El Pleno de la Asamblea aprobó ayer definitivamente el nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Ceuta, un documento técnico con enorme calado político que sentará las bases del desarrollo de la ciudad al menos durante los próximos ocho años si el Ministerio, como se espera, le da luz verde definitiva.
La Ciudad ha resuelto así uno de sus desafíos enquistados durante casi dos décadas (ahora está por ver si se resuelve el de la RPT) en un momento teóricamente idóneo, que coincide con el inicio de los trabajos de elaboración del Plan Estratégico del Estado.
Las líneas maestras del documento parecen apuntar en la buena dirección, con la resolución del déficit histórico de viviendas de Ceuta como prioridad junto a la regularización de miles de viviendas en distintas barriadas, la protección de los grandes espacios verdes blindada y una estrategia de suturación de los barrios a través de una estrategia de crecimiento centrípeto.
La administración deberá obrar con tino para consumar las operaciones que se esbozan para espacios como los que actualmente ocupan Ducar y Cepsa de tal forma que el interés general prime sobre cualquier otro sin dar pábulo a cualquier sospecha de ‘pelotazo’ como las que ayer se esbozaron en el Pleno.
También tendrá que esmerarse para ser diligente en la redacción de los Planes Especiales que se plantean para barriadas como el Príncipe, Benzú o La Almadraba, así como para desarrollar los ambiciosos retos que se dibujan en materia de movilidad con el fin de articular una ciudad más amable, con más calidad de vida y más oportunidades para invertir y generar riqueza y puestos de trabajo sin atentar contra los tesoros naturales y patrimoniales ni incurrir en ningún desmán.