil sí se haga cargo de los inmigrantes que lleguen a Perejil solo cuando Marruecos no quiera acudir a por ellos? Eso ha pasado, así que no les extrañe.
Lo triste de todo esto no es ya que se demuestre, otra vez, que no existe un criterio válido en torno a la inmigración y que los guardias están condenados a saber actuar de la mejor manera y bajo el temor de sanciones. Lo triste es que tenemos a un director general de la Guardia Civil que carece de legitimidad alguna, visto todo lo que ha pasado y sigue pasando, para seguir marcando las directrices de un Cuerpo que se expone a diario a situaciones anómalas que no están siendo abordadas de forma clara. Si don Arsenio quiere jugar a las muñecas, puede, pero usar a la Benemérita de peculiar chochona no es de recibo en una frontera cogida entre alfileres y dada a que nadie asuma responsabilidades.