Partimos del proceso de nacionalización de los años 80, pero el desarraigo de los apellidos tiene precedentes en Ceuta. Así lo han contado los descendientes de quienes vieron arrancadas sus raíces y parte de su cultura cuando los apellidos que les correspondían fueron reemplazados por nombres propios masculinos.
Farid Haldi Tunsi, aunque en su documento de identidad aparece como Farid Abdesalam Mohamed, asegura que el proceso de nacionalización de los años 80 fue una segunda parte de un primer intento de “amputación del apellido durante la época del Protectorado, cuando “los nativos de Ceuta formaban parte de las tropas de Regulares”.
Fue entonces cuando estos apellidos fueron amputados casi en su totalidad.
Es en la actualidad cuando las nuevas generaciones, tras un intento de indagar en su pasado, su historia, sus raíces y el legado cultural de la familia están tomando conciencia de que una parte de ellos ha sido obligada a desvanecerse.
Hay quienes, envueltos en un soplo de fortuna han podido conocer su apellido y su procedencia gracias a los relatos contados de generación en generación, pero también existen aquellos que no han corrido con la misma suerte, viendo frustrada la oportunidad de crear un árbol genealógico verdadero.
“Yo creo que se pierde prácticamente todo, una vez que pierdes la identidad, te quedas absolutamente desnudo”, afirma Farid.
En este reportaje hemos querido otorgar un espacio para llamar a cada uno por su nombre, por su verdadero nombre, por lo que durante los minutos que dure este escrito, estaríamos viajando a un pasado con una historia viva, recuperando años de injusticia.
Los abuelos de Farid Haldi formaban parte del estamento militar, de los antiguos Regulares, lo que se conocían como “las tropas indígenas”, explica. “Tropas indígenas falsamente porque la mayoría eran nativos de la ciudad, aunque sí era cierto que existía un importante número de militares llegados del país vecino”.
“Mis abuelos nacieron en esta amable y simpática ciudad y mi padre en El Ángulo, lo que son actualmente las Murallas Reales y, más tarde, se trasladó a Hadú. Mi madre nació y sigue viviendo en el antiguo Poblado Regulares”, comienza narrando.
Conforme a lo relatado por Farid, el ambiente que se palpa en los adentros de su hogar cuando este tema sale a relucir es de “cierta rabia, enfado y traición porque, se quiera aceptar o no, se produjo una amputación de apellidos y se pusieron nombres masculinos, llegando a rozar lo absurdo”.
En lugar de un nombre y dos apellidos, se pasó a tener tres nombres propios. El primero, elegido por tus padres, el segundo sería el nombre de tu padre y, el tercero, el de tu abuelo paterno.
Farid ha querido ejemplificar, y no dudó en resolver cómo sería mi nombre si mi historia hubiera sido la suya. “Te llamarías Eva María Andrés Juan”, dice Farid, resaltando lo absurdo que suena pero que, lamentablemente, es la historia de sus vidas.
“El sentimiento es de rabia, de impotencia, porque sentimos que ya, difícilmente a esta altura de la historia, podamos volver a desencaminar lo que ya se caminó años atrás”, relata Farid con resignación.
Esta lucha no es solamente de los musulmanes, como sociedad, quienes conocen la empatía, deberían poder ver más allá del típico, “el pasado, pasado está”, para apoyar a la comunidad en su intento de recuperarse de ese golpe a su dignidad.
En el caso de Manal Ibrahimi Bentaher, Manal Bachir Khalid sobre el papel, a diferencia de Farid, su familia no perteneció al estamento militar. Sus abuelos, tanto paternos como maternos, llegaron a Ceuta como mano de obra desde el Rif. Se instalaron en la ciudad con el objetivo de iniciar una nueva vida trabajando, pero, en ese intento por alcanzar un futuro próspero, perdieron su apellido.
En ese momento, cuenta Manal, sus abuelos disponían de una “tarjeta estadística, un papelito, la única documentación que tenían en aquel entonces y ya no aparecían sus apellidos en ese papel único”.
Tristemente, muchas familias ni siquiera conocen el punto exacto en el que estos apellidos se desvanecieron en el tiempo, y aquí reside la verdadera impotencia.
“De parte de padre, mis abuelos, mi padre y yo somos del Príncipe, de la Calle Fuerte. De parte de madre, mi abuelo llegó directamente a Tejar de Ingenieros, que estaba por Juan Carlos I, actualmente, la barriada no existe porque era terreno militar y desapareció. Durante toda su vida han vivido en esos barrios siendo unas personas que realmente, desde su origen, no eran. No coincidía quien vino a vivir, a instalarse en ese barrio, y quién creó ahí una familia, no coincidía”, narra.
Recuperando el lado positivo de su historia, afortunadamente, en la familia de Manal siempre se ha tenido conocimiento sobre el apellido que debería constar en sus documentos de identidad.
Sus abuelos siempre hicieron la tarea de transmitir de dónde venían, sus orígenes, siempre han inculcado una fuerte conexión con el Rif, lo han visitado y también lo han tenido presente en el desarrollo de sus vidas.
Es contagiosa la impotencia de Manal, mientras ella hablaba, el gesto de quien la escuchaba obligaba a fruncir el ceño, achicar los ojos, apretar los labios y tragar saliva y mostrar el mismo rostro de dolor y enfado que provoca despertar esta parte de la historia que fue tan injusta para muchos.
“Para mis abuelos, su apellido era un orgullo. Entonces, siempre lo hemos tenido presente, pero ¿por qué se lo quitaron? Ese es el tema. Si estamos tan orgullosos de este apellido, ¿por qué no podemos tenerlo?”, se pregunta Manal.
Recuperar su verdadero apellido no solamente cambiaría un nombre sobre el papel, también significaría una recuperación de la pérdida de un trabajo y cultura familiar, además de la propia identidad.
Además, este hecho ha conllevado que se pierda la relación documental con la familia. Según cuenta la joven, primos mayores que ella no comparten sus mismos apellidos porque “después del proceso de nacionalización de los años 80 hubo más cambios”.
“Yo tengo de apellido el primer nombre de mi abuelo paterno y el primer nombre de mi abuelo materno, pero tengo primos mayores que su primer apellido es el nombre de su padre y, el segundo, el del abuelo, entonces, es un lío”, comenta.
De acuerdo con Farid, Manal ha reiterado que cuando se es joven, uno no es consciente de la injusticia de la que fueron víctimas sus antepasados, pero, en palabras de Manal, “vas creciendo y te entra intriga, curiosidad, quieres conocer de dónde vienen tus antepasados, tus orígenes y te crea esa curiosidad y esa pregunta que siempre es, ¿por qué?, ¿por qué a nosotros nos han intentado privar?”.
En el caso de Anas Elyousfi Choukri, Anas Mohamed Choukri sobre los documentos, él sí puede sentirse afortunado por disponer de un segundo apellido con historia.
Este joven militante de Ceuta Ya! recuerda que, en algún momento de su infancia, su padre ya le hizo saber que su primer apellido no constaba como debía.
Según cuenta, su padre vivió este proceso como una injusticia, “una de tantas que vivió la población musulmana”. Personalmente, durante su infancia y comienzos de su juventud, no le dio importancia a esta parte de la historia, pero después, todo cambió.
“Mi abuelo nació en el sur de Marruecos, migró al norte a mediados de los años 20, que en ese momento formaba parte del protectorado español y se alistó en las tropas indígenas regulares, a partir de ese momento lo van destinando a diferentes lugares hasta que acaba en Ceuta en los años 40”, narra.
Según consta en la última tarjeta estadística de su abuelo, que data de 1988, este ya había perdido su apellido, apareciendo como Mohamed Laarbi Glimi Sargini, hijo de Laarbi e Isa.
Ni siquiera los apellidos de sus padres constaban en esta tarjeta. Podríamos parar, respirar, viajar al pasado, adentrarnos en el cuerpo de quienes fueron testigos de esta extirpación e intentar ponernos en el lugar del que a día de hoy la sufre, quienes no tenemos ni idea de lo que supone ser víctima de esta historia,
“Ciertamente, de algún modo, los apellidos te definen, hablan de quién eres, de dónde vienes, algunos te indican y trasladan al pueblo del que venían tus abuelos o la profesión a la que se dedicaban. En cierto modo, es la conexión a tus raíces y a tu cultura”, cuenta Anas.
Como ya mencionaba, el caso de Anas es distinto, pues su madre nació en Marruecos y mantiene su apellido natural. Pero, su padre, sí es un afectado más de esta trama de la pérdida de apellidos.
Fatima Sohora Hasnawi Mesauri, reconocida como Fatima Sohora Mohamed Abdelkader en su documento de identidad, es del Príncipe, al igual que sus padres y su abuelo paterno, quien con sus hermanos y sus padres siempre ha vivido en esta zona.
En cambio, su abuelo materno no se crio en Ceuta. Nació en Asila, Marruecos, pero llegó a la ciudad muy jovencito, con unos 15 años, para vivir con su tía. Fue aquí donde conoció a la que sería su mujer y abuela de Fatima Sohora y juntos empezarían una vida en el Príncipe.
En el caso de esta joven, su apellido paterno lo ha conocido siempre porque a su abuelo, “que en paz descanse”, lo llamaban así. E igual ocurrió con su padre, por lo que, a pesar de no constar en el papel, oralmente, son “Los Hasnawi”.
De hecho, la joven creció pensando que era un mote, cuando, en realidad, era su verdadero apellido. No fue hasta alcanzar los 15 años de edad cuando esta chica empezó a tomar las riendas de su propia consciencia para preguntarse en qué momento ese apellido dejó de existir.
Lamentablemente, nadie en su familia pudo dar respuesta del momento en el que este apellido se perdió. Nadie conoce esta historia. Fue a raíz de militar en Ceuta Ya! que Fatima Sohora comenzó a indagar.
La joven se ha sincerado diciendo que “esto no es un tema que se hable mucho en casa”, pero, igualmente, el sentimiento de injusticia e impotencia está presente.
“Hemos normalizado tanto que nos hayan robado la identidad, que hayan usurpado nuestros apellidos originales, que no le hemos dado quizás la importancia que realmente tiene. Y nada, no nos apellidamos Hasnawi, nos apellidamos Mohamed, como la mayoría de musulmanes aquí en Ceuta”, relata con resignación.
Según cuenta, el sentimiento que brota es de “rabia, de injusticia”. Fatima Sohora se preocupa en la actualidad de que sus primos más pequeños crezcan con dosis de la historia familiar.
En mi familia, con mis padres son doce hermanos; diez de ellos tienen dos apellidos y los dos pequeños tienen otros dos totalmente diferentes, ¿por qué? porque al principio te ponían el nombre de tu padre y el nombre de tu abuelo paterno. Luego eso cambió y pasaron a ponerte el nombre de tu abuelo paterno y el nombre de tu abuelo materno”, narra.
“Mi padre, por ejemplo, se apellida Mohamed Layachi y, sus dos hermanos pequeños, Layachi Abdeselam. Son hermanos, pero no tienen el mismo apellido”, añade.
Una situación, cuando menos, tópica. La palabra humillación también salió a flote, porque, al fin y al cabo, sentirse afectado de esta manera y tener que dar explicaciones de por qué no tienes el mismo apellido que tu hermano, además de incómodo, roza lo épico y esperpéntico.
Por último, nos adentraremos en la historia de Sufian Derdabi Lammaghi, Sufian Mohamed Ali en el registro.
“Mis abuelos se criaron cerca del cuartel de Regulares durante bastante tiempo, hasta que crecieron ya mis padres. De ahí ya se trasladaron a Avenida Reyes Católicos, un poquito más abajo, pero siempre dentro de la zona cercana al cuartel de Regulares”, comienza narrando.
Los padres de Sufian sienten cierta rabia y tristeza por la pérdida de su verdadera raíz, sus orígenes, aunque, como apunta el propio joven, “en esos tiempos esta no era una gran preocupación porque había muchas otras, como salir adelante y sobrevivir”.
Evidentemente, ahora, a todas las generaciones les gustaría poder recuperar ese antiguo apellido que tuvieron numerosos antepasados que conformaron un árbol genealógico incapaz de construir ahora.
Es fácil ver los toros desde la barrera, pero no lo es tanto cuando los relatos cobran vida y un hecho pasado se hace presente a través de ese legado familiar que ha continuado creciendo y haciéndose las preguntas que les han llevado a preguntarse por qué a ellos.
Fatima Sohora asegura que en el colegio o instituto coincidió con muchos otros compañeros que se apellidaban igual que ella. “¿Somos familiares? No, pero tenemos el mismo apellido”, insta.
“Y, como una curiosidad, yo tengo un primo que se llama Mohamed y sus apellidos también son Mohamed Mohamed. ¿Cómo lo llaman? Mohamed al cubo”, dice con una sonrisa y sentimiento de incredulidad.
Farid Haldi, por su parte, al igual que Fatima Sohora, relata que en su clase eran “tropecientos Abdeselam Mohamed” y, a decir verdad, terminaron tomándolo a risa.
Además, sabe bien de casos reales en los que una persona se ha encontrado de pronto con varias causas penales solo por compartir el nombre con el verdadero acusado. Situaciones que han podido redimirse gracias al número de identidad, pero que, buscando por nombre, puede llevar a confusiones.
Igual pasa en las votaciones electorales, en la misma mesa pueden encontrarse varios con el mismo nombre y apellidos.
Para más instar, Sufian traslada que compartir tiempo con sus primos de la península le hacía notar las diferencias. “Cuando nos visitaban en verano, yo sabía que eran mis primos, pero sus apellidos eran distintos a los míos, algo que siempre me llamó la atención”.
“Tengo amigos que tienen el mote de ‘28’, que viene de una época pasada, de ponerle a una persona un número para borrarle su identidad y no darle su verdadero nombre y apellido durante el protectorado, siendo un número más. Eso, quieras o no, es algo horrible, sinceramente”, zanja Sufian.
Según Anas, la historia particular de cada uno de los presentes es, tristemente, “la historia de todos los musulmanes ceutíes aquí”.
“Trabajo en una farmacia y, a veces, los pacientes que acuden sin la tarjeta sanitaria me piden que les busque la medicación usando su nombre. Esto, además de que es algo que no se debe hacer, me resulta imposible porque es bastante más habitual de lo que podría parecer el hecho de que haya varias personas llamándose exactamente igual y podría darse el error de dispensar la medicación al paciente equivocado. Esto es algo anecdótico, pero refleja en parte la problemática de no tener nuestros verdaderos apellidos”, relata Anas.
En cierto modo, “el ambiente que se palpa cuando sacamos este tema otra vez a relucir es de cierta rabia, enfado y traición porque, quiera o no, nuestros apellidos fueron amputados”, recoge Farid.
Recoger este trocito de historia puede servir a muchos para entender por qué en Ceuta, suceso que no pasa ni en Marruecos ni en la península, existen tantos musulmanes con los mismos apellidos, con nombres propios igual a los apellidos e incluso el nombre y los dos apellidos iguales, encontrando a una persona llamada Mohamed Mohamed Mohamed o a Abdeselam Abdeselam Abdeselam.
A raíz de la propuesta presentada por Ceuta Ya! junto a Podemos, muchos musulmanes y musulmanas se han unido a la lucha por la recuperación de su historia, de su cultura familiar.
Ambas agrupaciones políticas presentaron el pasado febrero una Proposición No de Ley (PNL) para impulsar un procedimiento colectivo que permita a las familias afectadas recuperar sus apellidos legítimos 'robados' sin los actuales obstáculos burocráticos.
Sufian no titubeó: “Nos gustaría recuperar nuestros apellidos antiguos, los que tuvieron nuestros familiares y, sobre todo, que se termine de cumplir este proceso y que salga adelante esta PNL para que todo aquel que quiera tener los apellidos propios de su familia, pueda conseguirlo”.
“Queremos algo muy sencillo, que pongan a disposición de quienes así lo deseen todos los procedimientos administrativos legalmente establecidos y que podamos recuperar nuestros apellidos”, recalca Farid.
“Hasta donde yo sé, a día de hoy, sí que es posible cambiar tus apellidos, pero es un proceso muy farragoso, muy burocrático, entonces, la idea de CeutaYa!, con la proposición no de ley, es que se cree algún tipo de método que facilite todo este proceso”, explica Anas.
Y, por último, Manal, deja claro que el principal objetivo es visibilizar “una injusticia que no afecta solo a unos pocos, si no a la mitad de la población de Ceuta, ya sean nativas de la ciudad o trasladadas a la misma desde su infancia o juventud”.
“¿Por qué no podemos nosotros recuperar nuestros orígenes y conocer cuál ha sido nuestra identidad? Lo que proponemos es fácil: que se pueda facilitar esta recuperación de apellidos para el que así lo quiera -no es una obligación-; que sea gratuito; libre de trabas burocráticas; y que esté abierto para todo el mundo”, finaliza Manal.
De esta manera, aquellos que hoy han compartido su historia y muchos otros tanto solo pretenden hacer justicia y dar voz a esa catástrofe histórica de la que fueron víctimas miles de musulmanes en Ceuta para así poder honrar a sus padres, abuelos y antepasados, honrar su memoria y recuperar lo que nunca debió ser robado.
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Empezar a cambiar todo, ya es tarde, empezando por los documentaciobes y titulaciones.
¿Apellidos musulmanes? Serán apellidos marroquíes, las cosas por su nombre. Esta confusión entre temas religiosos y civiles es muy recurrente en Ceuta
Serán lo que serán musulmanes marroquies indues budistas chinos que te importa y porque te molesta estas aburrido
Es simplemente justo y punto, la verdad que tienen todo el derecho a recuperar su historia, ojalá lo consigais paisanos caballas
Gracias por tu sinceras palabras y el apoyo incondicional que has mostrado.
No es fácil que te amputen las piernas al nacer y que seas lo más funcional posible hasta el día de hoy, a pesar del ostracismo que se han visto sometidas las Tropas Indígenas, y el castigo doloroso que tuvieron que soportar con estoicismo y valentía, nuestras guerreras, "las viudas de Regulares".
No sé si atreverme a escribir sobre mis raíces y el sufrimiento que hemos padecido, y en gran medida, por nuestras viudas a las que el Estado debería pedirles perdón, pero en lo que respecta al problema derivado de los apellidos, en mi caso, te adelanto que procedo de Kebdana, una tribu bereber del Atlas ( limítrofe de la zona de Nador, una de las tres grandes tribus nómadas y paganas de origen zenata que se asentó en el actual Marruecos ).
Y para más inri, me privaron de la nacionalidad española hasta los catorce años de edad, siendo solo un número para la Delegación del Gobierno.
Gracias a la tenacidad de mi madre, una mujer 10, demostró a pesar de lo difícil por falta de documentación acreditativa, que era hija de Ceuta ( también con nombre de padre y abuelo; nacida en el antiguo Ángulo, esas murallas que tanto adora nuestro ilustre historiador de Vox) y al final de su documento ( Tarjeta Estadística), se le especificaba la zona de sus ancestros, "Tadla" ( "tadlaouia", procedente de Tadla); un pueblo nómada de origen árabe que se asentó en el Atlas, o eso dice Wikipedia, 😅
No continuo más porque es una herida que te marca para siempre y no voy a meterme en rollos psicológicos ni políticos, y solo añadir a ello, que soy más español que muchos de los de darse en el pecho, y a este país le debo todo, sin renunciar a mis raíces y vinculación con el país vecino, pero ahondando en la historia, mis ancestros eran mucho más de lo que hoy conocemos por Marruecos.
Un saludo paisano y feliz comienzo de Semana Santa, únicas ciudades españolas que pasan de un momento espiritual a otro, compartiendo el mismo espacio físico, todo un privilegio que no todas las ciudades del mundo pueden sentirse tan orgullosas como nos sentimos la mayoría de los ceutíes y melillenses católicos y musulmanes, a pesar de los vaivenes y del propio ímpetu de algunos políticos en romper esa magia de tolerancia y convivencia a la que fui testigo en mi tierna infancia, precisamente en la barriada que me vio nacer al igual que Farid , un vecino e hijo de Regular.
En una época en la que es posible cambiar el sexo en el registro civil sin necesidad de dar explicaciones, este tema debería carecer de mayor relevancia y limitarse al ámbito personal.
Es curioso observar apellidos y nombres escritos en francés, cuando quienes los portan no hablan este idioma y solo saben pronunciarlos porque los han memorizado. No sé si esto se debe al desconocimiento o a la creencia de que así resultan más auténticos.
El verdadero impacto habría sido escribir tanto los apellidos como los nombres en español, dejando claro que no se trata de una cuestión politizada, sino de reflejar que estos nombres y apellidos están en el idioma nuestro país, España.
De todos modos este asunto ya ha sido explicado: el uso de apellidos era poco común en lo que hoy es Marruecos. Lo habitual era emplear apodos, aunque algunos utilizaran apellidos. En los años 80, al trasladar estos datos al registro, no existía la capacidad de realizar una investigación histórica. En aquel momento, lo prioritario era nacionalizar a las personas.
Al menos, este medio de comunicación ha abordado el tema de forma neutral, sin posicionarse. Ha ofrecido una opinión exclusivamente sobre este asunto, sin tomar partido, no como hizo otro la semana pasada.
Tampoco se ha mezclado con otros temas para realizar una reivindicación política general, como sí lo hizo el otro medio al abordar esta cuestión desde la perspectiva de un partido político concreto.
Cuando se trata de un caso solitario es más fácil de solucionar, pero desde 1920, inmigrando desde el protectorado francés y no habiéndolo intentado al terminar su primer "contrato" militar, no creo que lo consiga ni el 5%.
Por otra parte, no era obligatorio inscribirse en las Fuerzas Regulares de Infantería. El servicio militar, "entrar en quintas", si lo era.
La pela es la pela, en Catalunya, Soria o Tetouán.
En el 2017 contraté dos abogados uno en Ceuta y otro en Madrid y me lo han rechazado después de 2 años esperando , el abogado me comentó que el que decide el cambio de vuestros apellidos es un simple secretario , espero que con vuestra ayuda podamos recuperar nuestros apellidos porque se está perdiendo y olvidando cada vez más ,
Pues que paguen un abogado y tramita sus exigencia en el registro civil, con el apellido nativo de cada familia,
Porque esto de mojamed mojamed mojamed o Ahmed Ahmed Ahmed.. nombre Manolo,apellido Manolo y de tu madre Manolo.
No lo veo justo.
Hay que apoyarles y no perder su efentidad .