Los fieles alzan su voz y lo hacen con fundamento. A estas alturas no saben qué va a pasar con la nueva capilla de la Virgen del Carmen en la Almadraba, si se van a cumplir los plazos, si van a poder celebrar la procesión como siempre hacían. Lo peor ya no es el silencio, sino que las promesas políticas siempre se incumplen.
¿Cómo piensan los políticos que se puede creer en ellos? Hacen méritos para que la ciudadanía esté cada vez más alejada. Y eso es malo porque se está jugando con el sentimiento de un grupo tan cohesionado como es el que ha mantenido viva durante años la tradición del Carmen.
A ellos, a ese grupo de fieles, les debemos mucho. Les debemos que hayan sido capaces de cuidar la capilla durante tantísimos años, de mantener las procesiones, de conservar ese espíritu que ha convertido ese 16 de julio en la Almadraba en algo único.
A ellos les debemos eso y mucho más. Han sido pacientes, educados, respetuosos. Siempre confiando en que iban a contar con un espacio a su debido tiempo. No ha sido así.
Deben sentirse como una peonza a la que dan vueltas y vueltas, hoy una administración, mañana la otra. De cara a la galería todas dicen apoyarles pero a la hora de la verdad los trámites se bloquean, las actuaciones se ralentizan y en meses llegará la celebración del Carmen sin saber cómo se va a poder celebrar.